FICHA TECNICA | |
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Fecha: | 30/08/2014 |
Distancia: | 15,56 km |
Desnivel positivo: | 652 m |
Dificultad: | Fácil |
Tiempo Invertido: | 4h24m |
No había pasado ni siquiera una semana desde que nos adentramos por las tierras del Moncayo cuando otra vez nos citamos por los alrededores del mismo.
Esta vez Raúl nos preparó una vuelta cerca de las Peñas de Herrera en pleno Parque Natural del Moncayo y a ella fuimos: desde Morata Fernando y Luis I y desde Nigüella Raúl y un servidor.
Todos reunidos en la entrada de Nigüella tiramos hacia Purujosa, pues será desde un sitio cercano al éste pueblo donde comencemos la marcha.
Tras unos 40 minutos de coche y sobrepasado el pueblo de Purujosa encontramos un camino que tira a la derecha y donde hay un pequeño parking desde el que comenzará la excursión.
Un cartel nos indica que aquí comienza una ruta circular de unos 20km, ruta que será la que en un principio sigamos aunque luego tocará improvisar, como otras muchas veces.
Con el día recién nacido, partimos por la excelente pista y tras las primeras rampas enseguida nos encontramos en una zona sin apenas cuestas.
Se levanta ante nosotros una imponente muela, la Muela de Beratón. Sus laderas cortadas nos acompañan durante un buen rato, mientras la conversación se anima, despertadas ya del todo las neuronas de los andantes.
Ya divisamos a lo lejos el Cerro Morrón con la impresionante y fantasmagórica pared de la muela aledaña.
Una voluptuosa formación calcárea se levanta ante nosotros en un abrir y cerrar de ojos. Sobre la roca unos inmensos agujeros hacen las veces de boca, ojos, ... de la cara de un grotesco personaje entre calavera, monstruo y fantasma. Bendita imaginación.
Nos surgen aquí dos alternativas: la fácil seguir por la pista según nos indicaba el cartel al principio, la difícil remontar un barranco que nos dejará cerca de la base de la muela.
No hay que decir que entre lo fácil y lo difícil, hay más probabilidades de que triunfe lo difícil, cosas cenefas. Remontamos un empinado y limpio barranco, por el cual nos sale al encuentro algún corzo, y llegamos hasta un cruce de caminos que nos puede conducir fácil de vuelta a casa. Pero ya que estamos aquí por qué no acercarnos hasta la cima de la muela y de paso a las inmediaciones del Cerro Morrón.
Dicho y hecho, remontamos una cresta de piedra viva y no sin esfuerzo accedemos a la parte superior de la muela desde donde las vistas son vertiginosas y los buitres son los amos y señores de los alrededores.
Disfrutamos lo que podemos del paisaje, pues ni la niebla ni el fuerte viento nos dejan disfrutar todo lo que hubiéramos querido. Aún así, acertamos a divisar una de las Peñas de Herrera, la del Picarro.
Unas fotos, último vistazo al paisaje y vamos a buscar un cobijo donde almorzar. Lo encontramos mitad de ladera y allí disfrutamos de embutidos, queso y vino en bota.
Rematado el almuerzo vemos de organizar el regreso de la forma más óptima posible, para no alargarnos mucho en tiempo.
Luis I con su GPS nos indica que por el camino que iba a la izquierda alcanzaríamos el pista por el que habíamos subido, eso si dando una buena vuelta, así que quizás tocara improvisar para atajar. Luis nos recuerda que "No hay atajo sin trabajo".
De repente nos aparece una pista a la derecha no marcada en el mapa pero que es muy probable que cierre con la pista inicial.
No sin dudas tomamos la pista y efectivamente tras una bajada de órdago, ésa nos deja en un punto por el que habíamos pasado esta mañana. Así que ahora solamente nos quedaban por desandar unos pocos kilómetros para llegar de nuevo al coche.
Final de trayecto y para celebrarlo nos acercamos al albergue de Calcena para allí degustar un "relaxing" (tapa del día) y una jarra.
Magnífica excursión por las tierras del Parque Natural del Moncayo, lugar tan cercano y a la vez tan desconocido. Seguro que no tardamos mucho en pisar sus caminos y senderos.
Esta vez Raúl nos preparó una vuelta cerca de las Peñas de Herrera en pleno Parque Natural del Moncayo y a ella fuimos: desde Morata Fernando y Luis I y desde Nigüella Raúl y un servidor.
Todos reunidos en la entrada de Nigüella tiramos hacia Purujosa, pues será desde un sitio cercano al éste pueblo donde comencemos la marcha.
Tras unos 40 minutos de coche y sobrepasado el pueblo de Purujosa encontramos un camino que tira a la derecha y donde hay un pequeño parking desde el que comenzará la excursión.
Un cartel nos indica que aquí comienza una ruta circular de unos 20km, ruta que será la que en un principio sigamos aunque luego tocará improvisar, como otras muchas veces.
Con el día recién nacido, partimos por la excelente pista y tras las primeras rampas enseguida nos encontramos en una zona sin apenas cuestas.
Se levanta ante nosotros una imponente muela, la Muela de Beratón. Sus laderas cortadas nos acompañan durante un buen rato, mientras la conversación se anima, despertadas ya del todo las neuronas de los andantes.
Ya divisamos a lo lejos el Cerro Morrón con la impresionante y fantasmagórica pared de la muela aledaña.
Una voluptuosa formación calcárea se levanta ante nosotros en un abrir y cerrar de ojos. Sobre la roca unos inmensos agujeros hacen las veces de boca, ojos, ... de la cara de un grotesco personaje entre calavera, monstruo y fantasma. Bendita imaginación.
Nos surgen aquí dos alternativas: la fácil seguir por la pista según nos indicaba el cartel al principio, la difícil remontar un barranco que nos dejará cerca de la base de la muela.
No hay que decir que entre lo fácil y lo difícil, hay más probabilidades de que triunfe lo difícil, cosas cenefas. Remontamos un empinado y limpio barranco, por el cual nos sale al encuentro algún corzo, y llegamos hasta un cruce de caminos que nos puede conducir fácil de vuelta a casa. Pero ya que estamos aquí por qué no acercarnos hasta la cima de la muela y de paso a las inmediaciones del Cerro Morrón.
Dicho y hecho, remontamos una cresta de piedra viva y no sin esfuerzo accedemos a la parte superior de la muela desde donde las vistas son vertiginosas y los buitres son los amos y señores de los alrededores.
Disfrutamos lo que podemos del paisaje, pues ni la niebla ni el fuerte viento nos dejan disfrutar todo lo que hubiéramos querido. Aún así, acertamos a divisar una de las Peñas de Herrera, la del Picarro.
Unas fotos, último vistazo al paisaje y vamos a buscar un cobijo donde almorzar. Lo encontramos mitad de ladera y allí disfrutamos de embutidos, queso y vino en bota.
Rematado el almuerzo vemos de organizar el regreso de la forma más óptima posible, para no alargarnos mucho en tiempo.
Luis I con su GPS nos indica que por el camino que iba a la izquierda alcanzaríamos el pista por el que habíamos subido, eso si dando una buena vuelta, así que quizás tocara improvisar para atajar. Luis nos recuerda que "No hay atajo sin trabajo".
De repente nos aparece una pista a la derecha no marcada en el mapa pero que es muy probable que cierre con la pista inicial.
No sin dudas tomamos la pista y efectivamente tras una bajada de órdago, ésa nos deja en un punto por el que habíamos pasado esta mañana. Así que ahora solamente nos quedaban por desandar unos pocos kilómetros para llegar de nuevo al coche.
Final de trayecto y para celebrarlo nos acercamos al albergue de Calcena para allí degustar un "relaxing" (tapa del día) y una jarra.
Magnífica excursión por las tierras del Parque Natural del Moncayo, lugar tan cercano y a la vez tan desconocido. Seguro que no tardamos mucho en pisar sus caminos y senderos.