FICHA TECNICA | |
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Fecha: | 13/04/2013 |
Distancia: | 33 km |
Dificultad: | Media |
Tiempo Invertido: | algo más de 7h |
COSUENDA'S BLUES
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Tomamos como otras veces la ruta hacia esa Mularroya
arrebatada. Hay en esos primeros instantes, dudas con los nuevos caminos (o
autopistas) abiertos en la cicatriz salvaje en la que han convertido lo que fue
un hermoso paraje. Caminamos rápido en este tramo típico de Moratada, en fila
india con Miguel (obvio) de avanzadilla. Nos vamos hacia la Sardilla para ir,
ya con menos cuestas hacía la zona de las minas de Alpartir, repitiendo el
camino que se hizo en 2011. La idea es llegar hasta cerca de La Butrera para
reponer fuerzas. Hay en esta zona de las minas, una buena y asilvestrada
cuesta, con un sendero casi borrado, lleno de maleza, que conviene tomarse con
la mayor calma posible. Lo mejor, el olor del camino. Y no es broma… está el
monte plagado de aromáticas que basta rozar para sentirlas.
Desde esa zona se divisa un hermoso paisaje, y podemos ver
también lo que se pretende hacer este año. Ya no descendemos al valle, como en
años anteriores, sino que cresteando por sendas y caminos se quiere llegar
hasta algo más allá de la Falaguera y a un paso de Valdemadera. Y allá que
fuimos.
En esta zona, el precursor de la ruta, Luis I, y el que nos
guía, Paco, tienen algún desacuerdo en cuanto a la ruta que hay que seguir (en
lo que coinciden es que es monte a través). Dejamos constancia que fue Paco
quien nos iluminó correctamente. Y menos mal, porque con la otra propuesta aún
estaríamos por el monte. Es una zona que realmente merece la pena en esta
época. Solo monte, sin excesiva zona arbolada, pero con un paisaje precioso y
un carrusel de subidas y bajadas, que hace duro el camino, pero de los que
gusta seguir. Camino en el que Javi estuvo como un toro, salía a todas.
Concluimos que debió ser el ibuprofeno. Cada uno a su paso nos fuimos acercando
a Valdemadera, hasta llegar a un cruce que por Peña Tía nos llevará al Raso de
la Cruz. En ese cruce paramos por última vez, para beber la poca agua que nos
quedaba. Desde allí, tomamos una senda espectacular, de gran pendiente y según algunos
ciclable. Un verdadero lujo de senda, esta vez, llena de árboles y con un
riachuelo paralelo con abundante agua. Durante el descenso, por causas varias,
nos dividimos en dos grupos, que ya nos vimos hasta que llegamos a la bodega
que nos acogió, algo más de 7 horas y 33 kilómetros depués.
Y allí como siempre, fuimos estupendamente tratados. No voy
a relatar la comida adornada de carabineros, solomillos, vino y jotas, porque
lo del vestuario, se queda en el vestuario como bien nos aleccionó Luis I. Óscar
para Chema. Dándolo todo Antonio, que nos regaló unas buenas joticas. Aquí
contribuimos casi todos, Paco el que más. Y en definitiva, estupendo fin de
andada, bien regado y homenajeado.
Excelente día como de costumbre. Saluda para el que viene.