domingo, 30 de noviembre de 2014

SELVA DE IRATI.- Sin palabras…..

Estaba bonito pero se recomienda realizar estos recorridos en la segunda quincena de Octubre o primera semana de Noviembre para verlos más espectaculares.


Fotos de la salida

domingo, 23 de noviembre de 2014

LAS PANTALLAS CAPACITIVAS, PACOMONDO Y LAS TRES ESTRELLAS


FICHA TECNICA
 Fecha:   22/11/2014 
 Distancia:   39,7 km  
 Desnivel positivo:   800 y pico m  
 Dificultad:   Calcetinada gorda 
 Tiempo Invertido:   8h andando

Ayer sábado 22 de noviembre, fue el día elegido por la peña ciclista para celebrar la tradicional peregrinación a Calcena. El año pasado fue realmente a Purujosa, así que para la mayoría de cenefos esta era la primera calcenada. Vivida la inolvidable jornada del 2013, era obligado repetir con nuestros hermanos travesía, que en esta ocasión iba a transcurrir por el GR-90 desde Morata hasta Calcena. Una calcetinada de 40 kilometracos.
HISTÓRICA FOTO DE SALIDA
Allá nos fuimos el día anterior Fer y el narrador, para poder dejar un coche en Calcena. Nos dimos cuenta de la soledad de nuestros pueblos. Pasado Morata era difícil ver a alguien en cualquiera de los varios pueblos del camino. Si acaso algún zorro o un corzo que a punto estuvo de costarnos un buen disgusto. Menos mal que respondieron los frenos. Dejado el coche, vuelta a Morata, cena reparadora en el Casino y a dormir. Todos menos Juancho que a eso de las 2 a.m. comunicaba vía guasap su aterrizaje en Morata.
A las 7.30 todos listos (Juancho incluido) para partir. Miguel, Paco, Juancho, Fer y Luis. Lo primero repostar en la panadería de nuestros amigos los Pelos, y una foto de salida. Aquí la cosa se complicó porque ni Arturo ni José, habilidoso uno y voluntarioso el otro, atinaron a sacar foto alguna de los varios móviles que probaron. Y mira que el seminario recibido tenía su aquel, pero ni por esas. Ni apretando aquí, ni jurando allá, consiguieron que el flash anunciara el habemus foto. Eso sí, el cuarto de hora perdido en esto mereció la pena por las risas que nos echamos. Menos mal, que otro cliente mañanero nos sacó del apuro. Resuelta la foto, emprendemos camino hacia Chodes, primer pueblo a conquistar en la ruta. Ya para entonces habíamos visto a algunos de los ciclistas que iban a salir algo más tarde hacia Calcena, aunque por otra ruta. En este tramo, Juancho nos propone su teoría, plausible, de la no-foto de los Pelos: las pantallas capacitivas y el oficio de panadero tienen cierta incompatibilidad si los ejercientes llevan los dedos con restos de la harina no conductora de la masa de pan. Lo damos por bueno.
Con la sonrisa de estos primeros momentos cruzamos Chodes, su antiguo vertedero y llegamos a la carretera donde nos saluda, y recrimina, la guardia civil. Es poquito trozo de carretera, pero hay que recordar el chaleco. Eso sí, el único coche que pasó fue ese. En Arándiga nos desviamos a la izquierda hacia el final del pueblo, pasado el castillo y sus andamios, y la ermita. Seguimos y aquí, el GPS andante que es Paco nos propone su primera variante del día. Un camino más directo, que según nos dice fue cortado por alguien para evitar cruzar un campo. Poco después comprobamos que fue cortado por zarzas, barrizales y una zona de agua que ya le cuesta la primera mojadura a Miguel. Repuestos de estos primeros sustos, seguimos por el camino de la Vera Cruz a pasar el Aranda y coger camino a Nigüella. Paco y su Endomondo nos van informando del ritmo de cada kilómetro, lo que se ha hecho, lo que nos queda hasta almorzar, por dónde
llegaremos a Mesones, etc. Esta sofisticada mezcla tecnológica consensuamos denominarla Pacomondo. Impagable.
En Nigüella, lo justo para quitarnos algo de ropa, que la mañana estaba buena, y echar un trago de agua, para continuar rápido hasta Mesones, donde tenemos algún contratiempo al buscar el punto de encuentro con Rosa y Gloria que nos esperaban para unirse al grupo. Hubo que sortear zarzas antes de encontrar el camino adecuado, pero una vez más Pacomondo salió airoso. Como siempre, recomendable este pueblo y su castillo. Es en el fortín que hay a la salida donde nos detenemos y damos cuenta de un almuerzo variado con mejillones, tortilla, embutidos, tomate… y algo de vino. En esta, ya Miguel empieza a sentir molestias en su pie que le lleva torturando las últimas semanas. Ni que decir tiene que el problema en el metatarso se convierte en objetivo de Juancho, que ya tiene a olveguita y meta entre sus victimas de caminatas.
Superado Mesones, nos dirigimos hacia Tierga por una de las zonas más bonitas del día, en la que pronto buscamos la compañía del Isuela, siguiendo las marcas del GR90. Algunas zonas son complejas de seguir y conviene estar atento. Merece la pena, aun cuando a veces se complique el paso. Pronto distinguimos las antiguas minas de Tierga que nos avisan de la proximidad del pueblo. En esta zona Fer y Miguel se adelantan y pensamos que realmente Miguel ya está recuperado de sus problemas a la vista del ritmo que impone. Pero no, en Tierga nos espera, más bien con ganas de abandonar, vista la ampolla que le ha salido por pisar mal
para evitar dolor. Aun se intenta que un BMW y su conductora se apiade del lesionado, pero no hay manera. Ni con eso, ni con la propuesta subliminal de Juancho y su amplia horquilla de posibles. No nos esperaba Paco Mur, que iba a hacer la ruta Tierga-Calcena, creíamos que con nosotros; su coche y sus restos esparcidos por el camino por el GR90 ya nos indicaban que nos iba a esperar en Calcena.
Reparado el pie de Miguel como mejor se pudo, seguimos hasta Trasobares y su cerveza. Es la zona pontonera, siguiendo el camino de la Vera Cruz. De nuevo bajamos al río y allí hacemos alguna hipótesis sobre el nombre del camino y su relación con una aparente cruz en la montaña fruto de grietas y años de erosión que mantienen amezante una gran roca en equilibrio. Desde lejos parece una
verdadera cruz, no templaria eso sí. En esta zona tenemos que cruzar el río… un par de veces. La primera con un puente construido sobre la marcha con piedras y que nos permite cruzar con cierta facilidad. La segunda, algo más compleja, aprovechando un tronco seco caído hace años y que hace de puente. Pacomondo comprueba la fiabilidad del mismo, y vamos pasando uno a uno. Aquí si que ya hay más problemas. Hay dos métodos: de pie y arriesgarse, a horcajadas y arriesgarse. Claro que los riesgos son diferentes… y la hilaridad también. Cada uno y una pasa como puede o quiere. Y Miguel, empeñado mientras tanto practica el tiro de jabalina con los palos. Debemos constatar que con uno o dos acertó y los demás fueron al agua, aunque rescatables. Aquí se perdió un buen tiempo, pero mereció la pena.
El tramo que seguía, ya se hizo con la promesa de Paco de llegar al bar y reconfortarnos con unas buenas jarras de cerveza. El sol ya había salido hacía algún rato y la temperatura era excepcionalmente buena para esta época del año. Tanto que el camino se hizo en manga corta. Algo pasadas las 14.30 llegamos a Trasobares y al bar La Ponderosa, donde fuimos recibidos estupendamente. Nos dejaron dar cuenta de la comida en el bar, con cervecita fresca y un café o té reponedor final. Fantástico. Y además dentro del horario porque teníamos planificado salir sobre las 15.30h. Foto de salida en el bar y adelante.
Poco después de salir de Trasobares, llegamos al kilómetro 31.45 de la andada que coincidía con el 3000 de los cenefos. Momento histórico que inmortalizamos con una foto. Como no controlo el Garmin, no se marcó bien el waypoint, así que nos quedamos con esa info los allí presentes. La ruta continúa y enseguida llegamos a la parte más dura de la etapa con una ascensión de algo más de un kilómetro donde no hay que salvar excesivo desnivel, pero que con los kilómetros ya acumulados se hace compleja. Ni que decir tiene que el lesionado Miguel y Paco se van por delante. Alguno intentó seguir a Paco, y aún lo tuvo a una distancia razonable en algún momento, pero poco… En la cumbre, Paco nos estaba esperando y allí fuimos llegando
desperdigados toda la expe
FOTO INMORTAL EN TRASOBARES (SOLO UNO NO ANDUVO, who?)
dición. Se nos prometió que desde allí, todo era setas de cardo y bajada hasta Calcena, pero cumplido lo primero, la bajada se hizo esperar lo suyo. Ya el tiempo se iba echando encima, así que aceleramos y pronto volvemos a retomar la orilla del río y a ver Calcena. Otra zona que merece la pena. Reagrupación poco antes de llegar a la zona del aparcamiento de la calcenada y desde allí todos juntos hasta el albergue. Punto y final a una estupenda jornada donde ha habido de todo, y todo bueno: risas, tecnología, alguna herida, alcorzes (que buen nombre), zarzas, pequeños chapuzones…
TRES ESTRELLAS con TRASOBARES AL FONDO
Cervecitas (los que podían), algún refrigerio y lo peor del día, ese Numancia-Zaragoza (repetimos partido del año pasado en la misma andada) que nos enfrió algo... poco. Esperemos que los ciclistas dieran cuenta de una estupenda cena (que no lo dudamos) y tuvieran una noche fantástica. Salud compañeros y hasta el año que viene.
¡¡MIRAD AL PAJARITO!!
EN CALCENA



Fotos de la salida

domingo, 16 de noviembre de 2014

EL CORAJILLO Y EL PICO DEL ÁGUILA


FICHA TECNICA
 Fecha:  16/11/2014 
 Distancia:   14,3 km  
 Desnivel positivo:  casi 700 m  
 Dificultad:   Fácil 
 Tiempo Invertido:   4horas y media





Hoy, domingo 16 de noviembre, tocaba de nuevo Guara. Miguel nos propuso subir al Pico del Águila, una ascensión sencilla a unos 1600 partiendo desde el pantano de Arguís. Así que con el frescor típico de estas fechas nos montamos en la furgo de Raúl a eso de las 6 para rodear los 3000 km que ya los tenemos acorralados. Tardamos más bien poco en alcanzar Arguís y como no había amanecido buscamos resguardo en el Hostal Migalón y encontrar el corajillo necesario para la subida. Unos más reglamentarios que otros dimos cuenta de un reparador tónico que nos alegra la mañana.
Base del pantano, botas y para arriba. Enseguida se distingue la senda, con la tablilla correspondiente que marca la ascensión al pico. La subida es espectacular entre un hermoso pinar, algo embarrado por la lluvia del día anterior. Eso sí, nada de sol y si acaso alguna nube amenazante que solo se quedó en eso durante toda la mañana. Con Raúl de guía y llevándonos con el gancho fuimos ascendiendo los algo más de cuatro kilómetros que separan el pantano de la cota 1600. Bonitas vistas del pantano y toda la zona de las estribaciones de Guara, con barrancos de vértigo y algunos pedregales difíciles de atajar, aunque por lo visto más de uno lo ha intentado. Una buena sudada, y alguna lección de setas que va dejando Raúl.
En la cumbre tenemos las antenas del Pico del Águila, que al parecer debe su nombre a la forma del pico, o puede ser que a la vista lejana de Guara, la Hoya, el Moncayo o los Pirineos que se puede tener desde lo alto. Eso sí, si el tiempo lo permite. No era el caso, si bien podemos ver el Tozal, el Salto del Roldán, distinguir el Moncayo e intuir Pirineos al fondo. Hacía frío arriba, así que enseguida nos damos la vuelta y ascendemos a otro pico gemelo también antenado que hay cerca. Ya para entonces empezamos a ver a seteros y ciclistas que abundan en esta zona a partes iguales, al menos en esta época. Hoyados los montes, damos cuenta del almuerzo, algo menos contundente que de costumbre. Que ni el frío, ni la hora daban todavía para mucho más. Eso sí, la bota casi cae. Faltó Luis I.
Ya lo demás es todo bajada. Por sitio diferente y algo complicada por lo pronunciada y porque el barro, las raíces sueltas o las piedras mojadas no juegan a nuestro favor, como pudo comprobar Miguel. En esto Raúl y su rodilla están menos suelto que para subir. Pronto llegamos a la ermita de la Virgen de Ordás, un bonito paraje con un excelente merendero al que prometemos regresar con alguno kilo de chuletas para echar algo más que la mañana. Puestos, nos acercamos a ver el castillo de Ordás, que en realidad es una pared, pero en un bonito cortado que nos permite ver a unos cuantos buitres leonados a nuestros pies. Cumplido el cupo de visitas del día, volvemos al camino y seguimos descendiendo hasta alcanzar la carretera que seguimos, en paralelo, hasta llegar de nuevo al pantano. Bonita mañana que rematamos en un merendero con chimenea y brasas, y botellas del siglo XIX. Si alguno no ha probado gin-tonic de Green Fish que se acerque. De una sentada no se acaba. Tampoco el porrón de la barra.
Repuestas sales, vuelta a Zaragoza. Y ya no queda nada para las tres estrellas.



Fotos de la salida

viernes, 14 de noviembre de 2014

Pusilibro desde Loarre


FICHA TECNICA
 Fecha:   02/11/2014  
 Distancia:   16,3 km  
 Desnivel positivo:   694 m  
 Dificultad:   Fácil 
 Tiempo Invertido:   5h1m 

Existe en el linde de La Hoya de Huesca un castillo que otrora sirvió para defender al joven Reino de Aragón de las huestes sarracenas, sitas ellas en la cercana población de Bolea, ahora famosa por sus cerezas.
Loarre da nombre a este castillo propiedad original de Sancho III de Pamplona y cedido a su hijo Ramiro, el que a la postre sería el primer rey de Aragón.
Aunque sus muros y murallas evocan cruentas batallas medievales, parece ser que en ningún momento hubo batallas épicas entre moros y cristianos, quizás por la aparente invulnerabilidad de la construcción quizás porque a los musulmanes poco les importaban esas tierras montañosas tan poco útiles para la agricultura. Así que el castillo se ha conservado impecable hasta nuestros días y por eso ha sido usado en algunas ocasiones como exterior de rodajes cinematográficos y televisivos.
Aunque no quiero alargarme con la historia de este afamado castillo de Loarre, no puedo pasar por alto la reforma que hizo Sancho Ramirez, hijo de Ramiro I. Para que el Papa reconociese como reino al joven reino apócrifo de Aragón, Sancho Ramirez ofreció vasallaje al Vaticano y por ésto, además de hacer el correspondiente reconocimiento, ofreció fondos para la primera ampliación del castillo; además a partir de entonces en la enseña real de Aragón luciría como fondo el campo dorado, distintivo de la Santa Sede, y así ha perdurado hasta nuestros días.
Historia antigua aparte, nos centraremos en una historia más reciente, la acontecida el domingo día 2 de noviembre por las tierras de la Hoya de Huesca.
A esta cita acudimos: Raúl, Fernando, el recuperado Juanjo y el que narra, un servidor. Temprano pues desde Zaragoza hasta el castillo de Loarre tenemos hora y media de viaje y no queremos que se nos haga muy tarde en la vuelta.
La mañana fresca nos despabila y aunque nos faltan los tertulianos más activos, el camino no se hace aburrido y en un pispás nos plantamos en Ayerbe donde Juanjo, haciendo gala de sus dotes comerciales, nos consigue un pan recién salido del horno a un precio de ganga.
Con el pan y las risas, hacemos los escasos 8 kilómetros que nos quedan hasta el castillo y allí nos deleitamos con la formidable fortaleza que apenas se deja ver entre la densa niebla de este primer domingo de Noviembre.
Botas, mochilas y pertrechos preparados, arrancamos raudos para intentar combatir el frío de estas primeras horas de la mañana.
Miguel, con su GPS nuevo, nos guía con maestría primero por un camino, luego campo a través, un sendero, ... y, "¡¡Parad!!, que nos hemos salido de la ruta". El exceso de confianza hace que nos hayamos desviado bastante de la ruta elegida y en lugar de volver decidimos innovar y ascendemos a través de un barranco que vemos nos conduce al camino original.  El barranco, al principio facilón y acogedor, se convierte en una maraña de maleza que nos cierra el avance en uno y otro flanco. Sin ver salida buena, a apenas 50m de la ruta original, hemos de retroceder penosamente; una retirada a tiempo es una victoria, queremos pensar.
Encontrado el camino desde donde tomamos el barranco, replanificamos la ruta con el mapa del GPS y ahora por camino el avance es mucho más rápido.
Alcanzamos en poco rato la ruta original por la que vamos haciendo camino y gana de almorzar. Buscamos un sitio recogido y acogedor y lo encontramos al lado de un pino caido y entre algún boj, allí preparamos el improvisado comedor.

Con el pan de Ayerbe, los boquerones de Raul, el chorizo de Salamanca de Juanjo, la butifarra negra, ... nos damos un festín de rechupete, siempre regado por la bota Cenefa que no se pierde una.  Aquí vivimos un momento tenso cuando Juanjo le preguntó a Raúl si se comía las colas ¿?  Se refería a las de los boquerones, vaya susto.
Como la niebla en lugar de levantar parecía hacerse cada vez más espesa y el frio empezaba a calar en nuestros inmóviles cuerpos, y a punto de empezar a hacer la digestión, decidimos arrancar para llegar a nuestro objetivo del día, el pico Pusilibro.
Primero por camino y luego por sendero vamos dejando a nuestro paso cantidad de setas y hongos los cuales por no conocerlos no puedo dar más detalles que el color: naranjas (creo que eran rebollones), blancos grandes, rojos pequeños, otros grisáceos, ...; Raúl casi se desatornilla la cabeza de mirar de un lado y para otro.
Hacemos los últimos metros y accedemos al Pusilibro, de casi 1.600m de altitud. Allí un vertice geodésico nos incita a fotografiarnos en la cumbre y hacemos un selfie (simply según Raul) como los modernos.
Aquí el aire cala hasta los huesos así que apenas unos minutos, alguna foto y enseguida descendemos por la otra vertiente del monte para buscar el sendero de vuelta hacía el castillo.
Tornamos ahora por una espectacular cresta rocosa que nos hace pensar las magníficas vistas que tendríamos desde aquí si no fuese porque la densa niebla sigue presente a nuestro alrededor.
Por la cresta, según Juanjo muy expuesta, vamos perdiendo altura rápidamente y enseguida nos plantamos en un cómodo camino que nos habría de conducir hasta el sendero P.R. que termina en el castillo.
Desde los últimos tramos del sendero las vistas del castillo son espectaculares y solamente quedan deslucidas por la niebla que nos ha acompañado durante toda la mañana y que justo ahora parece que empieza a levantar.
Tras discutir levemente en qué lugar habríamos de reponer las sales perdidas en esta mañana de domingo, escogemos el bar que hay en el centro de visitantes del propio castillo, así la recompensa es doble.




Excursión totalmente recomendable y seguramente repetiremos para disfrutar de las vistas que hoy apenas hemos podido imaginar.



Fotos de la salida