FICHA TECNICA
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Fecha: |
01/04/2023 07/04/2023 |
Distancia: |
194,97 km |
Desnivel positivo: |
3316 m |
Dificultad: |
Moderado |
Tiempo
Invertido: |
7 días |
Desde la Edad Media millones de peregrinos han recorrido alguno de los muchos trayectos que conducen al sepulcro del Apostol Santiago, en Santiago de Compostela.
Nosotros, como unos peregrinos más, queremos hacer esta singular ruta, única en el mundo, avanzando poco a poco y por etapas para conciliar el resto de nuestra vida con este particular reto.
Así que comenzamos donde nos quedamos el año pasado, León, para lo cual saldremos el viernes de Dolores hacía dicha ciudad y tras acercar el coche a Ponferrada, mitad del recorrido previsto, retornamos a León en autobús y allí hacemos noche.
La noche leonoesa invita a recorrer sus barrios Húmedo y Romántico, estas fechas abarrotados de personal y procesiones por doquier.
Nos levantamos temprano y comenzamos la jornada hacia nuestro primer objetivo, San Martín del Camino.
La salida de León es pesada, muy urbana, demasiado.
El día es ventoso y un poco desagradable, pero no se puede luchar contra los elementos.
A buen ritmo llegamos a San Martín del Camino donde nos alojamos en un albergue recomendable, Santa Ana.
Recorremos el pueblo, tomamos algún refrigerio, cena abundante y botella de afilador sin límite. Al final acabamos acabando de hectáreas, triticales y otros cereales con el gerente del albergue. Efectos secundarios de los licores destilados.
Partimos el segundo día hacia Astorga. El día sin viento pero la temperatura baja, el grado bajo cero anima a abrigarse y aligerar la marcha.
Entre charlas y algunos balbuceos en inglés llegamos hasta Hospital de Obrigo, que nos muestra un fenomenal puente cerca del cual realizan torneos medievales, recreaciones quiero decir, en un entorno privilegiado.
Aquí nos llevamos una sorpresa que no nos esperábamos, nos encontramos con nuestras amigas de Algodonales, Cádiz, que viven en Barcelona. ¡¡Madre mía que alegría!! Mar, Toñi y Juli. Besos, abrazos, ...; vienen esta vez con un par de amigas más: Ana y Laura.
Nos unimos a ellas y comentamos acerca de la vida en este año pasado. Nos alegramos de que todo siga bien y damos las gracias al Camino por habernos vuelto a reencontrar.
Avanzamos hacia Astorga y nos tendremos que detener en un lugar curioso regentado por David, La Casa de los Dioses.
Albergue gratuito sin agua y sin luz en medio del campo. Recuerda aquellas comunas hippies de los años 70.
El que gestiona esta casa, David, un curioso personaje que nos invita a tomar lo que queramos y el donativo no es obligatorio.
Aprovechando que por allí rondaba una guitarra, dedicamos una canción a los de la casa y los caminantes que atónitos observan y graban con sus teléfonos la curiosa escena.
Nos despedimos de David deseándole mucha suerte en la vida.
Llegamos a Astorga donde nos alojamos en un albergue en una antigua casa señorial, albergue San Javier, también recomendable.
Astorga es una bonita ciudad digna de visitar, destacan su plaza del Ayuntamiento, Catedral y Palacio Episcopal, diseñado por Gaudí. El palacio parece salido del mismísimo Exin Castillos, ¡¡Qué chulada de edificio!!
Disfrutamos de la tarde en Astorga, incluida alguna procesión con gaiteros y todo, y tras la rápida cena nos recogemos no sin incordiar un poco a nuestras amigas gaditanas, que no nos hacen demasiado caso.
El tercer día partimos hacia Foncebadón. A partir de Astorga el paisaje comienza a cambiar y se torna montañoso y boscoso.
Primero por tramos más o menos llanos y luego una prolongada cuesta desde el Ganso y pasando por Rabanal del Camino nos deja en un enclave que nos recuerda a alguna de las estaciones de esquí del Pirineo. Un pueblo formado por albergues, hostales y algún hotel.
Aquí cenamos con nuestras amigas y milagros del Camino, Julen, un bilbaino que habíamos conocido ese mismo día, aparece con su guitarra que siempre lleva encima. Mano a mano deleitamos a unos y otros con un mini-concierto improvisado.
Fenomenal ambiente en estos lares casi montañeros, parece más bien que estemos en un refugio de algún valle pirenaico.
Partimos al día siguiente hacía Ponferrada. Los primeros tramos pican hacia arriba pero en un momento y desde más de 1500m de altitud vemos la ciudad a lo lejos.
A partir de ahora una larga y pendiente bajada nos ha de conducir hasta Acebo de San Miguel primero y Molinaseca después. Pero antes, hacemos parada para almorzar en Riego de Ambrós, y otra vez el destino, esta vez una guitarra y un cajón flamenco, para que queremos más ...; Rubén al cajón y un servidor a la guitarra damos otra vez el tostón a coreanos, paisanos y todo bicho viviente. Estoy convencido que si nos lo proponemos la junta jacobea nos contrata como animadores de El Camino.
Alcanzamos Ponferrada, no sin algún problema en los pies. Un dedo de Raúl está bastante mal y nos hace temer lo peor, hemos de cortar.
Suerte que como en Ponferrada tenemos el vehículo, lo cual nos da cierta flexibilidad en como acometer las etapas siguientes.
Visitamos Ponferrada, enclave que merece la pena por su castillo, casco histórico y gastronomía. Aunque nos quedamos con las ganas de comernos un buen botillo lo solucionamos con un buen cachopo, por supuesto bien regado.
De vuelta al alojamiento, el gps, o el entendimiento del mismo, nos hace de las suyas y sentimos estar en un bucle pasando una y otra vez por la misma calle. Finalmente, llegamos a nuestro destino.
Descanso merecido y a esperar al día siguiente.
El pie de Raúl no mejora, decidimos que esta etapa sería con coche de apoyo, así descansa el pie de Raul.
Pasamos por unos cuantos pueblos, entre ellos el pueblo de la atleta Lídia Valentín, Camponaraya, hasta llegar a Villafranca del Bierzo. Bonito pueblo situado entre montañas y a caballo de los ríos Burbia y Valcarce.
Como vamos bien de tiempo, pensamos que mejor adelantar un poco nuestra marcha y de esta manera quizás ganemos un día a la postre.
Seguimos pues nuestra etapa y tras el obligado parón para reponer fuerzas en Pereje llegamos a la localidad de Trabaledo.
Por eso de que ese día había partido importante (Barça-Madrid) nos alojamos en un albergue de los que no nos encierran en cuanto anochece, Albergue Camino y Leyenda, también recomendable.
Refrigerio de bienvenido, conocemos a las nuevas gerentes y nos echamos unas risas con Joe, antiguo gerente del albergue y quien regenta ahora el albergue municipal.
Para cenar elegimos un restaurante en el cual ponen el fútbol y aquí ocurre uno de esos milagros que luego se recuerdan toda la vida.
Rubén, madridista de pro, celebra los goles de su equipo con mucho entusiasmo y un paisano de por allí nos pregunta que de donde somos y al responderle que de Zaragoza dice que tiene un amigo muy bueno en un pueblo de Zaragoza, en Morata dice el tío y casi me caigo de espaldas.
Mis indagaciones no avanzan mucho más pues con los datos que me daba era incapaz de averiguar nada más. Comodín de la llamada, Luis I me echa una mano en este entuerto y la verdad es que ya me había advertido de este asunto, pero la vida no me da para leer tanto whatsapp.
Bueno, que el susodicho amigo de Jesús Sierra, de nombre Alfonso, termina hablando por el manos libres con Luis I y conmigo y con otros que por allí había familiares del personal que regenta un albergue conocido en Morata, para flipar.
Nos despedimos de Alfonso, el cual insiste en que almorcemos al día siguiente con él, pero esto si que pone en peligro la continuidad de nuestra marcha.
Hasta aquí la anécdota del día, no sería la última que nos ocurriera.
Descansamos y al día siguiente con Raúl por lo menos operativo, acometemos la temida etapa de O Cebreiro.
Etapa que defrauda un poco, porque transcurre casi toda ella por asfalto y solamente los últimos 6km son dignos de mención.
Primero un camino entre bosque hasta La Faba y luego un camino con unas vistas espectaculares al valle.
En la Faba nos ocurre otra anécdota digna de mención. Raúl contacta, de casualidad, con un señor que siendo de Zaragoza tiene casa allí en la Faba, el acento delata. Tras varias pesquisas el paisano resulta ser amigo de un conocido mío, tío de mi mujer, de Brea. Ambos alucinamos como en una aldea perdida en el monte se pueden dar estas casualidades.
Llegando a O Cebreiro, las vistas son espectaculares, eso si, a un lado León al otro Lugo, estamos en un punto privilegiado y aquí si que le paisaje no defrauda.
Reponemos fuerzas con un buen cocido galego: ternera, grelos, patatas, garbanzos, lacón y ... botillo. Todo bien regado con vino del Bierzo y orujos de la tierra.
Con eso de que la idea era avanzar para ganarle tiempo al Camino, decidimos andar un poco más por la tarde y alcanzar el siguiente albergue en el Alto do Poio. Allí pernoctamos, sin pena ni gloria, y nos preparamos para el día siguiente.
Esta avanzadilla nos obligo a despedirnos de nuestras amigas de Cádiz, residentes en Barcelona, y de Miguel, otro amigo que hicimos el año pasado y que de "casualidad" nos encontramos en O Cebreiro.
Abrazos y besos, casi alguna lágrima y conjuramos volvernos a ver, seguro que en El Camino. Hasta el año que viene si El Camino quiere, que seguro que si.
La última etapa la planteamos hacer desde el Alto do Poio hasta Sarria, saltarnos la estancia en Triacastela. Son unos cuantos kilómetros, pero esto nos permitirá estar el sábado en Zaragoza y ganar un día.
Salimos pronto y a buen ritmo, es todo bajada ahora. Pasamos por agradables y verdes praderas, el paisaje ahora si que es radicalmente diferente, estamos en plena Galicia.
Atravesamos pueblos que parecen enclavados en un siglo anterior al actual. Gentes que continuan con su vida tradicional sin importarles que miriadas de peregrinos pasen todos los años por sus aldeas. Y vacas, muchas vacas.
Pararemos a reponer fuerzas en Triacastela y seguir caminando hacia nuestro destino, ahora Sarria.
La larga marcha del día se nos hace un poco pesada pero va a merecer la pena hacer le esfuerzo.
Ya en Sarria nos alojamos en un albergue en el mismo Camino, visitamos la ciudad, fotos obligadas y tras ver una minúscula procesión, y eso que es la de Viernes Santo, cenamos tirando de productos típicos.
Para celebrar que finalmente todo ha ido bien, hemos de recorrer algún garito de copas en el cual brindamos, una vez más, por la amistad y nuestras hijas e hijos, en especial por Iratxe, en breve vendrá a aumentar las alegrías y desvelos de sus padres, Rubén y Bea.
Fin por este año de nuestro particular Camino. Muchos besos y abrazos a Mar, Toñi, Juli, Ana, Laura y Miguel. Un fuerte abrazo al paisano casi moratense Alfonso.
Y, ¡¡Continuamos al año que viene!! (o antes, quien sabe)
¡¡Ultreia!!