domingo, 13 de noviembre de 2016

A PURUJOSA


FICHA TECNICA
 Fecha:   12/11/2016 
 Distancia:   38,7 km  
 Desnivel positivo:   1200 m  
 Dificultad:   calcetinada gorda
 Tiempo Invertido:   más de 10 horas



Sucede que en esta languidez en la que estamos sumidos los cenefos desde hace muchos meses, resurge algún brote. Así fue este sábado pasado, 12 de noviembre, San Margarito Flores. Movidos en este caso por la costumbre ciclista de arribar a Calcena a darse un homenaje, y por su cortesía de invitar a los que vamos quedando con tiempo o ganas de andar, se preparó una andada desde Illueca hasta Purujosa. Hermana de la del 2013, donde hubo algún amago de pérdida. Como siempre hubo cruces de mensajes para al final quedar en Zaragoza dispuesto a ir, Rafa, Paco y los luises.
Salimos para allá a eso de las 5.50 para encontrarnos en Illueca con el resto de la tropa: Juan Carlos, Javi, el temible Miguel y Paco. Esta vez, debemos confesar que la salida fue más fácil porque Marisa nos llevó a cota 860 y allí, tras la fotografía de rigor y sin que hubiera amanecido del todo, partimos a eso de las 7h. Es la primera parte una zona suave que nos lleva a la senda del refugio. Esa senda, sí que ya se nota, y hace que empiece a sobrar algo de la ropa que llevamos. En todo caso, nada que con calma no se pueda hacer fácilmente. Alojados ya un poco por encima de los 1000, comenzamos la andada por una pista que recorre la sierra de la virgen por la cara que da a Illueca, Jarque, Gotor y demás pueblos del Aranda. Zona de pino no densamente poblada y con una buenas vistas en una mañana soleada aunque algo fría.
Así, vamos avanzando entre risas y conversaciones varias, algunas de ellas sobre la picantona política que nos envuelve. Son estos debates encendidos, y sin que falte algún pique. Afortunadamente, por encima de todo está la amistad y el respeto mutuo, porque todo cabe, si es argumentado. Que así debería ser siempre. Con esta cháchara, llegamos poco más allá de la Peña del Hombre, zona en la que la niebla comenzaba a echarse e hizo que el frío nos atenazase. Hubo que abrigarse y apretar el paso para buscar un recodo donde poder almorzar.
Ya comenzaba a verse el santuario de la Virgen de la Sierra, cuando se despejó la neblina y volvió el sol, para calentar algo la marcha. Así, en la primera zona sin aire, dimos por interrumpida la marcha y nos sentamos en medio del camino para dar cuenta del almuerzo, allá por el collado de la cruz de piedra. Como siempre, en esta parte se igualan las fuerzas, ya no destaca tanto Miguel, y a todos el vino, el embutido, queso, etc. nos reconforta. Y eso que nos moderamos. Con todo, la salida hacia la ermita se hace dura. Se deja constancia que Miguel, hizo la serie de subida a la ermita con prestancia y premura, por supuesto liderando el grupo.

Desde arriba, en una mañana despejada, hay una excelente vista, que aprovechamos a disfrutar, mientras vamos emprendiendo el descenso hacia una senda preciosa entre carrascas, por la zona del barranco de Valdehinoceja. Es un descenso prolongado y exigente, que sin duda es de lo más bonito del día en cuanto a paisaje. Llegados a la venta de Aranda, ahora cerrada, hay que cruzar el puente y buscar una subida a la derecha de la carretera, para atravesando unos campos yermos, cruzar una acequia y parar finalmente en la carretera que conduce al pantano. En un círculo ad hoc, Paco A. Javi y Rafa debaten y deciden tomar unas jarritas reponedoras de sales en el chiringuito cercano al pantano. Se aprueba por mayoría, o casi, la propuesta.
Tras la agradecida parada, retomamos la ruta, variando nuestros planes iniciales que pasaban por aprovechar el merendero para comer a cubierto. Sin embargo, no hacía ni dos horas que habíamos comido, era pronto y decidimos continuar hasta coronar el monte que nos separa del valle donde se localiza Purujosa. Mejor, porque el merendero estaba vallado. La subida eso sí se hace larga para algunos. Son varios kilómetros de subida continua, aunque sin escesivo desnivel. Ni que decir tiene que Miguel y Paco hacen la serie correspondiente y de nuevo dejamos constancia de que Miguel coronó el primero y nos esperó a todos gentímente para darnos la bienvenida a la cima, cerca del alto del Marojal, a eso de las 14 h. En esa zona, se improvisa mesa y se da cuenta de la una excelente comida.
De allí, todo es descenso, de nuevo con unas preciosas vistas, y ya distinguiendo la antena en lo alto del monte en cuya falda, y en la parte contraria, se sitúa Purujosa. Lejos todavía. Sin sol, pero entrenidos en conversación animada, vamos bajando con Juan Carlos y Luis I en cabeza, maquinando cuál será la ruta más sencilla para llegar a Purujosa antes de anochecer. Cuando llegamos al cruce de caminos del barranco del Palancar, observamos una señal de batida de caza mayor. Señal, como mínimo confusa, porque está puesta de forma tal que parece avisar a los que suben hacia la sierra, no hacia quienes deciden tomar el camino hacia abajo como es nuestro caso. En todo caso, es lo que supone compartir el monte. Precaución y cautela.
Llegados al siguiente cruce de caminos, decidimos seguir descendiendo, tomando el camino de la derecha y dejando el mando de operaciones a Luis I. Enseguida tomamos una pista a la izquierda que nos debe llevar a Purujosa. Es por allí cuando Rafa avisa de que sus neumáticos van justos, a la par que la gasolina. Pero seguimos hasta cruzarnos con unos cazadores al que consultamos el camino. Hay que cruzar un barranco para empalmar con el GR siguiendo los postes de electricidad. Esta ruta ya nos lleva a la que hicimos el año pasado, y en efecto, hay que reconocer que se ahorra algún kilómetro. Eso sí, no hay rebollones.
Y poco más. Cumplimos con la llegada a eso de las 17.20, antes de anochecer y después de pasar un buen día de monte. Dimos cuenta, algunos, de unas pocas cervezas. Pocas, porque entre los que tenían que conducir y los que no podían, la cosa se abrevió enseguida. Taxi, recoger coche y para Zaragoza. No todos, que algunos zarandearían Purujosa. Hasta la siguiente.


Fotos de la salida