lunes, 26 de julio de 2010

Creando Cantera

Domingo. Día de Santiago y cierra España. Tocaba salida con nuestros hijos (más bien hijas) para ver si poco a poco van cogiendo el gusto de andar. Un clásico en Morata: la vuelta Morata-Chodes-Las Torcas-Morata con visita a otro arco de piedra, este más espectacular que el de Alpartir (que tampoco desmerece). 7 km con un poquito de casi todo, en comedidas dosis que esta el intervalo (que no rango) de edad se ensancha de los, más o menos, cinco a los cuarenta y bastantes. La quedada ya fue complicada, más que por los niños, por algún que otro cenefo (de facto o in pectore) con despertar laxo. A trompicones fuimos llegando al albergue una tropa abundante. Solo mencionaremos los verdaderamente importantes: María, Blanca, Inés, Marta, Lucía, Julia, Nacho y Frida (creo que correctamente ordenados).
Comenzados la salida a eso de las 9.30 h, tirando para Chodes por Capurnos. Hicimos un pequeño alto en la zona de inicio a la escalada que hay (casi) a pie de puente, pero nos quedamos con las ganas de hacer de la vía ferrata (arneses no faltaban). Tirando para Chodes nos cruzamos con los colegas de la PC que han salido de buena mañana a estirar un poco y ganarse el almuerzo. Ya en el camino, empezamos con los primeros problemas de mosquitos, que a la vista del rastro dejado son algo más que tigres. Ni el Aután parece hacerles mella.
La solana de la zona del viejo castillo se reparte entre los diversos grupos que se van formando camino del río. En breve, llegamos a la mineta y podemos contemplar nuestro río, que aún en estas fechas baja bravo y burlón de promesas de caudales ecológicos. No sabemos qué conocerán los hijos de estas cenefitas, pero nos tememos lo peor. Cruzando por el puente de las Torcas, llegamos a nuestra peña agujereada. Reponemos fuerzas con unas rondas de chuches para los niños y una bolsa para Juancho. Rumores había de su filia, pero no se considero que llegase a tanto.
Subimos a la peña e hicimos sesión de fotos, antes de bajar y asistir a la refrescada de pinrel de Belén. Pertinentes risas y hacia Morata. En la zona de escalada había más de un grupo que aprovecha la buena mañana y la sombra para tirar de roca. Es un espectáculo ver como van ascendiendo poco a poco, con tesón, aprovechando cada asidero de la pared. Con más asideros y menos tesón para subiendo hacia las paredes negras. Ya alguna niña empieza a dar síntomas de cansancio y ni la preciosa vista del pueblo le reconforta en exceso.
El camino es ya llanito, pasando por el comedero de buitres y la zona del tren encajonado, antes del cruce con las viñas bajas. De ahí, en adelante, una pequeña subida y la bajada al calvario fin de etapa.
El resto, como de costumbre. Vermú popular en el albergue con jarras isotónicas (en sus variedades de sola, con gas o con limón), barritas energéticas de torreznos y dos platos de patatas bravas para compensar tanta mesura.
Los niños felices. Creando cantera.

domingo, 18 de julio de 2010

PIM, PAM, TOMA ARCO DE PIEDRA

Seguimos aprovechando el olor a vacaciones y pueblo que nos trae el verano para seguir andando por los alrededores de Morata. En esta ocasión el organizador nos ha marcado una etapa que ya hicieran los de la gasolina: visita al arco de piedra de Alpartir. Como es costumbre, a las siete quedamos en el Albergue. Esta vez un grupo más numeroso con Fernando, Miguel Ángel, Juancho, Rafa, Luis y Ángel, que ya nos había acompañado el día de la silga, y al que esperamos en futuras ocasiones.
Llegado a Alpartir nos desviamos a la derecha para dejar el coche en la zona de eriales que corona el pueblo. Desde allí parte un camino que nos ha de llevar al cruce de caminos que marca la entrada al valle de Tiermas. Viejo conocido, emprendemos la andada por esta agradable zona, umbría a esas horas de la mañana. Nos lleva poco tiempo recorrer las huertas, y alcanzar un cruce, a la derecha, con la Senda de Ortigas Viejas, recuperada por la Butrera y excelentemente marcada con un poste a la orilla del hoy seco río Alpartir. Recordamos lo hermoso de esa zona en primavera, cuando la recorrimos en sentido inverso aprovechando la andada de Valdejalón. Tomamos la senda y tiramos para arriba. Ahora ya rompemos a sudar más de uno, conforme vamos ascendiendo hasta llegar a una paridera junto a una pista que lleva al pico del Buitre. En este lugar reponemos algo de líquido y empiezan los primeros momentos de confusión.
La hoja de ruta marca que debemos tomar la Senda Solana que parte de la paridera, prácticamente en línea recta con la de Ortigas Viejas. Escarceos y como siempre, fe en Garmin y en el organizador. Tiramos para arriba con Fernando de guía. No ha de pasar mucho, para darnos cuenta que lo que era senda, es pedregal, monte y acaso campo. En fin, que nos hemos desviado. Aun con todo tiramos monte arriba, ya con la referencia de la pista del Pico del Buitre a la izquierda. Definitivamente, hemos roto a sudar del todo. Una vez hollada cima, reflexionamos y avistamos lo que puede ser la senda, que siempre hemos tenido cerca. Allá nos vamos para poco a poco recuperar la calma, ahora que la altitud alcanzada nos dice que ya casí todo está subido.
La Senda Solana nos hace confluir al final con la pista. Después de la dureza del monte a través esto es lujo y empezamos a subir el promedio. Poco nos queda de tranquilidad porque enseguida hay que dejar la pista, en una zona llana, que tiene un monte a su izquierda (Casca Alta) con un sendero que debemos de tomar para ir al Arco de Piedra. Constancia dejamos de la presencia por allá de un cazador en una época más de senderistas que de cazadores. En todo caso, cuando alguien lleva escopeta en mano no se carga de razones pero si descarga precauciones, y ante la ausencia de Luis I, optamos por cabecear sin más.
Subida la senda se alcanza una cresta que tiene abajo un valle y a la izquieda el monte pedregoso de la Casca Alta. Hacemos un primer intento de encontrar el Arco, con poco éxito por lo que decidimos subir al monte para atisbar el panorama y el almuerzo. Ambos impresionantes. Merece la pena subir para tener una excelente panorámica de la Sierra, incluso del lejano Moncayo. Abrimos mochilas, tomates, longanizas, panes y demás, y damos cuenta de la obligada reposición. En este caso, las que han entrado han superado las gallinas salientes. Ángel, más frugal, opta por los azúcares. Todo vale.
Una vez repuestos, retomamos la búsqueda del Arco. Mole de piedra de grandes dimensiones que sale a tajo del monte, ya en descenso al valle, con un precioso agujero ojival que le da nombre. Fotos de rigor y tiramos para la pista que se ve abajo, desde la base del arco. La técnica es sencilla: a cuchillo. Solo aplicamos el raciocinio para superar una zona de zarzales. Hecho, retomamos la pista y tiramos de nuevo para alcanzar el valle que habíamos dejado a primera hora de la mañana, si bien más arriba. No era esta la primera intención, ya que queríamos tomar la Senda de Valdelagües, pero no atinamos. Tenemos excusa para volver. Ya en el valle, hay algún momento de debate, sobre qué hacer. Pero hay compromisos varios, por lo que optamos por tirar para Apartir y hacer una etapa más corta de lo habitual.
Curiosamente, no ha habido debate lingüistico, ni casi polémica. Salvo la de oquedad o cueva, que dejamos para los apasionados del google o gondal. Etapa bonita, apacible y con un toque de monte que habíamos perdido.
Lo demás ya se sabe: Albergue, jarras de cerveza y viandas varias. Gracias Juan. Reconocimiento también público al cenefo Miguel Ángel que ha tenido dos buenas ideas en una sola mañana. Así, a pelo. A concretarlas. Y por supuesto a los de la gasolina que nos inspiraron y a la buena labor de la Butrera.
Felicidades y un fuerte beso a Marta de todos los cenefos.

martes, 13 de julio de 2010

"Fajeando" la Sierra de Algairén

Para recuperar el tono y encarar el verano, había preparado Juancho un paseo por la Sierra de Algairén, sin collados y con la subidita justa para abrir poros y echar fuera la condensación de Knoevenagel.  Para Almonacid de la Sierra nos fuimos, siete de la mañana como tiempo cero, el equipo A más Rafa y Luis.  Desde los 600 m de este pueblo de hermoso nombre y mejor vino comenzamos la andadica
La salida hacia la Sierra, suavecita, nos enreda en un trote llevadero con el alivio del escaso frescor de la mañana y la sombra de los prometedores pinos que enmarcan el camino. Es  zona primera de subida llevadera, que para aquellos que han apaleado sillas en las últimas semanas o meses exige algo de esfuerzo. Nada importante. Avanzamos por el Prau y las fuentes de los Hortales de Val de Garzón y enseguida alcanzamos una pista  de la Sierra que permite otear los hermosos collados que la coronan. Curiosamente nada de fútbol (día previo a la gran final), nada de política, pero algo de discusión orográfica y superhéroes. Sobrepasada la replaceta de Almonacid, alcanzamos en breve el colladico de la Granadina donde a Fernando le da un pronto y se pone a subir corriendo el monte que se le viene encima. Desahogado, volvemos a retomar la marcha, siempre entre sombra camino de la Fuente Las Juanazas en la que refrescamos algo el calor que ya a esa hora empieza a ser sofocante. Hoy pega duro, muy duro.
En la casa de los Frailes, de origen salesiano, descansamos un buen rato para dar cuenta del reglamentario almuerzo y de como silga, sirga o sierga pueden confundir a más de uno. De nuevo Fernando nos acogota con una demostración de fuerza sin precedente: salchichón, pimientos, sardinas y lomo TODOENUNO. Un bocadillo completo (carne-pescado) con escasos precedentes en nuestras salidas. Los de Tierra, han tomado sus precauciones: barras de pan fresco, paquete de jamón y tomates. En fin, un despliegue al que solo falta la bota cenefa que toma descanso en esta época de escarnio. La zona es muy agradable y llena de calma que a estas horas solo es perturbada por las cigarras que cantan una chicharra continua y estruendosa (ritmo vuvuzela) que no presagia nada bueno.
Al poco nos decidimos bajar, camino del Raso de la Cruz, zona de descanso y cruce de varios caminos y sendas. Excelente punto de múltiples excursiones bien señaladas. Aquí tiramos hacia la derecha para subir una preciosa senda que nos lleva a una mesa de piedra (el sitio del Emparrado), antes de iniciar la dura subida a la nevera. Senda en la que ya Rafa y Luis muestran signos de atravesamiento y de echar algo más que la Knoevenagel. Pero aguantan como unos jabatos, y en poco se toma un zona meno exigente que nos lleva a la Cueva las Tocinicas y el Mirador de Val de Tobarcé. A partir de aquí si que parecía que todo va a ser cuesta abajo en la rodada y bajo un sol de justicia. Y así fue, en parte, proque aun nos esperaba antes de Cosuenda el alto de Aguarón. Nos prometemos agua a discreción al final, y así nos motivamos.
Cerca de las 12h llegamos a Cosuenda. Plebiscito para decidir si paramos o no a reponer sales. El resultado fue 6 jarras de cervezas. Algo suave y ya tomamos el camino asfaltado que lleva de Cosuenda a Almonacid. Algo durete por la hora, el calor y la dureza del asfalto, siempre más desagradable que la cómoda tierra. Saludamos a la población en general y algo más que no recuerda este cronista, cuando llegamos a Almonacid.
Cervezas justas, Simoneta y tanga de cocodrilo de Sabina. Y fin de fiesta.
Bonita etapa, recomendable. Visitamos: www.lugardecosuenda.org.
Aprovechamos para publicitar la nueva web del ayto de Morata:  www.moratadejalon.org
Nothing to do con lo anterior. Enhorabuena.
Deberes: fajear y sierga.

lunes, 5 de julio de 2010

A vueltas por Monegré

De nuevo los Cenefos nos disponemos a realizar una etapa previsiblemente dura, que a la sazón lo sería.
El punto de partida escogido fue la plaza de Nigüella; Miguel había preparado una marcha que sobrepasando los 20km tenía como hito más importante el acceso a la cumbre del cabezo de Monegré. Entre tanto habría que ascender barrancos, sortear todo tipo de vegetación, algún que otro campo sembrado y hasta algún animal contrariado por nuestra presencia.
Comenzamos a las 7:15 de un domingo que se presumía caluroso y a la postre lo fue. Juanjo, Fernando y Miguel, que no traía buena cara; la noche del sábado le pasaba factura ahora y más adelante también lo haría.
Raudos, tomamos la carretera que en apenas unos cientos de metros nos enseña el camino por donde deberíamos comenzar la aventura.
El camino pronto desaparecería de nuestros pies y deberíamos comenzar a subir por el barranco de la Iglesia por un sendero levemente marcado, casi indistinguible.
Dicho barranco recuerda a los desfiladeros de las películas del oeste donde unos astutos indios tienden una emboscada a unos repeinados cowboys. Este día no apareció ningún indio, tampoco nos sorprendió.
El ascenso del barranco nos condujo hasta un lugar donde ya no había ni camino ni sendero, lo cual nos obligó a cortar monte a través entre romeros, aliagas y otras delicadezas. Miguel había prevenido al resto de tales compañeros de viaje, y tanto Fernando como Juanjo habían venido preparados evitando el pantalón corto. Curiosamente el único que apareció con pantalón corto fue el organizador, así que tenía todos los votos para acabar hecho un "ecce homo".
Salvado este primer monte a través, se accede a Pizaiza. Desde aquí ya se vislumbraba nuestro objetivo, el cabezo de Monegré. La vista también alcanzaba un poco más a la izquierda la Buitrera y justo a nuestra derecha Peña Blanca.
Entre campos de trigos y algún agricultor madrugador, que no guarda fiesta ni los domingos a estas horas, llegamos a la falda de Monegré.
Primera ascensión por el baranco de Valmoreno hasta llegar al punto divisorio donde un camino parte hacia el santuario de Rodanas y otro circunvala el macizo de Monegré. A apenas 100 metros a nuestra derecha, peña Blanca resplandece bajo el sol con su lechosa tonalidad en fuerte contraste con el oscuro color de Monegre, no en vano el nombre del viene de "Monte Negro".
De nuevo monte a través y afrontando una dura ascensión emprendemos camino hacía la cima. Primero un pequeño tozal y finalmente el vértice geodésico nos confirma que habíamos hecho cumbre. Unos 930 metros de altitud y a pesar del día poco claro, un casi infinito horizonte otorgaba merecido premio a la dura ascensión.
Rápidamente descendiendo entre pinos y carrascas vamos a alcanzar de nuevo al camino que nos llevará finalmente hasta nuestro punto de partida.
En el descenso un gran jabalí contrariado por la visita de tan inesperados visitantes huye presto como alma que lleva el diablo sin mediar saludo con los caminantes. En esta zona llena de cazadores cuando es temporada, el animal no podía imaginarse que fuésemos en son de paz.
Descendido el cabezo, quedaban unos 10km por un camino de buen andar, para suavizar en la medida de lo posible la marcha.
Pasaban de largo las 10 y tocaba almorzar. El calor que ya empezaba a ser agobiante y la escasa cantidad de agua preparada para esta marcha, hizo que el almuerzo fuese frugal.
Tras el almuerzo continuamos por el camino que une el Santuario de Rodanas con Nigüella y justo antes del alto de la sierra de Nigüella las piernas de Miguel dicen stop y se requiere apoyo logístico desde Nigüella. Fue un rescate en toda regla, bueno lo que fue en toda regla fue el cachondeo luego el pueblo.
Diezmado el grupo, ahora Juanjo y Fernando continúan descendiendo la sierra de Nigüella con el castillo de Mesones que luce majestuoso de fondo.
Desde esta zona, La Nava, y con más de 20km en las piernas el camino se empieza a hacer pesado, menos mal que la "cultura popular" nos deja por el camino entretenidos letreros puestos en idiomas inclasificables.
Finalmente llegamos a Nigüella a la hora del vermú, en torno a las 12:45 aprox, donde damos buena cuenta de bebidas y viandas, saludando a unos y otros, que éste es lugar de buenos amigos.

PD: No conviene mezclar actividades tan disjuntas como las que se ejercen el sábado por la noche y las del domingo por la mañana, sobre todo como la narrada en esta crónica. Si no, que le pregunten algún Cenefo incauto.