domingo, 26 de agosto de 2018

MÁS VICIO QUE UNA TOMATERA


FICHA TECNICA
 Fecha:   25/08/2018  
 Distancia:   12 km  
 Desnivel positivo:   algo más de 1000 m  
 Dificultad:   Pechadica pero suave  
 Tiempo Invertido:   Algo menos de 4h con almuerzo  
Los veranos se sunsen poco a poco cuando agosto comienza a rendirse y la presencia del otoño se adivina en un atardecer temprano o en una rebeca de más en la terraza del Casino. No está escrito pero parece tiempo de pasar página, de liar una hojita más y algo más cerca de la roja (¡Ay Don Miguel cuánto te echamos de menos!), en nuestro camino compartido. Quizás para ayudar a pasar el trago nos encomendados hace años al rey Moncayo, rey al menos de estos lares.
Algunos, pocos, mantenemos la tradición y buscamos su consuelo cuando ya toca retirada. Y este año no podía ser menos. Allá nos fuimos Alfredo, Chema, Paco A., Rafa, Juan Carlos y Luis, con la ausencia sentida de un Matucán herido que tanto nos ha alegrado pasadas ascensiones. Hemos tomado Cueva de Ágreda como referencia para esta subida desde hace años: excelente paisaje, subida exigente, dura en el tramo del barranco del Colladillo que da acceso a la cima, y sobre todo fácil de completar en menos de 4 horas (subida-bajada-almuerzo). Este año teníamos a Alfredo, que todos dábamos por culminador ante la ausencia de Miguel. También estaba Juan Carlos, que avisaba de sus escasos kilómetros (en los pies, que no en el cuerpo) en los últimos años. Quizás por esto último, tal y como llegamos salió sin esperar al resto que estábamos buscando ropa para protegernos de un frío que se anunciaba peor en la cima, cierzo mediante. 
Como siempre el camino por el bosque de robles, acompañados en el valle por el río Transmoncayo que nace al pie del barranco. Ya antes de llegar a esta zona del nacimiento, huérfana de árboles y repleta de ortigas, se había definido lo que iba a ser la ascensión: Chema y Alfredo habían pasado a Juan Carlos (que demostró que quien tuvo, retuvo) y se iban por delante seguidos de un Paco que se cansó de rodar con Rafa y Luis. Con todo, fue una ascensión muy agradable, sin descansos, al ritmo que cada uno se marcó y con mejores sensaciones que años atrás.
Los de cola, léase Rafa y Luis, cuando llegamos al pico nos encontramos ya con un almuerzo a medio desplegar y la sorpresa de que Chema había hollado en solitario. Por cierto, en menor tiempo que Miguel (¡ahí queda el reto!). A pesar de que nos habíamos prometido reservarnos para la comida, en el almuerzo llevamos más vicio que una tomatera: tapica de queso con anchoa, tomate y piparras (made in Chemita), carnes varias y vino, este último escaso de casta, pero que perdonamos porque bastante esfuerzo es cargar la bota (ante la ausencia de Luis 1, enredado con nuestro errante Zaragoza, solo Paco ejerció de picador). Como el cierzo arreciaba y la mañana no estaba para tertulias, y tras debatir sobre el silre y sus beneficios en las tomateras, nos hicieron (bueno, más que hacer, perpetraron) una foto de conjunto en el geodésico y para abajo. Bajada a guiñarol o guiñarón, que aquí surgió una de las dudas del día. Si alguien, sabedor del arte de labrar con caballería, nos la resuelve, bienvenida será la respuesta. Sea como fuere, Juan Carlos y Paco trazaron surco.
En poco alcanzamos de nuevo la pradera donde dejamos los coches y para el pueblo. Vamos a dejar en el vestuario lo acontecido después, que bien mereció una (y más) ascensiones a nuestro rey. Fue un placer compartir la jornada compañeros. 


Fotos de la salida

sábado, 11 de agosto de 2018

SANTABARBARADA 2018


FICHA TECNICA
 Fecha:   03-04/08/2018  
 Distancia:   60 km  
 Desnivel positivo:   800 m  
 Dificultad:  Calcetinada de las gordas
 Tiempo Invertido:  14h  
Los 60 km que separan la capital (concretamente la clínica Montecanal) de la ermita de Santa Bárbara dan para mucho. Así ha sido desde hace ya más de 8 años que venimos uniendo Zaragoza y el pueblo, sea en convocatorias bienales o anuales directamente. Esta vez la convocatoria fue escasa, y el primer viernes de agosto solo nos vio llegar a Chema, Paco A, Miguel, Javi y los luises al punto de encuentro a eso de las 20.30 y con un calor en Zaragoza de aúpa. Esta vez la furgoboni, ya jubilada, fue sustituida por el todoterreno de Paco A. Pese a lo que prometía (día más caluroso del año), la noche fue plácida e incluso algo fría gracias al cierzo que de vez en cuando soplaba, sin molestar pero suficiente para refrescar. Andada como siempre dura por los kilómetro sy el suelo, a veces asfaltado, otras pedregoso y duro, que solo alivia la complicidad de la noche y la conversación. Y también la suculenta cena de la que solemos dar cuenta en La Muela. Se nos fue tiempo allí, como se nos fue en el par de escarceos y pérdidas que tuvimos bajando desde el alto de La Muela por la parte izquierda. No aprendemos.
Como siempre lo peor a eso de las 3-4 de la mañana, cuando ya el cansancio hace mella y todavía es mucho lo que queda por andar. Menos mal que el amanecer todo remedia, aunque a la llegada a la zona de descanso que da inicio a la subida a La Perdiz, más de uno iba “aparentemente” tocado. No Miguel que echó a correr como si un Boni imaginario le pudiera disputar la cima. El resto andando y casi de tirón. 
Y así, chino-chano, dimos cuenta de la última santabarbarada.
Lo mejor, y este año mejor que nunca, el tercer tiempo. Jarritas de cerveza, migas, chuleta, buen vino, trenza y algún gin-tonic. Y por supuesto exaltación de la amistad.
No sabemos con qué uniremos Santa Bárbara el próximo año (noche mediante) pero mientras tanto, salud. Hasta siempre.


Fotos de la salida

URBIÓN


FICHA TECNICA
 Fecha:   01/08/2018  
 Distancia:   13 km  
 Desnivel positivo:  lo justo para sudar  
 Dificultad:   Fácil 
 Tiempo Invertido:  aprox. 3.30 h  
Anduvimos algunos cenefos estrenando agosto por tierras sorianas. Decir se debe que algunos de los allí presentes, debido a nuestra genética zaragocista, algo de repelús sentimos al pasar cerquica de donde pastó “el innombrable” que nos sumió, arribistas mediante, en el pastizal que ahora sufrimos. Menos mal que al volante estaba Ángel, mucho más tirando a colchonero (todo lo que se puede tirar), y nos condujo con pulso firme hasta el primer parking que da acceso a la Laguna Negra. Hubo eso sí que hacer una parada previa para estirar piernas, fumar (el conductor) y catar el dulce que nos trajo Jesús. Bien sentó, incluso con un trago de bota, poco antes de las 7.30, que era cuando estábamos a puntito de llegar a nuestro destino.

Llegados al mismo, Jesús, Ángel, Fernando y los luises, nos estiramos lo justo y para arriba; con destino al pico de Urbión que nos habíamos fijado como objetivo. Debemos decir que llegamos con escasos 12 grados, con lo que la mañana estaba fresca y nos las prometíamos felices, después del calor insoportable de la última semana de julio. Del parking parte una senda por el bosque, y acompañados de un riachuelo llegamos enseguida a la Laguna Negra. A esa hora de la mañana no había más fauna visible que la cenefa, con lo que pudimos disfrutar un rato del entorno y la quietud de la laguna que reflejaba, cual espejo, lo que fuera el antiguo glaciar.



De allí parte la ruta a Urbión. Está relativamente bien señalada y no hay peligro. Al menos eso reza un cartel: sin muerte. El primer tramo es algo exigente, más que nada por la pendiente y por lo pedregoso, pero es bastante corto y enseguida llegas al bosque por donde transcurre el sendero, siempre bien indicado. Seguimos nosotros la ruta que va por la Laguna Helada, con la idea de volver por la Laguna Larga y hacer un recorrido circular. Debe de ser similar, si bien la mayoría opta por la ruta inversa. Es cierto que la elegida obligó a una subida algo exigente, una vez que se abandona la zona de pinos, pero es siempre bastante agradable y con unas vistas preciosas. Al llegar a los 2000, se coge una especie de pista, camino algo más feo que nos conduce ya a la formación rocosa que forma el pico Urbión. Son aprox. las 10h, pero a esas horas ya empieza a llegar gente de rutas varias para ascender a la cumbre. Una vez hollado, hechas las fotos de rigor en la cruz que adorna el pico, bajamos a otro de los objetivos del día: el almuerzo. Dimos allí cuenta de raciones de carne y pescado, tomate (en singular, pero de más de un kilo) y el lubricante habitual en estas lides. Bien repuestos, descendimos por la Laguna Larga. Era por entonces, pasadas ya las 11.30 de la mañana (el refrigerio se alargó) cuando apretaba el calor y empezaban a subir familias con niños. La precaución (agua, cremas, gorras, buen calzado, etc.) parece que sigue sin cumplirse a la vista de lo que a nuestro lado pasaba. 

Al llegar a la Laguna, repusimos algo de sales con una Estrella Galicia 8 grados por encima de lo recomendable en días como el que inauguró agosto de 2018. Pero bueno, algo aligeró. Como se hizo tarde fuimos a comer a Vinuesa. Pasamos una excelente y animada comida, después de una buena andada. Eso sí, para entonces Vinuesa tenía 20 grados más que cuando pasamos a primera hora de la mañana. Chicharrina.


Fotos de la salida