lunes, 20 de diciembre de 2010

ADIOS 2010


Un nuevo año se nos está escapando. El año en el todos crecimos en pesimismo, el del realismo a hostias. Y entre crisis y mercados anduvimos de nuevo percutiendo caminicos, sofocando disgustos con cerveza, bota de vino o lo que tocara. Al menos, en el camino solo hay tregua, buena charla, buen almuerzo y un compañerismo que no entiende de pasados o futuros. Andar como meta, sin más. Para celebrar los 1000 km, las risas de tantas andadas, el lamento de no haber podido acudir a otras y tantos momentos que hemos ido reuniendo, nos juntamos para completar algo suave, rematar unas cervecitas, dar cuenta de una comida y desearnos lo que se suele: feliz navidad y que lo que nos viene nos sea leve ¡compañero!. Y esta vez seleccionamos un rodeo al Ebro.
A las 8 acudimos a la Torre del Agua Fernando, Miguel, Ángel  y Luis. Se nos unión Juan, excelente andarín que esperemos nos vuelva a acompañar en más ocasiones (Rafa estaba por Alemania, Juancho herido, Javi se disculpó y poquito más). En la salida tuvimos un recuerdo para nuestro cenefo tecno-bohemio (véase fotos), que nos dejó su GPS con track de la andada incluida, pero que tras varios intentos fuimos incapaces de cargar o al menos siendo conscientes de ello. Escaramuzas aparte, tiramos para Juslibol que para eso no es necesario track. La mañana, estupenda para andar. Pronto lamentamos el exceso de ropa con el que hemos acudido.
Llegados a Juslibol, tiramos directo para los galachos, zona que ya a esa hora empieza a estar transitada por ciclistas, en sus distintas variedades (objeto de análisis es el rico y explícito término globero, que adjetivamos doblemente para precisar toda la variedad de dos ruedas que nos rodea). Superado el centro de interpretación sigue un camino hacia Monzalbarba, marcado en todo momento, que ya tiene al Ebro como compañía. Hay alguna alternativa pero tomamos el sendero más pequeño que transcurre en todo momento paralelo al río. A esas horas avistamos parte de la fauna de gallináceas que abundan en estos parajes (ya sé que somos un poco burros en esto, pero hay maravillosos carteles explicativos que, in situ, permiten una mejor definición). No se tarda nada en alcanzar Alfocea y cruzar el puente hacía Monzalbarba. Precisemos que en el trayecto hicimos el primer contacto telefónico con el herido de guerra para que nos explicara cómo diantres funcionaba el GPS. Tentados estuvimos de llamar a Luis I, pero desistimos para no provocar ninguna carcajada desmedida. El caso es que más o menos Miguel se apañó.
Cruzado el puente, vino el momento lost. Varios caminos giran a la izquierda para retomar el río y apuntar de nuevo al charco. Optamos por seguir a Miguel, luego a lo que creímos sentido común y finalmente reculamos al origen. 2 kilómetros perdidos en Monzalbarba. Finalmente, ya con Miguel orientado sí que tomamos el sendero correcto que nos lleva a Zaragoza. El camino es suave, tranquilo y lo pasamos, como es costumbre: arreglando el país y sus controladores, recordando otras participaciones y participantes. Hubo incluso tiempo de llamar al Calleja de Valdejalón, que dispuesto estaba a venir a buscarnos a Monzalba.

Sobre las 12h cruzamos el puente de la autopista y estamos ya en la otra orilla del Parque del Agua. Habíamos quedado a las 12.30h con Juancho en el puente del Tercer Milenio, para que hiciera los últimos metros con nosotros. Allí lo encontramos, y juntos fuimos a reponer sales en el primer bar que encontramos. Poco después nos fuimos hasta el Coso Bajo para tomar un excelente aperitivo en una recomendación de Miguel y Juancho. Muy buena sugerencia. Bodega con excelente sabor de antaño, con camarero en la onda de las próximas medidas anticrisis y vermú con soda que quita la respiración. Repuestos, y entre dimes y diretes a propósito de la edad, nos fuimos camino de la sidrería Artxueta en la que habíamos reservado mesa. Mesa y restaurante porque fuimos los únicos. El resto es sidra, chorizo (a la sidra), tortilla de bacalao y chuletón. Comida rápida vamos. No se puede tildar de abundante, porque el hambre que traíamos nos hubiera llevado a devorar más de un menú que nos hubiesen echado. Como el año pasado, discutimos sobre la próxima temporada y aquí vienen algunas sugerencias que se apuntaron de una u otra manera para que quede constancia. A ver si nos aplicamos en este próximo año:
Pirineos y si es posible un 3000, S. Martín de Baldosera, La Sierra de la Virgen, La Cocha, Moncayo again y si fuera posible con raquetas, Alcubierre, la ruta de los 5 castillos, Paniza, Calatayud desde Morata, Riglos de nuevo, alguna ruta en Guara, alguna ruta en Teruel, la ruta de la silga, otra bloguerada…. La lista está abierta a sugerencias.

Y no queda más, cenefos. Hemos compartido camino y esto es lo que modestamente queremos para el próximo año: compartir camino. No somos mucho más que eso. Antes de que me inunde la filosofía ptolomeísta, abandono esta crónica. Eso sí, compañeros: paz, felicidad, amor, suerte, trabajo y mucha salud para todos nosotros y nuestras familias. Extensiva a todos aquellos con los que hemos compartido camino este año: nuestros hermanos de la peña ciclista por supuesto, los de la gasolina, los de los senderos… Para todos.