domingo, 13 de diciembre de 2015

LA CALCENADA Y EL CAMBIO CLIMÁTICO


FICHA TECNICA
 Fecha:   19/12/2015
 Distancia:   40 km  
 Desnivel positivo:  no mucho  
 Dificultad:  Calcetinada (llevadera)
 Tiempo Invertido:   con paradas 11h  
Otoño es tiempo de calcenadas que huelen a fin de fiesta. Este año no ha sido muy andarín, pero aun con todo había que celebrarlo, como marca la tradición de la PC, subiendo a Calcena, otro año más por el GR-90. Hubo dudas en cuántos a lo largo de la semana, pero al final Antonio, Paco con su comida de empresa incorporada, Fernando, Rafa y Luis nos dimos cita en la plaza a eso de las siete y cumplimos con el ritual de la foto en Los Pelos para dar salida a una nueva calcenada. Mientras Juan Carlos hacía lo propio, en solitario y algo más tarde, desde Illueca para encontrarnos en Mesones, donde también acudirían Rosa, Gloria y Carlos.

La mañana era algo fría, más por la niebla, no muy espesa en la zona de Morata, que por la propia temperatura que para ser diciembre ya mediado estaba un par de grados por encima de cero. Con un ritmo vivo vimos caer Chodes y Arándiga, ya con luz diurna, muy difusa, eso sí, por la niebla del día. Como el año pasado, volvimos a tener un momento de confusión para seguir el GR por la zona de Arándiga, donde parece cortarse el camino. Confusión motivada también porque nos hallábamos en medio de esa discusión que nos asola estos días: que si podemos, que si ciudadanos, que si la menina, que si el ausente, que si el guapo, que si el garzón, que si nos hemos liado, que si han cortado el camino, que si nos hemos desviado… En fin, que hubo que retroceder, poco porque ya se sabe que Paco para atrás ni para coger impulso. En esa zona, hubo el primer remojón del día, nada agradable tal y como pintaba la mañana. Camino de Nigüella empieza el móvil a sonar con los inquietos del encuentro en Mesones. Obliga pues a pasar más rápido de lo que aconsejaba el mal temple del día, por esa zona, siempre agradable por lo singular de la disposición de este bonito pueblo.

En la zona de Mesones, este año Paco por fin parece que ha afinado su GPS de serie y mejora el alcorce del año pasado, encontrado más fácil la senda que transcurre por una zona de olivares que nos presenta y guía Juan Carlos que ya acudido por entonces al encuentro. En nada llegamos a la mesa del almuerzo, donde todos nos venimos arriba como suele ser costumbre. Es el momento del debate sobre Cataluña y sus vinos, Arándiga y sus quesos, Illueca-Mesones y sus Audis, los boletus, los ibéricos y otros asuntos más que quedaron cortados por el Whatsapp del excelentísimo ayuntamiento de Mesones que nos animó a lo evidente: más andar y menos comer.

Replegadas velas, fuimos camino de Tierga. Ahora sí que el frío era algo más intenso, posiblemente agravado por nuestra cualidad de buenos aragoneses. Es esta zona, entre Mesones y Tierga, en la que el GR90 nos depara de todo, con una primera visita al río, que ya no nos abandonará prácticamente hasta el final. Hay que bordear alguna zona rocosa, no muy peligrosa, pero sí delicada, y sobre todo hacer camino entre zarzales que denotan que desde el año pasado son pocos los que han vuelto a caminar por esta zona. Una pena porque hay sitios verdaderamente bonitos.

Tierga la pasamos con rapidez y ya animados por una mejor temperatura e incluso el barrunte de que algo de sol íbamos a poder disfrutar. Tiene esta parte del camino a Trasobares desde Tierga un especial encanto, que Paco asocia a El Último Mohicano. No sabríamos decir si tanto, pero sí que es un bonito paisaje, y algo de picante con ese par de cruces del río que tenemos que abordar con nuestras dotes pontoneras y el morbo de ver quién capuza. En la primera aun improvisamos un puente con varias piedras. En la segunda, el árbol caído del año pasado había desaparecido y hubo que ir a las bravas: descalzos unos o con bolsas de basura otros. Por entonces ya el sol era una realidad y tuvimos que hacer varias paradas para quitar ropa camino de Trasobares. Era una mañana estupenda por entonces, más propia de mediados de noviembre.

La llegada a la Ponderosa de Trasobares se hizo sobre las 15h, ya con el olor a cerveza impregnando el último tramo. Allí preparamos una mesa con todo tipo de quesos, tortillas, latas, embutidos y frutas. Buena comida rematada con un café reponedor y una foto a las puertas del bar que preludiaba el último acto. Los diez últimos kilómetros hasta Calcena. De nuevo una ruta interesante y con la mayor pendiente de la andada. Tuvimos por supuesto un momento para esa curva de los 3000, que a diferencia de otras efemérides cenefas solo queda marcada en el recuerdo. Paco se retrasó un poco y se veía la posibilidad de atacar el puerto desde lejos para darle algo de morbillo al día. Sin embargo, ese pundonor y algún alcorce que otro hizo que neutralizara casi al principio de la subida y a partir de ahí la cosa de desperdigó con cada uno a su ritmo. Desde la cima hasta Calcena todo fue ya suave, de nuevo con el río a nuestro lado en un precioso camino que ya nos pilló con las últimas luces del día o mejor debería decirse con las primeras penumbras de la noche.


Foto en el puente y llegada conjunta al albergue para dar cuenta de más de una cerveza, una magnifica paella y una estupenda sobremesa, canciones incluidas, que prometía una larga noche. Mariano acudió al rescate a la hora en que se recoge Cenicienta y menos mal, que la cosa preludiaba tormenta. Con algo de niebla (en la carretera y en la cabeza) regresamos a nuestro punto de partida. Nos citamos para el 20 de febrero en Cosuenda. Buenas fiestas compañeros.


Fotos de la salida

jueves, 19 de noviembre de 2015

San Martín de la Val D'Onsera


FICHA TECNICA
 Fecha:   15/11/2015  
 Distancia:   10,75 km  
 Desnivel positivo:   638 m  
 Dificultad:   Moderado  
 Tiempo Invertido:   4h23m 
Tras meses de silencio en este nuestro blog de senderismo, vamos a retomar la sana costumbre de compartir con el personal lo acontecido en nuestras excursiones con esta entrada dedicada a una de nuestras mejores rutas realizadas por los Cenefos, la que nos lleva hasta la ermita de San Martín de la Val D'Onsera.
Esta ermita se encuentra en un increible paisaje cerca de la localidad de San Julián de Banzo e inmersa en un profundo cañón solamente accesible por un vertiginoso camino equipado con sirgas.
Nos apuntamos para esta excursión Raúl y un servidor. Llegamos al punto de partida pasadas las 8. Antes hemos aprovechado para comprar pan en la panadería de Loporzano, un pan que promete un almuerzo de campeonato.
Salimos y enseguida nos vemos encañonados por un estrecho barranco que vamos ascendiendo con el fresco de la mañana.
Tras un buen rato de serpentar por el barranco y tras haber cruzado la Puerta de Cierzo, unos peñascos que envuelven el camino como si de un tunel se tratase, llegamos a una bifurcación donde la cual nos dirige al paso de la Viñeta y al camino de Los Burros. Elegimos subir por el paso de La Viñeta y bajar por el Camino de Los Burros.
El paso de la Viñeta asciende casi vertical entre moles calcáreas y no es recomendable con hielo o con la roca húmeda. Está equipado con sirgas y pasamanos y nos obliga a prestar atención para no dar con los huesos en el suelo.
Vamos para arriba y sin prisa pero sin calma alcanzamos la parte más alta en un abrir y cerrar de ojos. Disfrutamos de la vista del barranco de San Martín ahora a nuestros pies y continuamos hacia el collado de San Salvador donde lo profundo del barranco y lo alto de los picos nos dejan boquiabiertos.
Descendemos ahora por un angosto y complicado sendero hacía el barranco donde se encuentra la ermita del santo. De nuevo las sirgas nos ayudan a no dar un mal paso y perdernos en el fondo del barranco.
Alcanzamos el fondo del barranco y desde aquí queda poco para llegar a la ermita, así lo anuncia el ruido del agua al caer en la cascada que adorna la postal.
Unos pocos pasos más y ya estamos en la ermita. Nos quedamos impresionados de la rústica construcción en un lugar tan remoto e inaccesible. Los muros de la ermita cierran un hueco que deja la roca siendo ésta la que da forma de bóveda al techo del recinto.
Dentro, algunos santos y un libro de visitas donde registramos nuestro paso por aquí.
Agotados por el esfuerzo, decidimos dar cuenta del almuerzo que esta vez patrocinaba Pinturas Trasobares (presupuestos sin compromiso). Unos rebollones escabechados, un chorizo de León y un queso de Arándiga que nos acercaban un poco más al paraiso.
Lástima que el santo hizo otra vez una de las suyas y esta vez no fué el móvil lo que nos escondió sino el pan, el uno por el otro el pan de Loporzano que se quedó en el coche.
Aún sin pan, disfrutamos del almuerzo en un rincón incomparable acompañados por el sonido del agua al caer de la cascada, que acompaña todos los días al solitario santo.
Terminado el almuerzo vuelta para arriba de nuevo hacia el collado de San Salvador y de allí ahora descendemos por el Camino de los Burros, sendero con mucha pendiente que enseguida nos deja en la bifurcación donde retomamos el camino por el que vinimos.
Descendemos el barranco, cruzándonos ahora con bastante personal, y desculebreando lo culebreado llegamos al aparcamiento desde donde partimos.
Desde aquí vemos a lo lejos la niebla que envuelve nuestra ciudad y con resignación aceptamos el cruel hecho de alejarnos del sol de primavera que nos ha acompañado durante toda la mañana y de estos increibles paisajes que dejan recuerdos imborrables en nuestra retina.




Fotos de la salida

Vías de Escalada y Castillo de Chodes


FICHA TECNICA
 Fecha:   05/09/2015  
 Distancia:   9,89 km  
 Desnivel positivo:   230 m  
 Dificultad:   Fácil 
 Tiempo Invertido:   3h18m 






Fotos de la salida

domingo, 30 de agosto de 2015

El día que se nos acabó el verano


FICHA TECNICA
 Fecha:  29/08/2015 
 Distancia:   13.5 km  
 Desnivel positivo:  más de 600 m  
 Dificultad:  inflóncito 
 Tiempo Invertido:  bastante 


Tiene un verano en el pueblo el sabor placentero de un buen gin-tonic. Suficientemente refrescante, agradablemente saludable en una buena sobremesa y con el deje justo de amargura. La que te da saber que también has zurcido peñas, amagado siestas y esquivado frescas a las tantas de la noche como hoy lo hacen durante unos días aquellos que esperemos deshagan ese camino al que cantaron la Ronda de Boltaña en su memorable Mermelada de Moras. O al menos que nunca olviden que por aquí también está su lugar en el mundo. El nuestro. Para muchos de nosotros toca cerrar la casa y seguir girando (véase Mermelada de Moras), pero antes lo celebramos con esa ya tradicional andada final de verano, la que otras veces nos llevaba al Moncayo o más allá de los 3000, pero que este año nos ha dejado más cerca.
Entre las huestes cenefas circulaba la leyenda de la pájara Oñate allá por la senda de Aluenda. Sus últimas escapadas a la sierra auguraban el fin de la maldición y nos conjuramos los máximos cenefos posibles (léase como plural genérico) para hacerlo realidad un 29 de agosto de 2015 d.c. En la plaza a las 7 de la mañana estábamos una legión esperando que Luis I tuviera a bien llegar. Era un momento histórico: el primer retraso del más aguerrido de los cenefos. Aquel que sancionaba la ausencia en el toque de campanas con una severa corrección llegaba el último. Una vez escarnecido, tocaba ir a los Pelos y aprovisionarnos de pan, recoger a Chispa y tirar para Aluenda desde donde estaba previsto salir hacia el pico El Rayo. Y allí, puestas las botas y hecha la foto de rigor tiramos senda arriba. Al ser doce (Chispa incluida) era lógico procesionar a nuestros respectivos ritmos. Hay que reseñar que esta senda (bien indicada) es de las más bonitas de la sierra de Vicor, si bien los miles de mosquitos que nos tocaron este día, hicieron el camino algo menos agradable que de costumbre. Todos aguantaron perfectamente por lo que la maldición quedó por fin superada.
Subidos a la pista, tiramos para arriba hasta llegar a la pista (continuación de la anterior) que nos lleva por la falda de la sierra que da a Inogés, El Frasno y Pietas. Por allí el camino es más sencillo, sin pendiente hasta llegar a la caseta blanca donde tenemos el cartel explicativo del acebal de Vicor, junto a un bello ejemplar de acebo. Es en este cartel donde se coge una senda (algo parecido a una senda) que viene marcada por brochazos verdes de camuflaje, que una vez adivinados más que vistos, nos conduce en diagonal hacia el pico. La zona es algo salvaje, plagada de musgo, un poco exigente, pero bonita. Y en no demasiado tiempo nos permite llegar al camino de la cumbre. Hoyada, hechas las fotos conmemorativas, nos tocaba la parte gastronómica, que como viene siendo costumbre se nos alargó algo más allá de la hora.
La bajada se hizo por la senda que va a parar a la curva de la pista. Bajada dura que nos hace descender trescientos metros en nada. De allí, vuelta para la caseta blanca y descenso por la senda que lleva a Inogés. Una bonita bajada entre pinares, que luego debemos dejar para tomar el camino hacia Pietas. Hubo en esta zona algún escarceo entre los que unos hicieron, otros afirmaban y lo que Luis I primero conocía. También exceso de cansancio a esas horas, que nos hacía ver todo más duro de lo que realmente era el camino. Llegados de nuevo a la pista justo en el cruce con la senda de Aluenda, nos tiramos para abajo. Ahora la senda estaba plagada con millones de mosquitos. Desagradable. Menos mal que no son escasamente 1.4 km y en breve llegamos al coche.
De allí a Morata, Togi, cervecitas, Casino, algunas risas y para casa.
Despedida a un verano más en el pueblo. Y no seguimos, que el recuerdo vuelve tierno hasta el pan duro de ayer (Mermelada de Moras).
Solo recordar que en Alemania hay un trocito nuevo de este pueblo al que deseamos la mayor de las felicidades. Y al cenefo, y familia, que seguro leerá esto, nuestra enhorabuena. Para ellos una de esas frases míticas sobre la descendencia: “Solo dos legados podemos dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas.”


Fotos de la salida

miércoles, 26 de agosto de 2015

AÑO DISPERSO, VERANO INTENSO


FICHA TECNICA
 Fecha:   AGOSTO 
 Distancia:   82,3 km  
 Desnivel positivo:   ni idea 
 Dificultad:   De todo ha habido
 Tiempo Invertido:   casi tanto como almorzando 

2015, hasta ahora, ha sido un año complejo. Demasiado disperso. Bastantes cambios y algunas complicaciones que han hecho mella en nuestra conciencia senderista. Difícil poner de acuerdo voluntades dispersas, muchas de ellas atenazadas por trabajo o familia. Menos mal que siempre nos queda el verano, el pueblo y las ganas de almorzar. Seguro que nos dejamos en el tintero otras andadas, pero baste consignar las hechas en este mes de agosto.
Comenzamos agosto, ya el mismo sábado 1, marchando a Jaraba para dar cuenta de una ruta circular bastante interesante que transcurre por la hoz seca hasta el camino al Campillo y girar de nuevo por la otra ruta de la sierra para llegar a Calmarza. Es una ruta francamente interesante, por lo menos hasta salir de la hoz. Encajonado, por una senda muy bien marcada y con alguna subida del barranco facilitada por pequeñas escalas. Nada complicada. Recomendable la visita a las pinturas rupestres que quedan a mano derecha del camino y que están muy bien indicadas. Son pocas, pero bien definidas. La bajada de Calmarza a Jaraba se hace por el río Mesa y es muy agradable. Una ruta muy recomendable y poco compleja de 17.7 km.
Para la siguiente salida tuvimos que esperar hasta el día 7. Nos fuimos esta vez a Pomer, donde Aragón casi pierde el nombre y territorio Lezcano. La carretera tiene lo suyo pero el pueblo merece la pena. Como dijo Ibarzo, "ideal para echar siestas". Allí teníamos intención de ir a Borobia, pero el día estaba para pocas bromas. Demasiado calor. Así que hicimos la típica circular al pinar, con una subida inicial que realmente merece la pena por una senda en una umbría de carrasca colonizada por líquenes y que nos lleva a la pista que recorre el pinar. De allí hasta Pomer lo más reseñable fue el almuerzo soberano que duro bastante más que lo que habiamos andado hasta entonces. Solo 12.6 km placenteros y de poca exigencia.
El 12, para hacer gana de cara a las fiestas, nos propusimos almorzar huevos fritos con carabineros, si bien antes hicimos una memorable subida a la sierra por un camino poco habitual. Cogiendo el camino hacia la mina de Don Tomás y pasada la hoya Sanz, casi en el barranco Billota giramos a la izquierda para ascender a la sierra. La mañana estaba curiosa con un mar de nubes a nuestros pies, a pesar de la poca altura. De uno de los picos gemelos al Tordello es la foto de la entrada. Por supuesto llegamos al punto geodésico y bajada por la umbría del Aguilla (oficial, Laila de siempre) para correr hacia nuestro verdadero destino: el almuerzo. Tampoco nos matamos con los 12 km que hicimos ese día, aunque la subida a la sierra es exigente.
Dejamos pasar las fiestas, y el 19 hicimos la tradicional peregrinación al Moncayo, aunque esta vez no para hoyar sino para ir desde Beraton hasta el Santuario por el Collado Bellido. De nuevo una excursión recomendable, con una senda preciosa desde poco más allá del collado hasta el Santuario. De nuevo nos perdió el almuerzo, que nos hizo retrasar mucho el día y decidimos volver por el mismo camino en lugar de hacerlo por la Lobera como era nuestra primera intención. Se quedará para la próxima. Fueron 26.7 km de los que remarcamos la polémica Garmin-Runtastic (iPhone) que se estableció en la vuelta. El lema de Rafa ya sabemos que es que para atrás ni para coger carrerilla. Parecido al de Luis I con lo que se quedó en tablas la cosa.
El día 22 volvimos a la Sierra con la intención de marcar la subida desde el Barranco Billota, en el límite de Morata. Mucho marcaje la verdad es que no hubo, pero si una nueva y divertida subida a la sierra que se vio truncada por un chaparrazo que nos cayó poco antes del pico Tordello. Nuestra intención era volver por la atalaya, pero visto lo visto, nos tiramos para el Casino lo más rectos posible. 10.2 km coronados con huevos fritos con callos, bacalao o calamares, a elegir. Reseñamos la incorporación de Raúl después de sus desventuras víricas ya olvidadas afortunadamente.
Y el día 26, tambíen tranquilos, decidimos ir a El Frasno por nuestra umbría favorita, regresando por la atalaya que no pudimos tocar el día anterior. 15.1 km interesantes.
Y nos queda el fin de semana, que si nada lo tuerce, nos hallará en el pico El Rayo saliendo desde Aluenda.
Salud.

Fotos de la salida

domingo, 26 de abril de 2015

CRESTEANDO POR ALGAIRÉN


FICHA TECNICA
 Fecha:   25/04/2015  
 Distancia:  11.6 km  
 Desnivel positivo:   795 m  
 Dificultad:   técnica  
 Tiempo Invertido:   4h17m (total)
En este puente de San Jorge nos animamos a subir al Cerro del Espino en los límites de Almonacid y Cosuenda. Allá nos fuimos los luises y Ernesto. Dejando el coche en la zona de las bodegas, en la parte de arriba de Almonacid, salimos para el monte camino de la senda botánica. Por ella vamos subiendo hacia la zona cercada en lo alto del monte. Es una subida dura y exigente, que te roba el aliento.

Ya en lo alto cresteamos hasta el cerro que se encuentra a 1188 m.  Es una bonita andada que nos sirve para hacer piernas en estas zonas rocosas. Entrenamiento para el Fragineto, como dice Luis.


Llegados al cerro, unas fotos y bajamos muy rápido, porque a pesar de la buena temperatura a primera hora, el vienta molesta y hace frío. En el descenso, nos resguardamos en un zona de piedras para protegernos del frío y damos cuenta del almuerzo. El descenso ya es vivo, y cuando llegamos a la pista que lleva a Almonacid, volvemos a tomas una senda que va paralela a la cresta y que nos lleva de nuevo a la zona del cercado y a la senda botánica del principio. No es una andada de muchos kilómetros pero es bastante completa y con unas vistas estupendas desde lo alto. Totalmente recomendable.


Fotos de la salida

UNA AÑO MÁS EN COSUENDA


FICHA TECNICA
 Fecha:   18/04/2015  
 Distancia:   29.2 km  
 Desnivel positivo:  1134 m  
 Dificultad:   calcetinada gorda  
 Tiempo Invertido:   7h45m (total)
 La primavera comienza en Cosuenda. Ha sido la máxima de estos últimos cinco años.  Este, con algo de retraso, volvimos a conectar Morata y Cosuenda un 18 de abril. Al llamamiento de Paco contestamos pocos cenefos, y aun con eso alguno se quedó por el camino. Menos mal que nuestros hermanos tenían bastante más quórum para la celebración. A las siete de la mañana (alguno, un poco más tarde) estábamos 9 en la plaza ávidos de kilómetros, monte y almuerzo: los luises, los pacos, javi, Antonio, los j. Carlos y Chema.

En esta ocasión evitamos ir a Mularroya y tiramos casi directos desde la cantera hasta algo más arriba del antiguo vivero, semi-cementerio de maquinaria… por ahora. Por la antigua gravera, tiramos por el camino paralelo al río camino de la Sardilla. Es una zona llana  que nos lleva pronto a las proximidades de las minas de plata de Alpartir. Por el camino se van quedando Pablo y su google, los azarollos de Paco (o sorbus aucuparia) y algún término complejo de nuestro idioma como caramullo. Solo la parte de las encinas es algo compleja por lo difícil del terreno. Demasiado virgen para mantener largo tiempo la verticalidad, y algo escarpado para mantener largo tiempo el resuello vivo. Con todo, y tras la parada obligada en las minas de plata, llegamos más pronto de lo previsto arriba, a la curva de la pista en la que solemos almorzar. En esta curva tocamos arrebato y fue un visto y no visto sembrar de viandas el camino y aligerar las botas (de vino) de nuestras mochilas. Un sin parar, vamos. A más de uno se le hizo dura la parada, excesivamente reponedora de sólido y líquido. Ni hambre ni sed, pareció ser el lema. Cuando ya todo estuvo saciado, hicimos la foto de rigor y tiramos para abajo, camino del valle de Tiermas.

En el pequeño ensanche que da entrada a la zona más frondosa del valle, nos reencontramos. Ya por entonces, nos costaba seguir el ritmo a algunos después de tan complejo almuerzo. Esta zona esta seriamente dañada por las lluvias de esta primavera, aunque aún mantiene viva la senda. Por allí, nos adentramos en tres grupos, y a un ritmo vivo, con el objetivo de llegar a la fuente, que se encuentra cerca del collado del Tío Francisco. En la reagrupación, más de uno aprovechó para aligerar peso, que no sé si es muy legal de cara a la subida que nos esperaba y en la que todos estábamos mirándonos con el rabillo del ojo.

Reanudada la marcha, nos encontramos enseguida con la senda del Tío Francisco. Allí cada uno sube a su marcha y por lo que parece, por primera vez en mucho tiempo no hay disputa por la primera posición, o al menos eso nos dicen a los que tuvimos que llegar ligeramente (este año, sí; solo ligeramente) más retrasados.  Desde allí, todo es bajada hasta Cosuenda. Con un ritmo más que vivo completamos los 28.8 km de este año.

Y ni que decir tiene que a partir de la llegada, todo es fiesta. Como siempre Silverio nos aguarda con la bogueda preparada. Con unos amigos suyos compartimos carabineros, chuleticas y buen vino. Excelente ambiente y las canciones tradicionales, antes de ir recogiendo velas los más madrugadores. Pasan los años y seguimos disfrutando como el primero. Gracias a Paco por seguir animándonos a esta marcha y a disfrutar de monte y buena comida.




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Fotos de la salida