lunes, 29 de agosto de 2011

Moncayada 2011

Culminada la Calcenada, purgadas las fiestas de Morata y oliendo ya a final de verano, mandan los canones cenefos que subamos a rendir pleitesía al monte que nos apuntala Aragón por el Oeste. Esta vez, fuimos en masa como puede verse en la foto. Hubo, por supuesto, que madrugar y a eso de las 6.30 estábamos en el Albergue, con los coches preparados y las barras de pan recién salidas del horno de "Los Pelos". Como el año anterior, elegimos Cueva de Ágreda como punto de salida y allá nos fuimos. Hubo que sufrir esa carretera que deriva en Tierga hacia Calcena y Purujosa, y que hace de una zona preciosa de este desconocido Aragón, una pequeña tortura que siempre merece la pena. Pasado Beratón comenzamos a temer lo peor cuando vimos que el termómetro del coche baja a 2ºC (¡27 de agosto! y en una semana en la que la mínima en Morata era 25ºC). Íbamos preparados para el frío, pero no tanto. Nuestro gurú (www.eltiempo.es) tenía como predicción 8ºC sobre las 8.00 h en Cueva de Ágreda. Afortunadamente, el termómetro fue subiendo al acercarnos al destino, y en Cueva ya marcaba 6ºC: un frío de narices, pero no helador (una vez más, Maldonado la ha -o casi- clavado). Visto el panorama, nos pusimos rápido botas y polares, y para arriba.
La salida, ya sabemos que está en la casa rural que hay justo a la derecha a la entrada del pueblo. De allí parte una pista hacia el robledar, que ya no abandonaremos hasta el final. La subida inicial entre árboles, es agradable a esa hora de la mañana y nos permite sacudir algo el frío mañanero. Boni, que se encuentra muy bien-muy  bien, Fernando y PFman van tirando a un ritmo excesivo y que últimamente se está convirtiendo en rutina. Así que formamos dos grupitos, con Rafa, Juan Carlos y Luis detrás, para bajar algo la media. Acabado el robledar se entra en una zona de arbustos, donde la pista ya es senda paralela la riachuelo que nace del principio del barranco que nos aguarda. Alguna foto, algún comentario sobre los restos de aviones y poquito más nos deja esta zona. Juan Carlos, que ya hizo la subida desde Beratón, se resiente algo y jura que esta zona es más dura que la de Beratón. En todo caso, primas hermanas.
Lo más duro llega cuando se cruza el riachuelo y embocamos el barranco que nos ha de llevar arriba. Es una subida dura, tanto por la pendiente como por el firme: una senda discontinua y un lecho de piedras, que te obligan a descansar alguna vez para no perder resuello. Bueno, salvo a PF que está como nunca. El grupo de cola, va a su ritmo, y alguna trampa cae por parte de Rafa que hasta se detiene a leer el periódico (recordemos que es el mejor aislante térmico para la botella de agua) para ir sosegando el ritmo cardiaco. Ya con el sol de cara y algo de brisa llegamos por fin arriba, donde nos reagrupamos. De allí a la cumbre ya es un auténtico paseo.
En la cumbre, la foto de rigor para celebrar que un año más disfrutamos de la salud necesaria para visitar esta cumbre, y por supuesto bocadillo comunitario. Aquí no hay tanta fatiga y damos cumplida cuenta de la bota cenefa y de lo que se nos pone por delante. Incluida las latas de sardinas que ha aportado Juan Carlos y que están estupendas. Con pena, tiramos de nuevo para abajo. La bajada no es tan difícil como la subida, pero tampoco le anda a la zaga y más de uno se resiente, o incluso echa mano del Espidifen (otro recurso mágico, del que no hay que abusar). Con paciencia, llegamos de nuevo al coche poco más allá de las 12.30 h. Nos queda tiempo para ir al bar del pueblo (que está de fiestas) y dar cuenta de un vermucete reponedor con tapas incluidas. Reglamentario. Vuelta a casa, cervecita en el Albergue y fin de la temporada estival. Este año, mermada y con menos salidas de las habituales, por motivos diferentes que esperemos podamos remediar. Queda la propuesta para septiembre de subir un 3000. Así como la de regenerar el blog para lo que admitimos propuestas, a ver si ganamos algo de dinamismo.

sábado, 20 de agosto de 2011

LA OTRA CALCENADA


La de 40 y pico, es la otra Calcenada. Si las fuerzas son justas y no se quiere convertir la prueba en sufrimiento, es mejor acondicionar objetivos. A esta medida nos ajustamos Rafa, Boni (que iba muy bien) y Luis. Era el segundo año (salvo para Rafa) por lo que esta vez sí sabíamos lo que nos esperaba. Nos fuimos para Litago pronto para salir cuanto antes y evitar algo del implacabe sol del mediodía solar. En la salida nos encontramos a Eloy, que abandona y está a la espera del autobús, quien nos dio noticias de los colegas de la 104 y nos informó que uno de ellos iba tocado. Supusimos que sería Juancho que tenía alguna molestia los días anteriores.
Los primeros kilómetros se hicieron a buen ritmo. No hay cuestas importantes y el terreno es propicio para ir hablando a la vez que tirando millas sin desfondarnos. Por supuesto, Boni iba siempre delante tirando del grupo (o sea de la pareja). Ya en estas intentamos contactar con nuestros colegas pero no hubo ninguna respuesta. Hasta Añón no hubo problema ninguno: poco calor, buena charla y un ritmo adecuado que predecía que este año podríamos llegar poco después de las 15h (no vamos a hacer tiempo, simplemente a evitar el calor). En el camino vamos dejando a muchos de los que sufren la dureza de tanto kilometraje, aunque este año vemos menos cadáveres andantes que otros años, todo sea dicho.


Conforme van pasando las horas, el calor comienza a apretar y ya nos mina algo el buen ritmo inicial. Además, camino de Talamantes, tenemos que parar a reparar neumáticos con Rafa. Una vez más recomendamos los parches Compeed, milagrosos si se ponen cuando se sienten los primeros síntomas. La cuesta que hay poco antes de Talamantes es el primer duro escollo del día. Boni, que ya ha dejado muestras de que está muy bien este año, la sube como una exhalación. Los demás a nuestro ritmo terminamos la cuesta preludio de la Tonda, para ir directos a Talamantes. Aquí no tenemos prisa y reponemos bien, tanto viandas como neumáticos, que aún quedaba lo peor del día. Recordamos siempre aquello de "camina como un viejo para acaba como un joven" que nos tiene que llevar a Calcena. Es en Talamantes donde de nuevo nos topamos con Eloy, que después de perder el primer autobús de abandonos en Litago se decidió a continuar... y nos cogió. Realmente es sorprendente la intrahistoria de esta andada, ¿cómo puedes tirar la cuchara porque estás agotado y finalmente decidir que sigues 44 kilómetros más?
Una vez recuperados, nos animamos a continuar. Después de Talamantes, el sol ya empieza a ser un compañero molesto, aunque afortunadamente este año soplaba algo de viento. Un exquisito remediaflojos, que algo aliviaba. En esta parte del trayecto tenemos otros compañeros más: los ciclistas. Parece increible que puedan bajar a la velocidad que bajan. Con estos, nos acercamos al penúltimo obstáculo del día: La Tonda. No tardamos mucho en avistar el monte. No es mucho el desnivel, aunque ya empiezan a pesar los kilómetros (no digamos para los de 104). Decidimos subirlo cada cual a su ritmo y lo cierto es que para Boni y Luis fue menos duro que el pasado año. Bien dosificado, no es para tanto. Desde la Tonda al barranco de Valdeplata, el trayecto se hace largo, y con menos alicientes que el pasado año. Ya comienza a pesar el sol y con las paradas, somos ya conscientes de que llegaremos como el año pasado. Por entonces ya habíamos recibido noticias de los colegas de la 104. Boni pudo contactar con Fernando (Rambo, no el cenefo) y le había comunicado que él y su amigo habían abandonado sobre los 40 kilómetros. De Juancho, Fernando y Miguel, no había noticias, aunque presumíamos que estarían ya en Calcena.
La última parada en Valdeplata también fue larga. Cañitas reparadoras, algo de sombra y alivio en los pies para el último tramo de carretera... lo peor del día. Realmente son poco más de 5 kilómetros de asfalto insufribles y feos. Lo peor de una buena andada. Una mala guinda. Con la experiencia del año pasado, lo que se hizo fue apretar dientes y seguir. En estos últimos kilómetros sí que vimos algún cadáver andante al que le costaba articular palabra. Pero como no hay mal que cien años dure, poco después de las 15.30 vimos la cúpula de la iglesia de Calcena. De nuevo, un hermoso faro que más de un naufrago agradece. Entramos en Calcena, sacando pecho y mostrando camiseta como no puede ser de otra manera. ¡Hasta los aplausos se agradecen!


Entregamos dorsales, recogemos camiseta y nos vamos en busca de nuestros colegas con los que no hemos podido contactar por teléfono. Llegados a la carpa instalada en las piscinas, nos encontramos con Fernando que nos anuncia que han acabado con éxito... aunque Juancho estaba en el hospital de campaña. Miguel, que acabo antes, se había ido a Morata (quedábamos cinco y un solo coche). Allá entramos y nos lo encontramos en la camilla explicándole al doctor las trayectorias de la cornada. Al principio nos pareció, por los vendajes del pie, que era un tema de ampollas, pero no. Mareos, problemas de tensión y fatiga. Se genera algo de confusión, por lo que suprimimos las cañas de rigor y nos vamos a recoger mochilas. Fernando ya nos informa de las varias molestias que ha ido acumulando Juancho a lo largo de la andada. Al volver, nos encontramos al mismo Juancho con su primer gotero. Nos vamos a comer para que descanse. La vuelta, es mejor y nos deja una de las imágenes para el recurdo. El corneado debajo de un árbol (para despejar el hospital y poder atender a más gente) con el segundo gotero atado a una rama. La prudencia (y el acojone) nos evita hacer la foto memorable. Rafa está dispuesto a llamar a una ambulancia o alquilar un helicóptero. Juancho ya avanza que está perfectamente y que su cuerpo se recupera inmediatamente. Se viene arriba. Como el médico nos tranquiliza y dice que simplemente había que hidratarlo para ponerlo a punto, decidimos emprender el viaje de regreso en el coche. Allí comprobamos que efectivamente, se había venido arriba... demasiado arriba. Vuelta a Litago, recogemos el segundo coche y todos, salvo dos mochilas de Juancho, llegamos al albergue sobre las 20 h. Cervecitas, una ducha y finalmente una cenita reparadora para celebrar que un año más, la salud nos ha acompañado para poder terminar la Calcenada... la buena y la otra.


PD. Dejamos constancia de que Boni ha ido muy bien y que se ha comprometido para la Jorgeada. Luis, después de varios licores, también... pero solo si están preparados. Y eso sí, a un ritmo diferente a Fernando y Juancho. Os dejamos también foto del día anterior en la despedida a los osados del 104. Aunque esta guerra la tienen que contar ellos. También instamos a que se nos mande fotos para incluirlas en un album único.