Hacía tiempo que se tenía en mente hacer una andada por una zona prácticamente desconocida por algunos: la comarca de Daroca. La ruta pensada era por la Sierra de Santa Cruz, con salida desde el pueblo de Used. Mal empezamos la mañana ya que al llegar a Atea nos pasamos el cruce con dirección a Used. Pero no, no fue un error nuestro, sino de los iluminados de las obras en esa carretera, que está cortada en el trayecto de Atea a Used y en lugar de indicarlo con antelación, ¡¡nada, en el mismo cruce y sin visibilidad!! Deben pensar que total para cuatro que viven por estos lugares…..
La marcha la iniciamos en Used para ir hacia el Cerro del Castillo a 1333 metros, trayecto en el que ya divisamos la laguna de Gallocanta. Posteriormente, se retrocede unos metros para volver a la senda que nos lleva al Pico Almenara a 1436 metros que es la altura máxima del campo de Daroca.
Antes de llegar se pasa por la fuente Pilón del Buey. Desde este lugar continuamos para ir al Cerro Verdugal a 1364 metros y se desciende hasta el embalse de Fuentecillas, desde donde se continúa hasta llegar de nuevo al pueblo de Used.
Bonita ruta con espectaculares vistas en todo el recorrido.
Como preludio a la Navidad, ya se ha convertido en tradición subir al Pico Tordello y colocar nuestro belén montañero que impulsaron Luis I, Miguel y Carlos. Y allá fuimos en un día frío, con matachotos a primera hora (8.30 h) que hacía difícil la arrancada desde la hoguera encendida de la plaza, y que preside cada una de las fiestas de Santa Bárbara, patrona de Morata. Una subida sencilla, aunque al final no dejan de ser cerca de 500 m de desnivel en los 4 km que separan la plaza del pico. Allá foto de grupo y bajada de nuevo al pueblo. Llegan pronto las fiestas navideñas. Nuestros mejores deseos para ellas desde este grupo senderista. Como siempre, ¡salud y camino para todo el mundo!
Retomamos, tras dos años pandémicos, una de las costumbres que la Peña Ciclista de Morata comenzó hace tiempo: subida otoñal a Calcena bien en bici, bien a pie. En este caso, por logística se recortó el recorrido a pie para hacerlo desde Mesones, por el GR-90 que ha sido recientemente arreglado.
Allá fueron Rafa, José Antonio, Ignacio, Dario y Luis para iniciar con el amanecer una ruta que transcurre, casi siempre, paralela al río Isuela, compañero de viaje hasta poco antes de Trasobares. La mañana elegida, aunque algo fresca al principio, fue más bien cálida para las fechas en las que estamos, ya a las puertas de diciembre. Algo que bien podía observarse en las zumaqueras del camino con esas tonalidades rojizas, todavía por su abundatne hoja y en los chopos, que conservaban sus hojas ya amarillas para realzar todavía más el contraste otoñal de este paseo. Marcha tranquila y amigable que solo los numerosos tiros de los cazadores van perturbando de cuando en cuando.Y además por una ruta arreglada y muy bien señalizada, con zonas con cadenas para evitar caidas cuando hay que pisar roca en algún tramo o peldaños cuando procede para facilitar descensos. Quizás el único pero es que en la zona más próxima al río antes de tomar el camino que transcurre por los antiguos edificos mineros de Tierga, si no se mantiene este GR-90 enseguida las zarzas volverán a cubir las sendas, como ya pasaba en años anteriores. Ya ahora algunos pequeños tramos son difíciles de pasar sin evitar enredarse en los zarzales. También en el barranco del Judio, la zona de cruce que se eligió está ya con excesiva vegetación, amén de que con las últimas lluvias llevaba agua lo que complica su paso. Basta desviarse hasta el río, a cuya orilla muere el barranco y es fácil evitarlo para proseguir la marcha.
Ya en Tierga, el GR nos desvía del río y nos empieza a subir por el monte, para finalmente llevarnos de nuevo al mismo y curzarlo dos veces, antes de llegar a Trasobares donde nos espera La Ponderosa, acogedora como siempre. Ya no pueden estar todos por desgracia, pero el ambiente se mantiene y allí cayeron unas cuantas jarras, dimos cuenta del resto del almuerzo que nos dejamos tras la primera parada, y después de un buen café y mejor descanso, reanudamos la marcha camino de la Fuente de Valdespinos. Es la zona más exigente, que nos agurada con una buena y prolongada subida. Desde allí, descenso a Calcena para completar, una vez más, una magnífica etapa de bienvenida a la normalidad... dos años después.
Los colores otoñales de las zumaqueras de La Hoya Sanz. Este cambio de color se da por la acción de los fitocromos que absorben la luz roja, este fotorreceptor al percibir el acortamiento de los días induce a la planta a dejar de sintetizar clorofila, la degradación de la existente da lugar a que las xantofilas, amarillas y betacarotenos se hagan visibles. el rojo proviene de las antocianinas. Todo este mecanismo, espectacular, es un proceso de ahorro de energía en el cual la planta reabsorbe los pigmentos y a medida que unos desaparecen otros se hacen visibles. Nos vemos el sábado.
El Zumaque, Rhus coriaria, alcanza más de un metro de altura y sus frutos maduros son muy bien valorados como condimento culinario, sobre todo en la gastronomía del Mediterráneo oriental.
El pequeño arbusto tiene un alto contenido en tanino y por eso se emplea desde la antigüedad en el curtido de cueros.
La numerosa población mudéjar y después morisca de Illueca y Brea ya usaba hace muchos siglos esta sustancia en la fabricación de calzado al igual que se hacía en Marruecos y otros puntos del norte de África.
El zumaque molido le otorga un agradable olor a té y una mayor resistencia a la luz, a la vez que mejora la fijación de los colores en el cuero.
El zumaque se ha usado desde tiempo antiguos en curtidurías pero también es una especia que se utiliza en cocina. Su sabor es ácido y el rojo de sus frutos da un bonito color a las salsas.
Es uno de los ingredientes de la mezcla zaatar, muy común en Oriente Medio y también es un ingrediente de distintos platos de la cocina del Líbano y de Turquía donde es a menudo uno de los ingrediente usados en los kebabs.
Los Aguarales de Valpalmas, también conocidos como Aguarales de Valdemiraz, son una interesante, frágil y dinámica formación geológica, resultado de flujos de agua sobre material poco resistente, en un proceso conocido como piping («formación de tubos»). Los Aguarales, fenómeno conocido también como Chimenea de hadas, están situados en las cercanías del municipio de Valpalmas, en la comarca de las Cinco Villas.
Los Aguarales son el resultado de la acción erosiva de flujos de agua superficiales, así como subsuperficiales, en un proceso denominado piping, sobre materiales poco resistentes y en un ambiente semiárido con precipitaciones esporádicas de carácter tormentoso. Se estima que los deleznables materiales que se pueden observar fueron depositados en el Holoceno (últimos 10.000 años) y proceden de la erosión de la cabecera y laderas del barranco. A pesar de la fragilidad de estas formaciones, están cubiertas por una costra de limo y arcilla, que las protege temporalmente de la erosión. Estas costras resultan del flujo superficial del agua que arrastra material limo-arcilloso en suspensión y lo deposita gracias a las irregularidades microtopográficas. Además, en el sustrato de los Aguarales se encuentra una cantidad importante de sodio, que acelera la dispersión del suelo y que pierde coherencia ante la presencia de agua, acelerando el proceso de piping («formación de tubos»).
En ocasiones los Cenefos nos desmelenamos, dicho con todos los respetos, y nos planteamos aventuras un poco diferentes a lo que solemos hacer. Este es el caso.
Aunque para estas fechas de octubre, alrededor de la festividad de la Virgen del Pilar, solemos avanzar en nuestro particular Camino de Santiago, este año no hubo quorum al respecto y por no dejar colgado el Camino unos en un sitio y otros en otro, decidimos cambiar el suave paseo del Camino por la dura travesía pirenaica.
Llevábamos tiempo queriendo hacer esta travesía que recorriendo la GR11 (transpirenaica) pasa por los refugios de Estós, Viadós y Angel Orús, dando la vuelta al macizo del Posets-Maladeta.
Partimos el domingo día 9 de octubre hacía Benasque donde tras un ligero almuerzo y aparcado el coche en el parking de Estós, remontamos el valle de dicho río.
El otoño pirenaico nos deleita con su paleta completa de colores, probablemente uno de los mejores momentos para visitar dichos montes es justo esta época.
El camino siempre positivo nos conduce hasta la mítica Cabaña del Tormo, sitio que hizo popular el grupo Celtas Cortos en su 20 de abril.
Minuto 1:34
Aquí hicimos nuestra personal perfomance del popular tema.
Llegamos al refugio de Estós y nos recibe un curioso guarda, Joaquín, con su perro.
Vemos que además de estar solos en el refugio, de momento, las comodidades son pocas, pero la montaña es así. Eso si, el paisaje compensa todo, el cansancio y la falta de comodidades.
Poco más tarde aparecen por el refugio un par de aventureros de Villafranca del Penedés que a la postre serían nuestros únicos compañeros de refugio, tanto aquí como en Viadós.
Cena reparadora, algunas risas y pronto a dormir.
Salimos temprano el lunes en busca de nuestro siguiente objetivo, el refugio de Viadós. Este día engañaba, por lo menos a mí, parecía sencillo y esa infravaloración me hizo sufrir más de la cuenta.
La subida al puerto de Chistau es tendida, para ser una ruta pirenáica, pero es larga y exigente. Requiere dosificar fuerzas y no abandonar la cantimplora del agua.
Un par de manadas de sarrios observan nuestro lento ascender pensando quizás qué harán estos humanos por estos lares.
Sufrimiento a parte, alcanzamos los casi 2.600m del collado y tras reponer fuerzas, iniciamos una bajada tan larga como empinada.
Se nos atascan las piernas con esto de ir todo el tiempo frenando el cuerpo y pendientes de no resbalar y caer, cosa que no evitamos aunque afortunádamente sin consecuencias.
De nuevo el paisaje cura todo: los marrones, amarillos, naranjas, rojos, verdes, junto con el azul del cielo, completan una espectacular paleta que asombra nuestros ojos a cada paso que damos.
Un par de horas de sendero sube y baja pero sin complicación nos dejan suavemente en el refugio de Viadós.
Los mismos inquilinos que en Estós, nuestro amigos catalanes (uno de ello en realidad holandés) y nosotros mismos.
Con Tony (el holandés) y Enrich, pasamos una tarde entretenida entre botella y botella de 3404.
Cena reparadora y a prepararnos que mañana tenemos la etapa reina, hemos de ascender hasta más de 2800m salvando un desnivel de unos 1200, un inflón.
Comenzamos la etapa con calma y sabedores de lo que nos esperaba. Por cierto, Raúl y yo hemos sido los dos últimos huéspedes del refugio de Viadós de esta temporada, justo cerró con nuestro check-out.
Ascendemos primero suave pero en un momento la senda se hace casi impracticable. La pendiente y los barrancos rocosos dificultan nuestro avance, pero poco a poco vamos ganando altura.
Llegamos al primer punto que nos permite descansar un poco, un paisaje casi marciano sin apenas vegetación y que nos hace ir saltando de bloque en bloque de piedra.
Salvado este penoso sendero, accedemos a una zona más agradable, comparada con lo que habíamos hecho hasta entonces. Pero nos esperaba la guinda del pastel, un corta pero exigentísima pedrera que nos debía conducir hasta los casi 2.900m del collado de La Forqueta.
Un último esfuerzo y alcanzamos el collado exhaustos. Momento de relax y descanso.
Desde aquí están al alcance de nuestras manos un par de tresmiles que valoramos hacer y de hecho hasta uno de ellos me encaramo para ver el acceso.
Viendo que entre unas cosas y otras se nos iba a ir una hora si ascendíamos a los tresmiles, decidimos dejarlos ahí tranquilos y comenzar el descenso por una senda que de no estar señalizada ni nos imaginamos que era por dónde teníamos que ir.
Una pendiente brutal que nos obliga a poner la máxima atención en cada paso que damos. Unos momentos de concentración y tensión y alcanzamos la parte baja del collado donde nos saluda el ibón de Llardaneta.
Nos hacemos unas fotos y saludamos a las truchas que habitan este ibón sin ningún temor.
Pasado el ibón descendemos hacía el refugio de Angel Orús a través de unos corredores de bloques de piedra que nos obligan de nuevo a estar atento a nuestros pasos.
La bajada aunque no es ni muy larga ni muy pendiente se hace pesada por los saltos que hemos de ir dando de bloque en bloque de piedra.
En cualquier caso, poco a poco alcanzamos el refugio de Angel Orús, a más de 2.100m de altitud.
En este refugio, aparte de nuestro amigos del este, nos encontramos con otro grupo de 4 personas que llevan la intención de ascender al Posets al día siguiente, no en vano dicho refugio es muy popular para justamente usarlo como puente en el ascenso al Posets.
De nuevo el vino compartido y las anécdotas del día nos hacen relajarnos y disfrutar de la tranquila y serena montaña.
Para el día siguiente teníamos dos opciones, rematar la ruta circular por la GR11, como suele ser habitual, o bajar directos del refugio a Eriste y de allí llegar a Benasque a recoger el coche.
La opción tradicional es más larga y con mucho más desnivel, lo cual ponía en peligro llegar a una hora prudente a Benasque, contando que luego debíamos partir de vuelta a Zaragoza. Así que decidimos no seguir la ruta tradicional y descartando el pedregoso sendero que deberíamos de recorrer optamos por usar el sendero que desciende desde el refugio entre un bosque cerrado y precioso en esta época del año.
Nos deleitamos con cascadas, torrentes, barrancos, cañones, ...; un espectáculo para la vista, y así poco a poco va cambiando el paisaje típico de alta montaña a uno menos salvaje que nos anuncia que el fin de nuestra marcha está cerca.
Llegamos a Eriste y de ahí por camino a Benasque, recogemos el coche, comemos algo en Benasque y aventura concluida.
Cuatro espectaculares días inmersos en el Pirineo observados por tresmiles, sarrios, truchas, marmotas, ...; y vigilados por el siempre presente Posets.
Saludos a nuestros amigos Enrich (Quique el de Reús) y Tony (Going dutch), ¡¡Salud y montaña amigos!!
La maldita pandemia rompió una tradición de muchos años, la de rendir pleitesía al Moncayo que gobierna nuestro paisaje. Se solía subir el fin de semana después de fin de fiestas de San Roque, pero este año el calor, el incendio y, en parte, el ciclo de andadas de Morata que todavía coleaban, nos llevó a posponerlo a septiembre. Seleccionamos la circular que parte desde el parking del santuario (hacia 10 años desde la última subida por este lado) y allá fuimos los siete cenefos que nos animamos, con división de trayectos para averiguar que se llega antes seleccionando el desvío por Trasmoz, cosas del Waze que en este caso acertó para satisfacción de Rafa.
La subida sostenida partió el grupo en dos, con avanzadilla para los de costumbre, Chema al frente. Es una subida constante, que enseguida abandona la zona arbolada para llegar a una senda pedregosa con la mole pelada del Moncayo como referente. Hay que tomarla con calma porque al final espera una pechugada que nos lleva finalmente a la meseta desde donde se divisan los diferentes picos de esta mole. Tras un último esfuerzo llegamos una vez más al pico más alto, celebrando con un almuerzo con bota que hayamos tenido ganas y fuerzas para seguir subiendo. Eso sí, lo de cada 3 una bota ya pasó a la historia.
La vuelta se hizo por la otra cara, la castellana, con una bajada dura y exigente que nos lleva a un collado desde donde se desciende a una zona boscosa para ir rodeando el Moncayo buscando de nuevo el santuario. Gran jornada que nos recordó alegres tiempos de este grupo y que celebramos en el Casino con un vermucete reponedor. Salud para el año que viene, compañeros.
Corona el parque de los centenarios olivos rescatados de la infamia, una peña singular y coqueta, antesala de las paredes que dan fama a nuestros pueblos: la Peña San Juan. Subir a la Peña San Juan es abrazar al Moncayo y sus arrabales, a la Sierra de la Virgen, de Morata y Vicor. Es abrazar las Torcas y al río que nos quieren arrebatar. Y es abrazar Morata entera, pasada y futura, mudéjar, morisca o cristiana, agrícola o fabril. No es extraño sentir un cierto vértigo pese a la poca altura, una sensación de mimetizarte con el paisaje que te envuelve y ser parte del mismo. Quizás por eso apodaron a la Peña San Juan, hace demasiado tiempo, con el sobrenombre del Sillón del Rey. Y no es mal consejo sentarte en la cima y dejarte llevar por lo que te rodea; solo hace falta
superar una suave ascensión marcada en la ruta 4C del mapa senderista de Morata. Precaución, buenas zapatillas y ganas.
Quien se anime allí le espera el sillón del Jalón… verdadero Rey de estos lugares.
La sexta salida de este ciclo de andadas 2022 fue propuesta por Miguel Aznar, uno de los veteranos andarines del pueblo y de los pioneros en la propuesta de este divertimento veraniego que tan buena acogida sigue teniendo. El día acompañó con unas nubes que aliviaron, y mucho, el previsible calor. Etapa llana para disfrutar que nos lleva a La Nava, al puente Roquico y a una cantera y hornos de fabricación de cal hidráulica que según nos cuenta Manolo, es precursora de la fábrica de cementos que a principios del siglo XX se estableció en Morata. Es una zona curiosa para entender cómo se trabajaba y ver algunos de los hornos primigenios de la zona.
De allí, seguimos hacia la zona de Mularroya para girar hacia la actual cantera que abastece a la fábrica, cantera ya de unas dimensiones considerables. Se cruza por debajo de la autovía y se gira a la derecha para ir hacia el cerro que se divisa desde la fuente de los tres caños, donde se sitúa una calera y ese pozo que tantas generaciones de niños ha visto pasar: un pozo de los burros seco y extraño para nuestros ojos demasiado adultos. Desde el cerro, magnífica vista del pueblo. Descenso ya a la calera que hay encima de la fuente, y al esbarizaculos de nuestra infancia, lleno ahora de desechos y basura variada que solo refleja lo miserable de nuestra condición. Para todo no hay vacuna… una pena. Por lo demás, bonita excursión para entender mejor nuestro pasado y presente.
Quinta andada del verano de 2022, el objetivo es subir al pico de Jabacín y estar pronto de vuelta, pues el calor obliga a ser moderado en los trazados y limitar los kilómetros a recorrer.
Hacemos una variante de la ruta original y esta vez haremos la aproximación por el margen izquierdo del Jalón.
Tras cruzar el puente de Capurnos seguimos un camino que al poco se torna sendero y luego, nada. Atravesamos algunos campos antes productivos, ahora la maleza ha ganado la partida, como en otros tantos lugares.
A la altura del castillo de Chodes recuperamos el buen andar por un camino que nos lleva hasta la zona de escalada. Rodeamos la zona de escalada, cruzamos el puente ferroviario y ascendemos hasta la paridera de Jabacín.
El ascenso lo hacemos por la senda "levemente" marcada que hay más al fondo para volver por la senda oficial. En el vértice, foto de grupo y vistas, muchas vistas.
Volvemos por el Baldío y sobre las 11 ya estamos reponiendo sales minerales.
Merece la pena mencionar el maravilloso hecho del que fuimos testigos.
Alguien encontró una piedra con unas formaciones extrañas. Tras un encendido debate acerca de su naturaleza: si fósil, estalactita, vestigio humano, ...; y tras consultar a sabios y expertos en el tema, llegamos a la conclusión, por unanimidad, que debido a la aparente antigüedad de la roca debía tratarse de una parte del cuerpo fosilizada del primer encargado de Morata.
La ruta del día tenía como objetivo dar una vuelta por la zona del Baldío, el Feo y hollar el Sillón del Rey, o más formalmente peña de San Juan.
La mañana prometía calor y así fue casi desde el principio, por esto se buscó una ruta corta, de poco más de 10km, con el aliciente de la ascensión al Sillón del Rey.
La ruta discurre entre caminos, senderos y campos a través facilones.
Justo cuando descendíamos el camino del Baldío tomamos el sendero que nos dirige hacía la Peña de San Juan.
El acceso requiere cuidado porque la pendiente es importante. No obstante, gracias al inmejorable trabajo de los voluntarios senderistas, parte de este grupo, se han equipado con cadenas los pasos más técnicos haciendo de esta manera más fácil y segura la ascensión, o el descenso.
Desde el Sillón del Rey se disfrutan de unas vistas incomparables, hay que estar ahí.
Tras el vertiginoso descenso y unos pocos minutos más, ya estamos de nuevo en el pueblo, justo cuando el calor más aprieta y esto anima las rondas de bebida fresca en jarra, o copa.
Era Julio del 2016 cuando con Fran “Purri” y Luis Miguel Lezcano emprendimos el Camino de Santiago “Francés” pero desde el Aragonés. Cada año según las vacaciones de Fran se iba realizando recorridos hasta llegar a Liñares una vez pasado O Cebreiro, donde por una gran nevada nos tocó volver unos kilómetros antes.
Por circunstancias de la vida (mejor no recordar) no se había podido reanudar hasta este momento. Eso sí, los principios y finales del recorrido son pueblos pequeños, ya que debido a la presencia de gran cantidad de peregrinos no se podía pernoctar en los finales habituales. La nota de algunos que lo realizan en “bicicleta” haciendo los últimos km por el mismo sitio que los de a pie cuando era prácticamente imposible pasar. Se les olvida que cuando llegan malas subidas se van por la carretera y ahora al final se tenían que exhibir.
Pero con todo, llegó por fin el momento de arribar a la Plaza de Obradoiro.
Etapa 22ª.- Liñares a Triacastela.
Después de un largo viaje desde Zaragoza, llegamos a Piedrafita de Cebreiro y a continuación a Liñares, lugar donde se había acabado la anterior etapa.
El recorrido nos lleva por la Sierra de Ancares. En el alto de San Roque se encuentra la figura de un Peregrino luchando contra el viento; se sigue caminando hasta el Alto do Poio que se alcanza tras un corto y fuerte repecho. Luego hasta Triacastela la bajada es continua, más de la mitad del recorrido estamos por encima de los 1200 metros. Se empieza a deslumbrar la cantidad de peregrinos en grandes grupos.
Etapa 23ª.- Triacastela a Morgade.
Esta etapa la realizamos por el valle Xil, avanzamos entre prados y bosques de robres y castaños, abundan los falsos llanos, estamos en Galicia en los últimos 6 km nos cae un buen chapuzón.
Etapa 24ª.- Morgade a Ligonde.
Se continua por los parajes gallegos de pequeñas aldeas con cantidad de robres y castaños. Pasamos por Portomarín, ciudad medieval desapareció en 1963 bajo las aguas del embalse de Belesar. Hoy en día nos encontramos con una ciudad moderna.
Etapa 25ª.- Ligonde a Fraga Alta.
Seguimos con la rutina de recorrido pero en esta etapa toca pasar por Melide donde se sirve un excelente pulpo a la gallega del que damos cuenta.
Etapa 26ª.- Fraga Alta a Amenal.
Recorrido cómodo y de pocos desniveles, quedándonos próximos a Santiago para llegar lo más pronto posible.
Etapa 27ª.- Amenal a Santiago de Compostela.
Hoy una vez subido al Monte do Gozo el resto para llegar a Santiago por zona urbanística hasta la Plaza Obradoiro. Por fin, final de nuestro camino.
Vuelta a la Sierra de Morata subiendo por el cámino de El Frasno al Pozuelo, Cerro Juan Polo a coronar en el Puerto de Morata descender por el viejo camino de Sabiñan a La Almunia, continuando por el Plano, El Cubo, la Fontenosa hasta el Mojon de Chodes-El Frasno, Sabiñan, descender por el camino de Sabiñan a Morata desde el Estrepal, Barranco Loren hasta el Corral de Piedra, puyando por las Majadas hasta el Mojon de Morata en el Cerro el Cojo con parada en la Hoya Sanz continuando por el Paso de Valdoña a las Balsas de Baldoña, Mina de Don Tomas, Perlita y por las Cañadillas a Morata cerca de 17 kms con buen clima y compañía.
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