sábado, 29 de mayo de 2010

El Maestro ZAPATERO

Había ganas. Incluso expectación. ¿Qué nos podía deparar el maestro Zapatero?. El otoño pasado ya tuvimos un anticipo sondeando el terreno que recordábamos sencillo y entretenido. Para Brea fuimos a las 6.30 Juancho y Luis al encuentro del maestro, recogiendo previamente en Morata a Fernando, que estaba ya con un nutrido grupo del pueblo esperando, en la plaza, salir para allá.
Llegamos a eso de las 7.30 y el ambiente ya ebullía. Rápida, la organización colocaba pulseras para poder salir a eso de las 8.10 camino del monte que guarda Brea y conduce al encuentro de Mesones. Antes nos encontramos con la familia Cuartero que se había apuntado, como estaba previsto, al festín de la comarca. Chupinazo y salida que lleva en estampida a Fernando. Como alma que lleva el diablo se va en camino de la cabeza y ese fue todo el contacto que con él tuvo el resto del grupo.
El inicio es duro, con una cuesta que hace a más de uno maldecir la idea de dejar los palos en el coche. Trabajo de riñones y para arriba. En la zona, ya de monte, hay una hermosa paronámica de Ibérico ávido de senderista. Anima y relaja en una hersoma mañana. Vamos, ya, Nigüella-Morata debatiendo de lo que toca: política y los malditos roedores. Desazón por aquí y por allá. Y un burro, solo, con orejas tiesas, pesada carga y mirada de incredulidad, que nos saluda a poco de Mesones. ¡Un poema!. O una metáfora. Quién sabe, maestro. Pero háztelo mirar.
La llegada a Mesones, como siempre, espectacular. Castillo al frente, río, huerta y un bonito pueblo. El refrigerio en el castillo que nos obliga a subir hasta arriba. Refrigerio abundante, con fruta, frutos secos y agua a discreción que no nos ha faltado en todo el camino. En busca de Nigüella nos volvemos a fraccionar con Luis en la cola, que se quedó a saludar a colegas PC. Este trayecto es por carretera, quizás la parte más fea de toda la andada. Cuando llegamos a Nigüella tenemos un extra con la parada y fonda en el bar del pueblo. El marketing no cuaja demasiado entre la parroquia que va concentrada en su marcha, o quizás olfateando el almuerzo que nos espera a la orilla del río. Tras cervecillas varias, bajamos a ver lo que se cuece, y nos encontramos excelente bocadillo de jamón con tomate, vino de combate y mucha simpatía. La verdad es que nos vamos olvidando de que estamos en una andada y la murria nos invade. Para entonces, ya nos habían informado que la avanzadilla camuflada de Fernando había pasado demasiado tiempo antes.
Hacemos, no obstante, un pensamiento y continuamos ahora al encuentro del Aranda para seguir aguas arriba y con el río de complice, hacia Brea. Es la parte dura de la andada, más que nada por el sol de justicia que nos abrasa. Antes de llegar al Gollizno, ya llama Fernando para avisarnos que está de cervezas más harto que Tarragona de pescado... y que cuánto nos queda. Es lo que tienen las escapadas. Camino del refrigerio en la fuente, Manolo, colega de Nigüella, para a reponer neumáticos y se avista una ampolla que le va a complicar la andada. Menos mal que en breve llegamos a la zona de esparcimiento de la fuente del Gallizno, con grifo de cerveza reglamentario. De aquí, ya casi no salimos. Entre la operación de urgencia, en la misma plaza, de Manolo y el frescor del grifo, la cosa pintaba mal. Cuando ya comprobamos que el herido no tiene arreglo, abandonamos con pesar el pic-nic para retomar el camino de Brea. Río y plantas. El camino fue muy divulgativo y entretenido gracias a colegas de Brea que nos enseñaron diversos remedios con plantas. Empezamos con la genista (o retama) y terminamos hablando de remedios de garganta y hemorroides que hemos de probar. Si somos capaces de retener tanta información. Calleja guarda testimonio gráfico del paseo. Por cierto, para disfrutar. Lástima de asfalto.
Y ya, cuando Fernando había perdido la fe, llegamos a Brea. Esta vez con el coche escoba. Pero nos lo pasamos estupéndamente. Del resto: cervezas, una buena comida, visita al museo del calzado, un café, algún orujo y para casa. Saludamos a Eloy, con el que hemos vuelto a coincidir y a los compañeros del pueblo que esta vez masivamente disfrutaron de una excepcional mañana de primavera, ya casi verano.
Y aunque parece que fue poco, fue mucho. Porque es una andada excelentemente organizada. Muchas gracias. Para no perdérsela.
En cuanto al maestro.... ahí sigue, oyendo a Supertramp.

sábado, 8 de mayo de 2010

14 cimas en Mariviland

Iban los cenefos con algo de óxido en las piernas tras una temporada de reposo, Jorgeada aparte, que salvó bravamente nuestro equipo A. Algo había que hacer, y para abrir boca decidimos que un paseo rápido por La Muela podría sacarnos del aturdimiento. Allá nos fuimos un escaso trío (Miguel C., Juancho y Luis) para comenzar a las ocho a romper el frío de una desapacible mañana del mayo más frío desde hace más de cien años (esperemos que nos lo rebata el resto de mes).
Dejamos el coche al comienzo de la urbanización que pilla en la izquierda según se sube el alto, debajo de las antenas y comenzamos a andar paralelos a la autovía por una pista embarrada. El comienzo es poco prometedor: niebla, ruido y un paisaje que anima al desasosiego. Nos entretuvimos teorizando sobre las telarañas, abundantes y perfectas que se extendian como sembrados de girasoles. Hablando de Himalayas, sherpas, la locuacidad de Juanito O. y la crudeza del montañismo fuimos poco a poco entrando en calor, salvo Luis que seguia pegado a las telarañas.
Poco que contar en un camino sembrado simplemente de camino y si acaso adornado de alguna extraña construcción que no supimos deducir. Pasada ya larga una hora, entramos en una zona más divertida que empina arriba y nos mete en las lomas. Alcanzada la primera y tras dar cuenta de un almuerzo huerfano de vino, nos dedicamos a crestear, ahora sí con pinos alegrándonos la vista.
Poco a poco se va volviendo divertida la mañana, y el continuo zigzageo de cimas va mellando algo nuestra piernas. Un sube-y-baja por sendas que difícilmente hubiéramos hecho sin el GPS (por cierto, se cumplía estos días el X aniversario de la supresión del bloqueo de señal que le da la fiabilidad que tiene. Gracias Bill). Incluso nos sorprende una bonita subida final a la zona de la urbanización: bonita por lo mantenida y los hermosos pinos que la rodean. Inimaginable. Hollada la última cima de la mañana, queda una larga retirada hasta alcanzar el coche.
Y el resto: torreznos, madejas y cerveza. Vermú reponedor para una etapa que recomendamos para hacer piernas.