lunes, 20 de diciembre de 2010

ADIOS 2010


Un nuevo año se nos está escapando. El año en el todos crecimos en pesimismo, el del realismo a hostias. Y entre crisis y mercados anduvimos de nuevo percutiendo caminicos, sofocando disgustos con cerveza, bota de vino o lo que tocara. Al menos, en el camino solo hay tregua, buena charla, buen almuerzo y un compañerismo que no entiende de pasados o futuros. Andar como meta, sin más. Para celebrar los 1000 km, las risas de tantas andadas, el lamento de no haber podido acudir a otras y tantos momentos que hemos ido reuniendo, nos juntamos para completar algo suave, rematar unas cervecitas, dar cuenta de una comida y desearnos lo que se suele: feliz navidad y que lo que nos viene nos sea leve ¡compañero!. Y esta vez seleccionamos un rodeo al Ebro.
A las 8 acudimos a la Torre del Agua Fernando, Miguel, Ángel  y Luis. Se nos unión Juan, excelente andarín que esperemos nos vuelva a acompañar en más ocasiones (Rafa estaba por Alemania, Juancho herido, Javi se disculpó y poquito más). En la salida tuvimos un recuerdo para nuestro cenefo tecno-bohemio (véase fotos), que nos dejó su GPS con track de la andada incluida, pero que tras varios intentos fuimos incapaces de cargar o al menos siendo conscientes de ello. Escaramuzas aparte, tiramos para Juslibol que para eso no es necesario track. La mañana, estupenda para andar. Pronto lamentamos el exceso de ropa con el que hemos acudido.
Llegados a Juslibol, tiramos directo para los galachos, zona que ya a esa hora empieza a estar transitada por ciclistas, en sus distintas variedades (objeto de análisis es el rico y explícito término globero, que adjetivamos doblemente para precisar toda la variedad de dos ruedas que nos rodea). Superado el centro de interpretación sigue un camino hacia Monzalbarba, marcado en todo momento, que ya tiene al Ebro como compañía. Hay alguna alternativa pero tomamos el sendero más pequeño que transcurre en todo momento paralelo al río. A esas horas avistamos parte de la fauna de gallináceas que abundan en estos parajes (ya sé que somos un poco burros en esto, pero hay maravillosos carteles explicativos que, in situ, permiten una mejor definición). No se tarda nada en alcanzar Alfocea y cruzar el puente hacía Monzalbarba. Precisemos que en el trayecto hicimos el primer contacto telefónico con el herido de guerra para que nos explicara cómo diantres funcionaba el GPS. Tentados estuvimos de llamar a Luis I, pero desistimos para no provocar ninguna carcajada desmedida. El caso es que más o menos Miguel se apañó.
Cruzado el puente, vino el momento lost. Varios caminos giran a la izquierda para retomar el río y apuntar de nuevo al charco. Optamos por seguir a Miguel, luego a lo que creímos sentido común y finalmente reculamos al origen. 2 kilómetros perdidos en Monzalbarba. Finalmente, ya con Miguel orientado sí que tomamos el sendero correcto que nos lleva a Zaragoza. El camino es suave, tranquilo y lo pasamos, como es costumbre: arreglando el país y sus controladores, recordando otras participaciones y participantes. Hubo incluso tiempo de llamar al Calleja de Valdejalón, que dispuesto estaba a venir a buscarnos a Monzalba.

Sobre las 12h cruzamos el puente de la autopista y estamos ya en la otra orilla del Parque del Agua. Habíamos quedado a las 12.30h con Juancho en el puente del Tercer Milenio, para que hiciera los últimos metros con nosotros. Allí lo encontramos, y juntos fuimos a reponer sales en el primer bar que encontramos. Poco después nos fuimos hasta el Coso Bajo para tomar un excelente aperitivo en una recomendación de Miguel y Juancho. Muy buena sugerencia. Bodega con excelente sabor de antaño, con camarero en la onda de las próximas medidas anticrisis y vermú con soda que quita la respiración. Repuestos, y entre dimes y diretes a propósito de la edad, nos fuimos camino de la sidrería Artxueta en la que habíamos reservado mesa. Mesa y restaurante porque fuimos los únicos. El resto es sidra, chorizo (a la sidra), tortilla de bacalao y chuletón. Comida rápida vamos. No se puede tildar de abundante, porque el hambre que traíamos nos hubiera llevado a devorar más de un menú que nos hubiesen echado. Como el año pasado, discutimos sobre la próxima temporada y aquí vienen algunas sugerencias que se apuntaron de una u otra manera para que quede constancia. A ver si nos aplicamos en este próximo año:
Pirineos y si es posible un 3000, S. Martín de Baldosera, La Sierra de la Virgen, La Cocha, Moncayo again y si fuera posible con raquetas, Alcubierre, la ruta de los 5 castillos, Paniza, Calatayud desde Morata, Riglos de nuevo, alguna ruta en Guara, alguna ruta en Teruel, la ruta de la silga, otra bloguerada…. La lista está abierta a sugerencias.

Y no queda más, cenefos. Hemos compartido camino y esto es lo que modestamente queremos para el próximo año: compartir camino. No somos mucho más que eso. Antes de que me inunde la filosofía ptolomeísta, abandono esta crónica. Eso sí, compañeros: paz, felicidad, amor, suerte, trabajo y mucha salud para todos nosotros y nuestras familias. Extensiva a todos aquellos con los que hemos compartido camino este año: nuestros hermanos de la peña ciclista por supuesto, los de la gasolina, los de los senderos… Para todos.

domingo, 21 de noviembre de 2010

CALCENA: ad petendam pluviam

AD PETENDAM PLUVIAM. Y bien que se satisfizo, sino fuera porque Maldonado, una vez más, la ha clavado. Y es que hoy era el día de la Calcenada de otoño al que fuimos los cenefos que sobrevivimos a los coches y los hijos. Las sentidas bajas de Juancho y Fernando, no desalentaron al resto que nos reunimos en Calcena bajo un encapotado cielo y una lluvia pertinaz, aunque no intensa. Pintaba mal. Pero ya había avisado Maldonado que la cosa no iba a durar mucho más alla de las 9 h. Con esas, recogimos los dorsales, saboreamos el chocolatito caliente de costumbre, saludamos a Susana, los de Senderos al Sol (esta vez, a la lluvia), a algunos de la Peña Ciclista que se han animado y tras buscar sin éxito a Miguel y Carlos (Nigüella) partimos Rafa, Ángel, Javi, Carlos (Mesones) y Luis.
El primer tramo hasta la ermita ya sabemos que es regular y pinta hacia arriba, así que con la densa fila de andarines, la lluvia y el barro no nos queda más remedio que tomarlo con tranquilidad. Conforme vamos subiendo hacia arriba se nos une el viento (también predicho por Maldi) y la cosa se pone cruda. Frío, mucho frío. Ya nos llama Miguel desde arriba para avisarnos que no pueden esperar, por el frío, y se van al siguiente avituallamiento. Llegamos el grueso de los cenefos y nos reconfortamos con un bocadillo caliente de chorizo y panceta regado con vino. Aún hay tiempo para una foto con Chema, la niña de la silga y cia. La lluvia, por supuesto ha cesado como quedó predicho (www.eltiempo.es para los escépticos).
Bajamos todos para abajo con calma y empiezan a pasarnos los primeros de la carrera de invidentes en montaña. El ritmo es lento y a Miguel y Carlos (Nigüella) no les queda más remedio que seguir huyendo del frío hacia otro avituallamiento. Mientras tanto, y para regodearse en la herida, Carlos y Chema recuerdan el estupendo rancho de la primera bloguerada que desde aquí reclamamos los ausentes.
Para reagruparnos con Miguel, en la segunda parada dejamos a los de Senderos y Carlos (Nigüella) y vamos al encuentro del resto del cenefismo. Ahora sí que el ritmo es vivo, con Rafa en plan locomotora (ojo con las interpretaciones). Tirando del resto llegamos a la siguiente parada, este año situado en una zona más recogida que otros años. No llegamos a coger a Miguel, pero no anduvimos mucho más allá cuando por fin damos con ellos y ya recuperamos un ritmo más normal. Tras una foto para enviársela al Guía ausente por reparación de chapa. vamos tirando ya con diversas conversaciones, algunas para retomar la calcenada de verano y  las impresionantes vistas que pudimos disfrutar, otras para recordar a algún que otro Carlos.
La zona de pinos en la que transcurre esta agradable zona de la calcenada, y ya el frío es menor, amén de que por fin nos sale el sol que algo distrae el frío. En el siguiente avituallamiento nos reconfortamos con un caldito y un bocadillo de jamón con tomate. Las fuerzas siguen intactas y ya nos queda poco.
En la bajada, Carlos (Nigüella) se retrasa recogiendo setas. Y algún momento para la posteridad nos deja. Porque si nos referimos a los que gustan de la micología como seteros y nos interesamos por alguien con la pregunta ¿es setero?, la respuesta puede dejar patidifuso a los mortales que entendemos ¿es hetero?. Vamos, que tomamos a Carlos (Nigüella) por ídolo de los cenefos. Dejamos también constancia de la recomendación de Rafa de un maravilloso medicamento: ungüento Cañizares. Lamentamos comunicar a Ángel que ya no se fabrica, según dice el Sr. Google.
Con estas vamos llegando a Calcena, donde tomamos una fugaz cañita (no está el día para muchas más) y nos vamos a recoger la camiseta y el vale de comida. Nos dirigimos a la carpa a disfrutar del guisado, la ensalada, el Borsao con Casera (¡qué grandes marcas!), y ya arrancamos hacia Morata para rematar con un cafecito en el Albergue. Y así acabó una bonita Calcenada, que aunque ya es la tercera vez nos ha dejado un buen recuerdo pese al mal tiempo. Dejamos una adivinanza final para el abollado (incluso para iron-man): ¿a quién reconoces en la foto?

sábado, 30 de octubre de 2010

VOLVEMOS

Volvemos. El relajo, la pereza, los Pilares, la lesión del guía... Todo se acumuló para que hayamos dejado la sana costumbre de patear durante más tiempo del debido. No todos. Que algún cenefo se recorrió los 50 km de la Rebolada de tirón. Para sacudir este parón, Miguel Ángel seleccionó Jaulín, pueblo que nos pilla cerca y salvo aquel "Lost in Muel" no habíamos pateado. Estaba planeado que  Rafa, Juancho, Fernando, Miguel Ángel y Luis subiéramos allá, pero tras esperar lo suficiente, descubrimos que una vez más Rafa se nos caía.
El resto llegamos a Jaulín a eso de las 8.15 y comenzamos a andar, primero alrededor del pueblo y del JJJ, y luego ya por el camino del cementerio, salimos a campo abierto. A un ritmo vivo, y eso que Fernando iba con handicap. El paisaje monótono, trasquilado por el viento,  y con poco de monte, anima a la conversación y a hacer  piernas para afrontar este invierno.
Tras una zona de pinos, que sufrió un incendio no hace mucho, llegamos a una zona de pequeños chalecitos, escondida en el monte y que debió tener hace ya mucho tiempo algo de esplendor. Hoy queda más bien marchita. Está, eso sí, guardada por una colección de perros que en algún caso nos hace temer lo peor. Incluso echamos mano de los palos. Y nos acordamos del hacha. Fernando es así: o coge piedras o hachas para que se le haga algo dura la andada.
En breve pasamos la zona de chalecitos y llegamos de nuevo a pinar. Paramos a almorzar y recuperamos otra costumbre típica del otoño-invierno: la bota cenefa. Buen almuerzo regado con vino, y de nuevo a patear. Fernando en este caso pasa bota y hacha a Luis. Este último no necesita handicap para que se le atrangante un ritmo superior a 5.5 km. Y lo llevamos.
De nuevo, entre conversación y conversación vamos acercándonos a Jaulín. Aún pasamos alguna zona de pequeñas paredes donde están haciendo escalada algunos fieles. Y con tal vamos llegando al JJJ. Jarras y olivas, que no torreznos.
Y así, con estas, hemos vuelto al monte, al sendero, al tiento de bota y doma de jarra. Que ya se acabau el verano, cenefos.

viernes, 8 de octubre de 2010

Moratada 2010


¡Gracias Peña!. Un hermoso día y una bonita andada... Breve resumen para la Moratada 2010, una edición más de la fiesta senderista que organiza la Peña Ciclista de Morata: la Moratada o la fiesta de la cerveza. Como el año pasado los cenefos recibimos pertinente invitación. El año pasado por temas diversos no pudimos acercarnos y este año tampoco andábamos muy excelsos ni de efectivos ni de tiempo, pero allá fuimos Fernando y Luis.
El día prometía. Una predicción estupenda con una temperatura más propia de verano que de este joven otoño. Mucha gente, buena gente. Un recorrido apetecible con subida a la Sierra incluido. Y un final regado de cerveza, que para algunos nacía cercenado porque teníamos que regresar a Zaragoza (estrategia ACAC). En la salida, más de 30 andarines y algunos perros.  Foto de rigor y para adelante, camino de Mularroya.
Algo de descoordinación en la salida con el rebelde Chopo que sigue estupendo de forma y como siempre contracorriente: Pelotón barranco arriba y chopo por la carretera coincidimos allá por la cantera donde nos desviamos a la izquierda para coger el camino que nos ha de llevar a la zona de Mularroya. Cruzada la carretera iniciamos un ascenso por lo que nos han dejado de esta hermosa zona, que ya es poco y será menos.
Subidas y bajadas hasta llegar al río Grío. Allí en su cauce decidimos para a almorzar. Quizás aprovechemos que en unos años no faltará el agua en este lado del bypass. Acabado el chicken-in, tiramos para la zona de Peñarrasa desde la carretera que lleva a Santa Cruz. Una subida mantenida que nos lleva a una paridera. En esa zona descansamos y reagrupamos. Ya empiezan los primeros movimientos para decidir qué ruta hacer. Vertienete corta que nos lleva ya a Morata o ruta larga que pasa por el ascenso a la Sierra.
Seguimos todos juntos hasta la antigua (prehistórica) carretera, y allá un buen grupo se vuelve para Morata, mientras que unos cuantos continuamos para seguir hasta cerca de El Frasno y de allí cruzar para alcanzar la atalaya, fortaleza que alguna vez se nos ha escapado viva. Como se ve en la foto no es mucho más que una almena defensiva en un cerro con una buena perspectiva de todos los alrededores.
Algo quemados de la subida, nos vamos para la Sierra. La cosa no es muy dura, pero ya con los kilómetros, para algunos se nos hace pesados. Pero allá llegamos, muchos minutos después que los A de los PC. Reposamos, reponemos, y para abajo. En el descenso tenemos una baja inesperada. Trufo, el valiente perro que nos acompañó toda la andada se lesiona y hay que hacerle una cura de urgencia. Esperemos que se haya repuesto. Algo trastoca los planes, porque vamos llegando con cuentagotas. Así que las jarras hay que tomarlas rápido. Aun así, seguimos sin comprender cómo no han patentado la mezcla salmuera+jarra fría como reconstituyente.
Lamentablemente los cenefos nos tuvimos que ir. Allá quedaron el resto, disfrutando de un hermoso día y esperemos que así fuera y que otro año podamos extenderlo lo suficiente. Muchas gracias.
PD: El cronista pide perdón por su indolencia en colgar esta crónica. No ha habido manera esta semana.

lunes, 13 de septiembre de 2010

... y 1000

... Y 1000
Nos faltaba un empujón. Poquito más de 20 km para completar los primeros mil kilómetros registrados por nuestro grupo. No nos las prometíamos tan felices cuando comenzamos hace escasamente dos años. Pero la constancia, aunque flojee cuando las obligaciones familiares arrecian, nos llevó hasta aquí y queríamos celebrarlo. Con una comida familiar en Nigüella, donde anida muchos fines de semana uno de los cenefos más constantes.
SALIDA
 La etapa conectaba Morata con Nigüella y allí estuvimos el primer núcleo cenefo: Rafa, Juancho, Fernando, Carlos y Luis, con Miguel Ángel, ya veterano, y Ángel que se ha sumado definitivamente a la causa.

Juancho lesionado no quiere perderse la ocasión, pero ya pinta mal su tendinitis rotuliana. Atribuida a su desmedido afán por aliviar estrés corriendo. Aunque hay vías más rápidas, para estirar un poco el día nos vamos primero camino de la Sierra y nos desviamos para tirar hacia Villanueva, ya fajeando la Sierra de Morata. En este tramo, Juancho se arrastra y ni los remedios químicos sirven para aliviar el dolor. Pinta mal el asunto y lo tenemos que convencer para que abondone llegados a Villanueva.

VILLANUEVAS DESDE LAS BRAGAS
Alcanzada la zona de las bragas, el paisaje que se nos ofrece es espectacular: Villanueva majestuosa, con un fondo de Mesones y Nigüella, que nos permite adivinar lo que nos queda de andada.
Aliviamos un poco el paso para no hacerle el trayecto tan penoso al traqueador, y alcanzamos en breve el río (el del bypass gracias a los travasistas aragoneses) en la zona de la papelera. En la fuente, debajo del tren y al pie de un hermoso sauce llorón damos cuenta del almuerzo comunitario: jamón con tomate y algo de vino (Pantana reserva), eso sí, en bidón.

Acabado el almuerzo, se retira Juancho en el coche escoba, compungido. El resto tiramos hacia Chodes tras cruzar el río. Alcanzado el pueblo, nos desviamos poco antes de la plaza, hacia la izquierda para tomar el GR-90 que nos ha de llevar hasta Arándiga. Subimos aquí el ritmo para intentar llegar a las 12.30, como habíamos prometido, a Nigüella. El acelerón nos deja algo resecos y decidimos que podemos aliviarnos en el Agustín. El reparto de cervezas fue desigual, pero todo cuenta. Tras las rondas pertinentes, seguimos por el GR-90 camino de las huertas siempre por la margen derecha del río. Estamos ya tocando Nigüella, que se adivina una vez cruzado el Aranda y remontado el monte que separa valles. Bonito espectáculo con Nigüella, Mesones y su castillo al fondo. Ya tocamos meta, y recien pasado el mediodía del 11-S cruzamos esa barrera simbólica de los 1000 km. Los primeros 1000 km.

NUEVAS CAMISETAS
Como había que celebrarlo nos dirijimos al bar, donde ya esperaban las familias y el lesionado. En el bar, estrenamos camisetas: rutilante estrella de los primeros 1000, y precioso escudo con el nombre de nuestro patrocinador, Esperemos que esta camiseta gris cemento, menos Portland que la anterior, nos lleve en breve a los 2000.

Tras debatir algunos puntos del no-estatuto cenefo y reponer sales con la bebida isotónica de cabecera, decidimos que era el momento del fin de fiesta. Así que nos fuimos a hacer el pertinente fuego (en lugar reglamentario) y dar cuenta de una excelente comida que nos habían organizado Miguel Ángel y Vicky a los que estaremos eternamente agradecidos: bebida a tutiplen, pancetica, longaniza, chorizo y costillas, amén de salchichas para los niños y ensaladas varias. Y por supuesto postre. Excelente. Y para dejar constancia allá por donde cumplimos los 1000 dejamos estaca y placa, que nos recuerden este día y sobre todo los venideros.




Ahora quedan los más fáciles: los siguientes. Alea jacta est.

domingo, 29 de agosto de 2010

Circular por Morata.

Con la vista puesta en el próximo 11 de septiembre, donde los cenefos celebraremos en Nigüella nuestros primeros mil kilómetros registrados, Fernando nos preparó una salida por Morata.
En un principio pretendíamos unir la vuelta por Chodes-Las Torcas-Jabacín-Mularroya hecha el verano pasado, con la subida a la Sierra desde el camino al Frasno y acabar visitando Villanueva y Chodes de nuevo. 
A las siete quedamos en nuestra recién estrenada sede social, Fernando, Luis y este que narra, para tras el pertinente saludo, encaminarnos camino a Chodes por el puente de Capurnos. La mañana pintaba bien, no hacía mucho calor y en nada y menos nos plantamos en Chodes, pasando por esa vía ferrata que ya tiempos rehuimos. Desde Chodes, tomamos la subida por la calle de la antigua panadería (¡que pena que ya no cueza esas deliciosas tortas!) camino a las paredes dejando siempre a nuestra derecha las ruinas de su Castillo.
Una vez alcanzada la Mineta, bordeamos la pared en la que los montañeros tienen perfectamente equipada para la práctica de la escalada, con nuestro Jalón a la derecha. La crecida vegetación no es obstáculo para poder seguir la senda, que junto a las Torcas, nos llevará junto al puente del Abogado.
Atravesado el puente, vemos una montañita de piedras, que en forma de hito nos indica donde empieza la senda que nos llevará hasta la zona de Jabacín.
Siguiendo la senda que pronto se hace camino, alcanzamos la autovía. En este punto intentamos divisar el vértice geodésico que según mapas hay en la cima de Jabacín, pero desde nuestra posición nos resulta imposible, retando al movimiento cenefo a alcanzarlo en una futura salida.
Cruzamos en puente bajo la autovía, y nos encaminamos hacía la zona de Mularroya, cuya majestuosa obra pantanil nos provoca sentimientos que son difíciles de traducir en palabras.
La antigua carretera acoge nuestros pasos, mientras los "dumpers" nos acompañan con su música,  hasta tomar el camino que junto a la cantera nos llevará a la entrada de Morata.
Iniciamos la segunda parte del camino, por el viejo camino del Frasno (que coincide con nuestro GR-90, otro pendiente a la lista...), y cuando llevamos un par de kilómetros, decidimos que es tiempo para reponer fuerzas. El pan del día (By Pelos) y el tomate untado, hacen que sea un lujo un almuerzo a la sombra de unos olivos. Fernando como siempre nos sorprende con la cantidad y variedad de viandas que puede acoger un bocadillo. Aprovechamos también para descarrucharnos (nuevo verbo cenefo, que significa quitarse las carruchas, sobre todo para los que llevamos pantalón corto y acogemos un ciento en nuestros calcetines). Luis que nos había dicho que sólo nos acompañaría en esta primera parte, decide acompañarnos un rato más, y reconfortados por su compañía nos dirigimos hacía el alto de Morata de la antigua carretera nacional.
Con la vieja Atalaya a nuestra derecha, Luis esta vez decide poner fin a su etapa, llevamos casi 20 kilómetros y el sol comienza a atacarnos a discreción.
Ya solos, el A-Team, comenzamos la subida a la sierra de Morata a buen ritmo, coronando a las doce y diez minutos. Llevamos ya más de cinco horas de marcha, y decidimos bajar por la senda que discurre por el barranco de la sierra. Se nota que son muchos los andarines que la transitan, así lo denota el claro trazado de la misma.
A la una vemos el desvío que se dirige por Valdoña hacia Villanueva, pero entendemos que aunque las piernas aguantarían, la hora de llegada sería todo menos prudente, y recibida la llamada de unas jarras heladas con cerveza en el Albergue, decidimos no hacer caso omiso y concluir allí nuestra particular Moratada, dejando nuestro particular cuentakilómetros a apenas veintiún de los mil.
Nigüella y su parque nos esperan el sábado 11... 
Suma y sigue cenefos...

sábado, 21 de agosto de 2010

MONCAYO 10

Se está convirtiendo en una tradición esto de concluir el verano con una subida al monte por excelencia de estos parajes aragoneses, algo lejos de las cumbres pirenáicas: el Moncayo. Concluidas las fiestas de San Roque eran muchos los que se apuntaban a una subida desde La Cueva de Agreda, siguiendo el GR que ya ronda Morata. El año pasado fue desde Beratón, por lo que esta ruta se antojaba un buen complemento de lo ya hecho en la edición anterior. Al final, algunos quedaron enganchados por causas diversas a una futura convocatoria. Juancho anda por tierras catalanas (también haciendo algo de camino), Ángel por lo visto flojo de salud, Susana con compromisos y Juan Carlos con otros avatares. Solo quedaron Miguel, que se apuntaba desde Nigüella, Rafa, Fernando, Javi (Clemente) y Luis.
La hora de salida ya causó su polémica, pero al final Fernando se salió con la suya y nos reunimos a las 6 en el albergue para partir hacia tierras sorianas. En el trayecto recogimos a Miguel y salimos hacia La Cueva de Agreda. La carretera es infernal. Ya hasta Calcena es mala, pero a partir de ahí es rematadamente mala, puerto de Beratón incluido. Es una lástima que una zona tan hermosa sea tan inaccesible (es posible que algo de su hermosura resida en la inaccesibilidad, pero no justifica tanta desidia). A pesar de todo, llegamos a La Cueva casi con el sol, a eso de las 7. Lo justo para atar botas, ajustar mochilas y comenzar a andar sobre las 7.30, camino del Moncayo a 2316 m.
El camino comienza en la zona de la casa rural que se sitúa en la misma entrada del pueblo (desde Beratón) a la derecha. De allí parte un camino que enseguida se interna en una zona boscosa por una pista franqueada por una cadena para impedir el paso de vehículos. A estas horas tempranas de la mañana, la temperatura no es alta en esta zona de sombra y bordeada de robles. Enseguida, un riachuelo alegra el camino, húmedo por lo umbrío y por las recientes lluvias. En todo momento se sube, pero es llevadero. Una vez dejado el bosque, nos abrimos a una zona de pastos que ya nos enseña nuestro objetivo y lo mucho que queda de subida. Cruzado el riachuelo, queda lo peor. Un barranco con un cauce pedregoso es todo lo que queda del GR que lleva al Moncayo (ya nos avisó Paco: pechada). En esta zona vamos cada uno al ritmo que nos marca nuestro propio resuello. Es simple cuestión de tomárselo con calma. Justo llegamos arriba cuando ya el sol asoma por el monte. Reposamos, tomamos agua y aire y en breve llegamos ya al Moncayo, que a esa hora de la mañana (son apenas las 10 h) acoge a gran cantidad de gente que ha decidido ascender desde el Santuario. En lo alto, lo de costumbre, la foto en la cruz, el almuerzo abundante y algo de conversación sobre el bien y el mal.
Sobre las 10.45 decidimos bajar. Si la subida es dura, no menos es la bajada que pone a prueba las rodillas. También hay que tomarla con calma para evitar caídas y lesiones. Tardamos en llegar de nuevo al riachuelo y alcanzar la zona menos empinada. Una vez allí, ya casi todo está hecho, por lo que nos lo tomamos con total calma. Tenemos la oportunidad de ver una preciosa rapaz (no hay experto para catalogar el tipo de águila) que nos sale de un árbol y a la que podemos seguir durante un buen trecho e incluso admirar a una prudente distancia, posada en un árbol. Hay también tiempo de fotos para el día del orgullo cenefo.
En esas alcanzamos el coche poco antes de las 12.30 h. Con paradas abundantes, son poco menos de 5 horas de una caminata estupenda, muy recomendable. Parada en Nigüella y posterior en el albergue para unas cuantas bebidas isotónicas y algo de alimento energético. Lo recogido en estatutos, pero en abundancia.
Así ha sido la hollada 2010. Hasta el año que viene. A ver si hay pleno.

domingo, 8 de agosto de 2010

NEVER SAY NEVER AGAIN: Calcenada 2010

El año pasado hicimos en una noche dos calcenadas y prometimos (en caliente) que aquello era suficiente. Que el cenefo no es animal de larga distancia. Que para hacer ganica para el almuerzo nos bastan 20 o 30 km. Que lo poco gusta y lo mucho cansa. Pero, también es cierto que el cenefo no es animal que deje cosas a medias (aquí hay sus más y sus menos) y como lo de 104 km sigue siendo utopía (y ni ganas de probarlo), decidimos que la oferta de cuarenta y algo de este año desde Litago a Calcena permitía completar la primera parte que hicimos de Calcena a Litago. Así que allá fuimos... a rematar.
Pero empecemos por donde solemos acabar: los agradecimientos. Javi y Miguel tienen buena parte de culpa de que la calcenada de este año fuera más sencilla. Fue un alivio que Javi se prestase a llevarnos a Litago a última hora. Lástima que no practique durante el año para que alguna vez pueda tirar kilómetros y sudar esa camiseta. Con Miguel ya habíamos quedado que nos llevaba ropa de alivio para la meta y si era menester nos bajaba de Calcena. Él juega en otra división y este año estaba decidido a acabar los 104.
Con esto, acudimos al albergue a las 6 el equipo A más Ángel (excelente incorporación) y Luis. Y por supuesto Javi. Carretera hacia Litago y llegada sobre las 7.10. Al llegar ya vimos el penar del rosario de cientocuatristas que una vez superada la noche, y aliviados con el desayuno, emprendían el último tercio de la prueba. Nos registramos, una foto y para adelante. La mañana estaba fresca y agradable para andar. La salida de Litago, abierta al Moncayo, anima a la andada. Vamos adelantando a muchos que van ya cargados de kilómetros y que sorprende puedan llegar. La primera parte de Litago a Añón, alguna cuesta tiene pero es llevadera, con el monte pelado de compañero en el horizonte.
Añón vive en equilibrio, viendo pasar el Huecha y refrescado de bosque. Llegamos a él, por el valle y la zona de la cueva, para salir por el camino del bosque donde todavía se admira alguna carbonera y que nos enfrenta al pueblo. Alguno replica y compara con Nigüella, quizás no tan cantada, pero que tampoco desmerece. En estas seguimos para adelante, camino de Talamantes. El paisaje se hace algo menos agradable porque le perdemos la cara al que rodeamos y porque además comienzan ya los primeros repechos. La subida a los cerros de la Silla se hace pesada y cada uno va a su ritmo como debe de ser (para subir el ego de los A, dejar constancia de que sí, que llegaron antes), que esto es cuestión binaria: solo se admite se llega o no se llega, pero no el cuándo. En este tramo ya hemos visto más de uno con auténticos estragos y empachos de camino, pero ahí van aguantando.
Tras la subida y un acusado descenso, llegamos a Talamantes y la zona del almuerzo. Chicken-in suavecito, algo de reposición, y repaso de neumáticos que nunca viene mal. En el reposo coincidimos con algún viejo conocido como Eloy que nos sigue emplazando para este otoño en la vecina Huesca. Coincidimos también con las primeras bicicletas que nos alcanzan (han salido de Calcena a las 8 am). Teñidos de rojo y negro, salimos de Talamantes en busca del último esfuerzo que nos queda para llegar a Calcena: la subida a la Tunda, Tonda, Fonda, que de todo hubo.
Comienza lo peor del día, y ahora sí que vemos auténticos zombies por el camino. Lorenzo no tiene piedad y aprieta de lo lindo. La subida a la Tonda es un camino de 3 km que permite cambiar de valle y llegar de nuevo al Isuela. Pero se hacen duros. Ni el refrigerio, ni los paisajes, ni las alegrías que camino o caminantes ofrecen. Baste citar a uno de los zombies (indescriptible), cuando llega roto al punto de avituallamiento. Con escaso resuello, resume lo que siente: “si me caigo al suelo, enterradme aquí mismo”. Y a fe que alguno buscaba la pala solo por piedad. Nosotros no tenemos tanta justificación, que solo llevamos escasos 30 km. Así que seguimos. Nos desgranamos, y vamos llegando arriba como podemos. En la cima, una foto y reposamos algo. La bajada es más animada con un bonito paisaje ondulante y una conversación sobre alta cocina que nos va llevando a Valdeplata. En este último avituallamiento, la organización ha tenido el bonito detalle de poner un grifo de cerveza. Quizás no contaba con la llegada de Juancho que a poco les acaba el suministro, la cebolla y hasta el pimiento picante que tenían para acompañar las cañitas.
Ya solo quedaban unos seis kilómetros, pero fueron los peores. Son ya más de las 14 h, Lorenzo está con la lupa tocando las narices, el asfalto quema, y a alguno le empiezan las primeras rozaduras. Se hace interminable, a pesar de que cada coche que pasaba decía lo mismo: que no queda nada. Incluso alguno empezó a temer que aquellos que dudan de San Garmin y su fiabilidad contando kilómetros, tienen razones para ello. Nos cruzamos con los de la gasolina que iban de vuelta, suponemos que después de completar los 104. Al menos nos alegraron algo este trayecto infernal. Veremos esa crónica.
Pero como no hay mal que cien años dure, llegamos. Han sido 8 horas. Con una media ligeramente superior a 5 km/h. Que es la oficial, la que recogen los estatutos cenefos bien clarito. En la meta, como es pertinente jarras de cerveza y búsqueda de Miguel. Lo encontramos y nos da cuenta de que esta vez sí: ha rematado la Calcenada con éxito y en un excelente tiempo (poco más de dieciséis horas, un tiempazo). Enhorabuena. También encontramos a “la niña de la silga” (supimos de ella por un amigo) e inmortalizamos el reencuentro.
Nos cambiamos, comimos, tomamos unos heladitos y para Morata (de Jalón, que hay que reivindicar ese río que se nos desgañita de gritar por qué). Así fue el final de la segunda parte de la Calcenada. Una prueba dura, en la que acabar tiene su mérito. Como mérito tiene un pueblo que se vuelca en estos actos. En dos años solo hemos visto camaradería, sonrisas y solidaridad tanto en los puntos de avituallamiento como al final. No sabemos cómo serán los intramuros, ni falta que nos hace, pero de puertas para fuera solo nos despierta envidia. Sana envidia.
En cuanto a los cenefos… como el año pasado solo nos queda coronar el protagonista de todo esto. Será después de fiestas y una vez que regrese el rastafari. Que ya queda menos para mil. Y esta vez no decimos nunca jamás… que el equipo A está con ganas.

domingo, 1 de agosto de 2010

EL PICO DEL RAYO

¡Mira que hemos oído hablar del Pico del Rayo!. Lo visitamos hace poco más de un año en la Vicorada. De pasada. Y nos hemos propuesto más de una vez subir, pero causas varias nos dejaron retratados en esa frase del ideario cenefo con escaso parangón: "Nada, cenefos, otra etapa sin acabar" (Luis I dixit). Esta vez la propuesta iba en firme, aunque con cañones recortados. Nada de intentos desde Morata que se nos llevaran por delante esa hora indolente del vermú. Así que salida y llegada desde El Frasno. Media docena de contingentes, salchichas y cerveza incluidos, estábamos a eso de las 7.30 en nuestra sede social dispuestos al ataque. Compramos pan y para arriba.
El inicio desde el cementerio de El Frasno ya es un clásico de este blog; casi se pueden distinguir los puntos de track en la tapia del camposanto. Tras el oportuno cántico a San Garmin (patrón cenefo con San Sifo), check point en la salida, que cenefo prevenido no vivirá mil años. Rafa nos hizo pasar un control de pulsaciones y capacidad pulmonar; parece que estamos aptos para el consumo (sic). Tras el oportuno test salimos por la pista para enseguida desviarnos a la izquierda, camino de la Erilla Alta y el nevero que ya visitamos en diciembre del año pasado. La subida, sin tener una pendiente excesiva, se hace algo dura por lo continuada. Algunos rompen a sudar enseguida y otros van masticando salchicha, que algo queda de la noche anterior. Con alguna paradica y trago de agua vamos llegando al final justo al cruce con la carretera militar que lleva a la zona de control aéreo. Aquí un nuevo test que refleja un significativo aumento de pulsaciones (quizás haya que apurar el consumo). Varios carteles de prohibición y un militar nos alertan de que estamos en zona militar (en honor a la verdad relajada y con comprensión senderista). Se cruza la carretera y seguimos la pista que fajeando (ya ha cuajado el verbo) la Sierra de Vicort lleva hasta Viver. En esta zona se nos ve más sueltos y con un resuello de alivio (dos cifras en las pulsaciones).
La duda estaba en cómo atajar para llegar al Pico del Rayo. Había varias posibilidades, que variaban según las fuentes. Decidimos seguir hasta el cruce de la pista con la senda que lleva a Inogés y que se distingue perfectamente por la caseta con fuente que hay en el cruce. Detrás de la caseta nace (y casi perece) una senda que a cuchillo nos ha de llevar a una zona intermedia entre las antenas de televisión y el Pico del Rayo. La senda, preciosa y dura. Sembrada de musgo y rodeada de acebales, con un suelo algo complicado, nos permite disfrutar del monte en toda su intensidad (en el diccionario cenefo la hemos bautizado como senda rafita). Si vamos tomando como referencia la cima y sin desviarnos en exceso a la izquierda, al final se llega justo a una pista que lleva al Pico del Rayo. Último esfuerzo y cumbre, con Juancho y Fernando (que no equipo A; no la vayamos a liar) en cabeza.
Para aquellos que no hayan estado, decir que la vista es espectacular. De subidón (literal en todos los sentidos). Para celebrarlo decidimos brindar con media barra de pan del día salpicado de todo un poco (excepto salchicha gracias a Dios).

Chicken-in reglamentario al que se suma Ángel. Nos llena de alegría ese cambio de la galleta por el bocadillo. Por cierto, seguimos destacando la labor innovadora de Fernando en estos menesteres: el ferranadriá del almuerzo montés. Un avanzado en la fusión y el mestizaje, sin parangón. Con el apetito en retirada, procedemos como es habitual, a arreglar un poco el país, hacernos algunas fotos de nuestra hollada y tirar para abajo. La vuelta decidimos hacerla por la pista que lleva a las antenas. Finalmente nos topamos con la carretera militar de nuevo, y es complicada otra opción por este lado de monte, así que tiramos para abajo por el arcén (excepto Juancho) hasta de nuevo el cruce con la zona de la Erilla Alta.
El descenso se pudo hacer por la misma pista de subida, pero San Garmin nos había reservado una senda, que partía del cruce de la senda de Aluenda con este camino a la Erilla Alta. Más de uno dudamos que hubiera allí senda alguna, pero la fe que procesamos a nuestro santo patrón no admite fisura. Adelante. La emboscada es guapa. Un piso lleno de agujas de pino y madera seca (biomasa sin conocimiento, ¡qué no haya un incendio allí, por Dios!) hace difícil cualquier tránsito, como bien pudo constatar Ángel (¿noticias de esa muñeca?). Pero la técnica cuchillo se impone y terminamos ¡en la carretera militar!. Eso sí por poco tiempo. A estas alturas, la mayoría habíamos perdido la referencia, aunque siempre supimos que el cementerio y el coche nos quedaban a la izquierda. Monte a través, nuevo cruce de la carretera (es el cuarto, con lo que ya se puede considerar vicio), carruchas a tutiplén y llegamos a nuestro destino.
El resto es lo habitual: jarras, algo comestible (e incluso incomestible, como esos pimientos de padrón que picaban como demonios) y negociación de camisetas nuevas. La siguiente, ese trozo de calcenada que nos quedaba por completar. ¡Qué vaya bien!
(por problemas técnicos, las fotos tendrán que esperar)

lunes, 26 de julio de 2010

Creando Cantera

Domingo. Día de Santiago y cierra España. Tocaba salida con nuestros hijos (más bien hijas) para ver si poco a poco van cogiendo el gusto de andar. Un clásico en Morata: la vuelta Morata-Chodes-Las Torcas-Morata con visita a otro arco de piedra, este más espectacular que el de Alpartir (que tampoco desmerece). 7 km con un poquito de casi todo, en comedidas dosis que esta el intervalo (que no rango) de edad se ensancha de los, más o menos, cinco a los cuarenta y bastantes. La quedada ya fue complicada, más que por los niños, por algún que otro cenefo (de facto o in pectore) con despertar laxo. A trompicones fuimos llegando al albergue una tropa abundante. Solo mencionaremos los verdaderamente importantes: María, Blanca, Inés, Marta, Lucía, Julia, Nacho y Frida (creo que correctamente ordenados).
Comenzados la salida a eso de las 9.30 h, tirando para Chodes por Capurnos. Hicimos un pequeño alto en la zona de inicio a la escalada que hay (casi) a pie de puente, pero nos quedamos con las ganas de hacer de la vía ferrata (arneses no faltaban). Tirando para Chodes nos cruzamos con los colegas de la PC que han salido de buena mañana a estirar un poco y ganarse el almuerzo. Ya en el camino, empezamos con los primeros problemas de mosquitos, que a la vista del rastro dejado son algo más que tigres. Ni el Aután parece hacerles mella.
La solana de la zona del viejo castillo se reparte entre los diversos grupos que se van formando camino del río. En breve, llegamos a la mineta y podemos contemplar nuestro río, que aún en estas fechas baja bravo y burlón de promesas de caudales ecológicos. No sabemos qué conocerán los hijos de estas cenefitas, pero nos tememos lo peor. Cruzando por el puente de las Torcas, llegamos a nuestra peña agujereada. Reponemos fuerzas con unas rondas de chuches para los niños y una bolsa para Juancho. Rumores había de su filia, pero no se considero que llegase a tanto.
Subimos a la peña e hicimos sesión de fotos, antes de bajar y asistir a la refrescada de pinrel de Belén. Pertinentes risas y hacia Morata. En la zona de escalada había más de un grupo que aprovecha la buena mañana y la sombra para tirar de roca. Es un espectáculo ver como van ascendiendo poco a poco, con tesón, aprovechando cada asidero de la pared. Con más asideros y menos tesón para subiendo hacia las paredes negras. Ya alguna niña empieza a dar síntomas de cansancio y ni la preciosa vista del pueblo le reconforta en exceso.
El camino es ya llanito, pasando por el comedero de buitres y la zona del tren encajonado, antes del cruce con las viñas bajas. De ahí, en adelante, una pequeña subida y la bajada al calvario fin de etapa.
El resto, como de costumbre. Vermú popular en el albergue con jarras isotónicas (en sus variedades de sola, con gas o con limón), barritas energéticas de torreznos y dos platos de patatas bravas para compensar tanta mesura.
Los niños felices. Creando cantera.

domingo, 18 de julio de 2010

PIM, PAM, TOMA ARCO DE PIEDRA

Seguimos aprovechando el olor a vacaciones y pueblo que nos trae el verano para seguir andando por los alrededores de Morata. En esta ocasión el organizador nos ha marcado una etapa que ya hicieran los de la gasolina: visita al arco de piedra de Alpartir. Como es costumbre, a las siete quedamos en el Albergue. Esta vez un grupo más numeroso con Fernando, Miguel Ángel, Juancho, Rafa, Luis y Ángel, que ya nos había acompañado el día de la silga, y al que esperamos en futuras ocasiones.
Llegado a Alpartir nos desviamos a la derecha para dejar el coche en la zona de eriales que corona el pueblo. Desde allí parte un camino que nos ha de llevar al cruce de caminos que marca la entrada al valle de Tiermas. Viejo conocido, emprendemos la andada por esta agradable zona, umbría a esas horas de la mañana. Nos lleva poco tiempo recorrer las huertas, y alcanzar un cruce, a la derecha, con la Senda de Ortigas Viejas, recuperada por la Butrera y excelentemente marcada con un poste a la orilla del hoy seco río Alpartir. Recordamos lo hermoso de esa zona en primavera, cuando la recorrimos en sentido inverso aprovechando la andada de Valdejalón. Tomamos la senda y tiramos para arriba. Ahora ya rompemos a sudar más de uno, conforme vamos ascendiendo hasta llegar a una paridera junto a una pista que lleva al pico del Buitre. En este lugar reponemos algo de líquido y empiezan los primeros momentos de confusión.
La hoja de ruta marca que debemos tomar la Senda Solana que parte de la paridera, prácticamente en línea recta con la de Ortigas Viejas. Escarceos y como siempre, fe en Garmin y en el organizador. Tiramos para arriba con Fernando de guía. No ha de pasar mucho, para darnos cuenta que lo que era senda, es pedregal, monte y acaso campo. En fin, que nos hemos desviado. Aun con todo tiramos monte arriba, ya con la referencia de la pista del Pico del Buitre a la izquierda. Definitivamente, hemos roto a sudar del todo. Una vez hollada cima, reflexionamos y avistamos lo que puede ser la senda, que siempre hemos tenido cerca. Allá nos vamos para poco a poco recuperar la calma, ahora que la altitud alcanzada nos dice que ya casí todo está subido.
La Senda Solana nos hace confluir al final con la pista. Después de la dureza del monte a través esto es lujo y empezamos a subir el promedio. Poco nos queda de tranquilidad porque enseguida hay que dejar la pista, en una zona llana, que tiene un monte a su izquierda (Casca Alta) con un sendero que debemos de tomar para ir al Arco de Piedra. Constancia dejamos de la presencia por allá de un cazador en una época más de senderistas que de cazadores. En todo caso, cuando alguien lleva escopeta en mano no se carga de razones pero si descarga precauciones, y ante la ausencia de Luis I, optamos por cabecear sin más.
Subida la senda se alcanza una cresta que tiene abajo un valle y a la izquieda el monte pedregoso de la Casca Alta. Hacemos un primer intento de encontrar el Arco, con poco éxito por lo que decidimos subir al monte para atisbar el panorama y el almuerzo. Ambos impresionantes. Merece la pena subir para tener una excelente panorámica de la Sierra, incluso del lejano Moncayo. Abrimos mochilas, tomates, longanizas, panes y demás, y damos cuenta de la obligada reposición. En este caso, las que han entrado han superado las gallinas salientes. Ángel, más frugal, opta por los azúcares. Todo vale.
Una vez repuestos, retomamos la búsqueda del Arco. Mole de piedra de grandes dimensiones que sale a tajo del monte, ya en descenso al valle, con un precioso agujero ojival que le da nombre. Fotos de rigor y tiramos para la pista que se ve abajo, desde la base del arco. La técnica es sencilla: a cuchillo. Solo aplicamos el raciocinio para superar una zona de zarzales. Hecho, retomamos la pista y tiramos de nuevo para alcanzar el valle que habíamos dejado a primera hora de la mañana, si bien más arriba. No era esta la primera intención, ya que queríamos tomar la Senda de Valdelagües, pero no atinamos. Tenemos excusa para volver. Ya en el valle, hay algún momento de debate, sobre qué hacer. Pero hay compromisos varios, por lo que optamos por tirar para Apartir y hacer una etapa más corta de lo habitual.
Curiosamente, no ha habido debate lingüistico, ni casi polémica. Salvo la de oquedad o cueva, que dejamos para los apasionados del google o gondal. Etapa bonita, apacible y con un toque de monte que habíamos perdido.
Lo demás ya se sabe: Albergue, jarras de cerveza y viandas varias. Gracias Juan. Reconocimiento también público al cenefo Miguel Ángel que ha tenido dos buenas ideas en una sola mañana. Así, a pelo. A concretarlas. Y por supuesto a los de la gasolina que nos inspiraron y a la buena labor de la Butrera.
Felicidades y un fuerte beso a Marta de todos los cenefos.

martes, 13 de julio de 2010

"Fajeando" la Sierra de Algairén

Para recuperar el tono y encarar el verano, había preparado Juancho un paseo por la Sierra de Algairén, sin collados y con la subidita justa para abrir poros y echar fuera la condensación de Knoevenagel.  Para Almonacid de la Sierra nos fuimos, siete de la mañana como tiempo cero, el equipo A más Rafa y Luis.  Desde los 600 m de este pueblo de hermoso nombre y mejor vino comenzamos la andadica
La salida hacia la Sierra, suavecita, nos enreda en un trote llevadero con el alivio del escaso frescor de la mañana y la sombra de los prometedores pinos que enmarcan el camino. Es  zona primera de subida llevadera, que para aquellos que han apaleado sillas en las últimas semanas o meses exige algo de esfuerzo. Nada importante. Avanzamos por el Prau y las fuentes de los Hortales de Val de Garzón y enseguida alcanzamos una pista  de la Sierra que permite otear los hermosos collados que la coronan. Curiosamente nada de fútbol (día previo a la gran final), nada de política, pero algo de discusión orográfica y superhéroes. Sobrepasada la replaceta de Almonacid, alcanzamos en breve el colladico de la Granadina donde a Fernando le da un pronto y se pone a subir corriendo el monte que se le viene encima. Desahogado, volvemos a retomar la marcha, siempre entre sombra camino de la Fuente Las Juanazas en la que refrescamos algo el calor que ya a esa hora empieza a ser sofocante. Hoy pega duro, muy duro.
En la casa de los Frailes, de origen salesiano, descansamos un buen rato para dar cuenta del reglamentario almuerzo y de como silga, sirga o sierga pueden confundir a más de uno. De nuevo Fernando nos acogota con una demostración de fuerza sin precedente: salchichón, pimientos, sardinas y lomo TODOENUNO. Un bocadillo completo (carne-pescado) con escasos precedentes en nuestras salidas. Los de Tierra, han tomado sus precauciones: barras de pan fresco, paquete de jamón y tomates. En fin, un despliegue al que solo falta la bota cenefa que toma descanso en esta época de escarnio. La zona es muy agradable y llena de calma que a estas horas solo es perturbada por las cigarras que cantan una chicharra continua y estruendosa (ritmo vuvuzela) que no presagia nada bueno.
Al poco nos decidimos bajar, camino del Raso de la Cruz, zona de descanso y cruce de varios caminos y sendas. Excelente punto de múltiples excursiones bien señaladas. Aquí tiramos hacia la derecha para subir una preciosa senda que nos lleva a una mesa de piedra (el sitio del Emparrado), antes de iniciar la dura subida a la nevera. Senda en la que ya Rafa y Luis muestran signos de atravesamiento y de echar algo más que la Knoevenagel. Pero aguantan como unos jabatos, y en poco se toma un zona meno exigente que nos lleva a la Cueva las Tocinicas y el Mirador de Val de Tobarcé. A partir de aquí si que parecía que todo va a ser cuesta abajo en la rodada y bajo un sol de justicia. Y así fue, en parte, proque aun nos esperaba antes de Cosuenda el alto de Aguarón. Nos prometemos agua a discreción al final, y así nos motivamos.
Cerca de las 12h llegamos a Cosuenda. Plebiscito para decidir si paramos o no a reponer sales. El resultado fue 6 jarras de cervezas. Algo suave y ya tomamos el camino asfaltado que lleva de Cosuenda a Almonacid. Algo durete por la hora, el calor y la dureza del asfalto, siempre más desagradable que la cómoda tierra. Saludamos a la población en general y algo más que no recuerda este cronista, cuando llegamos a Almonacid.
Cervezas justas, Simoneta y tanga de cocodrilo de Sabina. Y fin de fiesta.
Bonita etapa, recomendable. Visitamos: www.lugardecosuenda.org.
Aprovechamos para publicitar la nueva web del ayto de Morata:  www.moratadejalon.org
Nothing to do con lo anterior. Enhorabuena.
Deberes: fajear y sierga.

lunes, 5 de julio de 2010

A vueltas por Monegré

De nuevo los Cenefos nos disponemos a realizar una etapa previsiblemente dura, que a la sazón lo sería.
El punto de partida escogido fue la plaza de Nigüella; Miguel había preparado una marcha que sobrepasando los 20km tenía como hito más importante el acceso a la cumbre del cabezo de Monegré. Entre tanto habría que ascender barrancos, sortear todo tipo de vegetación, algún que otro campo sembrado y hasta algún animal contrariado por nuestra presencia.
Comenzamos a las 7:15 de un domingo que se presumía caluroso y a la postre lo fue. Juanjo, Fernando y Miguel, que no traía buena cara; la noche del sábado le pasaba factura ahora y más adelante también lo haría.
Raudos, tomamos la carretera que en apenas unos cientos de metros nos enseña el camino por donde deberíamos comenzar la aventura.
El camino pronto desaparecería de nuestros pies y deberíamos comenzar a subir por el barranco de la Iglesia por un sendero levemente marcado, casi indistinguible.
Dicho barranco recuerda a los desfiladeros de las películas del oeste donde unos astutos indios tienden una emboscada a unos repeinados cowboys. Este día no apareció ningún indio, tampoco nos sorprendió.
El ascenso del barranco nos condujo hasta un lugar donde ya no había ni camino ni sendero, lo cual nos obligó a cortar monte a través entre romeros, aliagas y otras delicadezas. Miguel había prevenido al resto de tales compañeros de viaje, y tanto Fernando como Juanjo habían venido preparados evitando el pantalón corto. Curiosamente el único que apareció con pantalón corto fue el organizador, así que tenía todos los votos para acabar hecho un "ecce homo".
Salvado este primer monte a través, se accede a Pizaiza. Desde aquí ya se vislumbraba nuestro objetivo, el cabezo de Monegré. La vista también alcanzaba un poco más a la izquierda la Buitrera y justo a nuestra derecha Peña Blanca.
Entre campos de trigos y algún agricultor madrugador, que no guarda fiesta ni los domingos a estas horas, llegamos a la falda de Monegré.
Primera ascensión por el baranco de Valmoreno hasta llegar al punto divisorio donde un camino parte hacia el santuario de Rodanas y otro circunvala el macizo de Monegré. A apenas 100 metros a nuestra derecha, peña Blanca resplandece bajo el sol con su lechosa tonalidad en fuerte contraste con el oscuro color de Monegre, no en vano el nombre del viene de "Monte Negro".
De nuevo monte a través y afrontando una dura ascensión emprendemos camino hacía la cima. Primero un pequeño tozal y finalmente el vértice geodésico nos confirma que habíamos hecho cumbre. Unos 930 metros de altitud y a pesar del día poco claro, un casi infinito horizonte otorgaba merecido premio a la dura ascensión.
Rápidamente descendiendo entre pinos y carrascas vamos a alcanzar de nuevo al camino que nos llevará finalmente hasta nuestro punto de partida.
En el descenso un gran jabalí contrariado por la visita de tan inesperados visitantes huye presto como alma que lleva el diablo sin mediar saludo con los caminantes. En esta zona llena de cazadores cuando es temporada, el animal no podía imaginarse que fuésemos en son de paz.
Descendido el cabezo, quedaban unos 10km por un camino de buen andar, para suavizar en la medida de lo posible la marcha.
Pasaban de largo las 10 y tocaba almorzar. El calor que ya empezaba a ser agobiante y la escasa cantidad de agua preparada para esta marcha, hizo que el almuerzo fuese frugal.
Tras el almuerzo continuamos por el camino que une el Santuario de Rodanas con Nigüella y justo antes del alto de la sierra de Nigüella las piernas de Miguel dicen stop y se requiere apoyo logístico desde Nigüella. Fue un rescate en toda regla, bueno lo que fue en toda regla fue el cachondeo luego el pueblo.
Diezmado el grupo, ahora Juanjo y Fernando continúan descendiendo la sierra de Nigüella con el castillo de Mesones que luce majestuoso de fondo.
Desde esta zona, La Nava, y con más de 20km en las piernas el camino se empieza a hacer pesado, menos mal que la "cultura popular" nos deja por el camino entretenidos letreros puestos en idiomas inclasificables.
Finalmente llegamos a Nigüella a la hora del vermú, en torno a las 12:45 aprox, donde damos buena cuenta de bebidas y viandas, saludando a unos y otros, que éste es lugar de buenos amigos.

PD: No conviene mezclar actividades tan disjuntas como las que se ejercen el sábado por la noche y las del domingo por la mañana, sobre todo como la narrada en esta crónica. Si no, que le pregunten algún Cenefo incauto.

domingo, 20 de junio de 2010

1ª Bloguerada... y no será la última


Y si, al final nos juntamos. Llevábamos tiempo los integrantes de los blogs “lagasolinaamedias”, “senderosalsol” y “cenefos” planeando hacer la una salida conjunta para ponerle cara, voz y ojos a tantos mails, a tantas crónicas y a tantaos mensajes del Facebook.
Y nos juntamos quince, y aprovechando la moratalidad de los cenefos y que en los “gasolinas” hay originarios de Ricla y de La Almunia, pues decidimos hacer una andada que uniera las tres localidades.
“Gasolinas” vinieron Sara, Diego, José Carlos, Iker, Javi y Tomás; de “Senderos al Sol” Isabel, Conchi, Chema, Alberto Carlos y Goyo; y “cenefos” Fernando, Juanjo y a última hora se apuntó José Antonio.
En el albergue de Morata quedamos a las 8 de la mañana. Presentaciones, puesta a punto y a comenzar la jornada. En el último momento decidimos llegar hasta la Mineta, en vez de por el camino de las pareces, hacerlo por Chodes, para de esta manera enseñarles a nuestros compañeros los caminos y senderos de nuestro pueblo. Juntar a tanta gente andando es complicado, la heterogenia del grupo hizo que se formaran grupúsculos de varios en los que las conversaciones iban y venían como si nos conociéramos desde hace tiempo.
Subiendo por la Mineta, el “Calleja de Valdejalón” que lleva ya salidas fogueándose dejó constancia en este sendero del primero de los videos espontáneos que grabó en la jornada.



Desde la Mineta la Mineta, fuimos por un sendero hasta buscar el paso del río Aranda, cuyo paso hicimos a través de un tronco de árbol que hace de puente natural. La vegetación ocultaba el paso hasta el pero entre José Antonio y Fernando la duda fue corta y enseguida lo encontramos. La primera actividad del la multiaventura se pasó sin que nadie sintiera la temperatura del agua del río de primera mano.


Del trayecto hasta la silga, nos tocó podar cientos de zarzas que se acumulaban en la senda que se había tornado invisible. Los senderistas andaban un poco confundidos, pues por un momento nos hallábamos envueltos por paisajes que bien pudieran estar en una selva centroamericana. Al ir en pantalón corto las zarzas, ortigas y demás plantas “beligerantes” no dudaron un instante en dejarme las piernas firmadas, ya se sabe que el cenefo es animal de costumbres y de tropezar dos veces con la misma piedra. Goyo también sufrió del mismo ataque y por las mismas causas.
Y llegamos a la "silga" donde los que ya la habíamos pasado vimos en los ojos de los debutantes los mismos miedos que nos acompañaron el día que la pasamos por primera vez. La silga nos deparó el momento estelar en el que el cenefo Fernando, cual espiderman, rescató de un seguro chapuzón a Isabel,  que desde hoy rebautizada como la "niña de la silga". Nuestro segundo video nos ilustra este paso.


Y una vez pasado la silga, y con las mochilas mas descargadas de tensiones y adrenalinas, seguimos por la "selva", paralelos al jalón y en dirección hacia la central eléctrica de las Torcas, casa a la cual nuestros vecinos llaman "la casa de la luz", donde dimos cuenta de un variado almuerzo. Bocadillos, fruta y galletas, todo ello regado con agua, bota de vino (secuestrada¿?) y café o carajillo, y ¡qué más se puede pedir!
Tras el almuerzo surge la primera duda, eran casi las once la mañana y apenas llevábamos 6 kilómetros, hoy no era día para hacer medias, decidiendo hacer el camino previsto, pero aumentando un poco el ritmo para llegar a tiempo al rancho.
Junto al Jalón, caminamos por la senda de los desfiladeros del Jalón, pasamos por famoso el palo del Moro, y pronto pusimos las botas en las calles de Ricla. Allí nos reagrupamos y decidimos tirar a La Almunia, y estos últimos 4 kilómetros hacerlos cada uno a su ritmo. Los cenefos y medio grupo de "gasolinas" decidimos volar a 7 kilómetros por hora, con la mente dentro de una jarra helada de cerveza que sobre la una y  cuarto dimos buena cuenta en el Lucky.
Al  poco rato llegó el grueso del pelotón, apuntándose enseguida a las jarras. Risas, felicitaciones, y sobre todo un respeto a la única norma que pusimos ¡No se habla de política! que cada uno somos de nuestra madre y nuestro padre,  y creo que la norma fue oportuna
Subimos a la parte de arriba del Casino, donde la Peña Gastronómica de La Almunia, nos permitió celebrar la comida de hermandad. El cocinero Miguel Ángel (futuro suegro de José Carlos, y digo futuro con redundancia, eh!) nos preparó unos entremeses espectaculares (queso y pernil) y un  rancho con mayúsculas, que dimos buena cuenta hasta dejar la olla como la del anuncio del Fairy. Postre, café y copas...

A todos los asistentes, gracias por compartir una jornada tan espectacular. A los ausentes, solo decirles que aunque seguro que habrá más, hoy se os echó de menos.
Lo dicho, bienvenidos y sobretodo bien hallados.
Hoy ha nacido la "Peña la Silga".


Crónicas de los otros blogs participantes:








TRCK DE LA RUTA...

lunes, 14 de junio de 2010

Viernes por la noche: ¡Nos vamos de marcha!

Si pero hoy se trataba de otro tipo de marcha muy distinta. Esta vez los Cenefos acudimos a la marcha nocturna que habían organizado Os Andarines d’Aragón por los alrededores de Zaragoza.
En torno a las diez de la noche cuatro aguerridos Cenefos: Fernando, Juanjo, Luis y Miguel, llegaban al pabellón de Juslibol donde se habían instalado las mesas de registro. Sería éste también inicio y fin de la marcha.
Al registrarnos nos daban una pulsera todo incluido, parece que se está poniendo de moda este complemento en el equipo del senderista que participa en este tipo de eventos, un vale para la recena y una linterna a dinamo. Lógicamente al ser la marcha nocturna, se hacía imprescindible algo de luz para el camino.
Tras el registro, vasito de moscatel unas fotos y a esperar el pistoletazo de salida. Por delante teníamos unos 23 kilometros con muy poco desnivel en una noche con un cielo semi-cubierto por las nubes y una temperatura de unos 20º.Poco antes de las once, arrancaba la marcha en dirección hacía las primeras rampas. El recorrido era fácil, prácticamente todo llano excepto estas primeras rampas que nos dirigirían desde el mismo Juslibol hasta las antenas de telecomunicaciones que hay en los montes cercanos.
Salimos rápido, muy rápido diría yo, lo cual nos hizo ganar posiciones y adelantar a grupos de senderistas que se tomaban este inicio con más calma. El caso es que llegamos al final de las rampas con cierta ventaja sobre el grueso del pelotón lo que nos permitió disfrutar de una vista espectacular: a nuestra izquierda la ciudad con sus luces anaranjadas, y volviendo la cabeza hacia detrás, titubeaban decenas de lucecitas blanco-azuladas confeccionando una serpiente luminosa sin par; cada uno de los senderistas con su linterna en mano daba cuerpo a este reptil fantasmagórico.
Continuamos ya por un sendero, donde seguíamos con un ritmo endiablado, a la postre el GPS de Juanjo daría fe de una media mantenida de 6,2km/h. Este ritmo hizo que la ventaja con nuestros inmediatos “perseguidores” fuese aumentando hasta abrir una brecha de unas cuantos metros, tal era el caso que en los viros y reviros del sendero perdíamos de vista el brillo de sus linternas.
El sendero nos lleva a unas escaleras, que primero de cemento y luego de arena compactada retenida por pedazos de madera, s dirigen hacía el galacho de Juslibol. En breve llegaríamos al primer avituallamiento.Vasito de gazpacho fresco, exquisito, algunos frutos secos y botella de agua para guardar en la mochila.
La climatología de la noche fue casi perfecta ni mucho calor ni mucho frío con un cielo semicubierto que no pasó de ser amenazador. Si que en la zona del Ebro se dejaba sentir una brisa fresca que aliviaba el acaloramiento suscitado por la marcha.
Saliendo del avituallamiento y por el sendero que discurre por el mismo galacho de Juslibol, llegamos al camino que por la ribera izquierda del Ebro nos debería llevar hasta el próximo avituallamiento.
Por este camino, no nos queda muy claro si el río va por nuestra derecha o por nuestra izquierda; la noche había desorientado ligeramente a Juanjo y Miguel y no daban crédito a lo que veían en la pantalla del GPS, maldito Garmin se está equivocado, el río debería estar en el otro lado, a nuestra izquierda. Menos mal que Fernando y Luis que se orientan mucho mejor que los primeros aclararon tal entuerto. Claro que el río discurría por nuestra derecha, pues estábamos volviendo hacia Zaragoza, hacia el Actur, ahora si que no había duda.Este tramo fue bastante animado pues el camino estaba jalonado por gran cantidad de coches en los cuales, muy probablemente, se encontraban amantes que habían llegado hasta aquí para dar rienda suelta a sus fogosos deseos. Seguramente alguno de ellos pensó: “he escogido mala noche para enamorarme”, claro con casi setecientos senderistas pasando el momento pierde el carácter de íntimo.
Como he comentado arriba, llegamos a la ciudad donde nos espera el segundo avituallamiento, un breve bocadillo de jamón y vino en porrón, no esta mal. Solo faltó poder haber repetido de jamón, otra vez será.
Revisión de botas de Miguel, hace ya varios metros que unos guijarros le andaban molestando, y continuamos ahora por ciudad.
Cruzamos la pasarela sobre el río que nos lleva a la margen derecha del Ebro, y por ahí continuamos a favor de la corriente en dirección al puente del tercer milenio.
En este tramo y gracias a la presencia de unos sucedáneos de los Pecos entró en juego “El Calleja de Valdejalón”. Nuestro reportero tuvo su gran debut en la marcha del maestro zapatero con las grabaciones de los chamanes del lugar, aquí no pudo por menos que hacer una grabación clandestina, cuidado con la SGAE, del éxito “naino, naino” interpretado por tan afamado dúo.
Con la música en vivo este tramo se nos hizo liviano y enseguida llegamos al avituallamiento que justo debajo del puente del milenio nos ofreció unas sopetas y algo de líquido, estuvimos por no parar, pero ya se sabe que el Cenefo no es competitivo y trata de disfrutar al máximo de lo que la marcha ofrece.
Arrancamos de nuevo, cruzando el susodicho puente, llegamos a la zona del parque del agua, donde primero al compás de Rihana y luego al compás de algún batráceo vamos dejando atrás la ciudad.De nuevo “El Calleja de Valdejalón” toma unos planos de las charcas donde ranas y ranuecos ensayan cantos ancestrales y polemiza sobre el ideólogo del cual surgió la maravillosa iniciativa de hacer un criadero de ranas tan cerca de la ciudad.
Abro paréntesis para agradecer las dos o tres veces que Fernando tomo las riendas de la situación y nos hizo tomar el camino correcto. La señalización del camino al ser de noche era complicada. La organización había colocado lucecitas rojas marcando el camino, además de las clásicas cintas de las cajas locales, pero en varios cruces se daba pie a la confusión, y de hecho algún grupo de senderistas confundió varios tramos de la marcha sin más penitencia que hacer unos cuantos metros más.
En todas las ocasiones de duda Fernando nos guió de forma certera. Se decidió por unanimidad quitarle los warning acumulados en marchas anteriores. Se cierra paréntesis.
Dejando atrás el parque del agua continuamos por asfalto hacía Juslibol y en un pis pas nos encontramos en el barrio, entretanto pasamos grupos de senderistas que habiendo optado por acortar legalmente la marcha, que no hacer trampa, andaban más relajados que nosotros que seguíamos con nuestro ritmo inicial.
Así llegamos en torno a las 2:45 de la mañana al pabellón de donde habíamos salido casi cuatro horas antes.
Al finalizar unas cañas de cerveza para reponer líquidos y un chubasquero talla única con olor a Nancy que nos dieron como recuerdo de este día.
Nos esperaba un estupendo colofón, la organización nos preparó una recena con huevos fritos, longaniza y jamón, sobran los comentarios.
En resumen, 22km de una marcha altamente recomendable, bien organizada, peculiar por lo de la nocturnidad, lástima el bocata de jamón, mejor 3XL, que diría Fernando.

sábado, 29 de mayo de 2010

El Maestro ZAPATERO

Había ganas. Incluso expectación. ¿Qué nos podía deparar el maestro Zapatero?. El otoño pasado ya tuvimos un anticipo sondeando el terreno que recordábamos sencillo y entretenido. Para Brea fuimos a las 6.30 Juancho y Luis al encuentro del maestro, recogiendo previamente en Morata a Fernando, que estaba ya con un nutrido grupo del pueblo esperando, en la plaza, salir para allá.
Llegamos a eso de las 7.30 y el ambiente ya ebullía. Rápida, la organización colocaba pulseras para poder salir a eso de las 8.10 camino del monte que guarda Brea y conduce al encuentro de Mesones. Antes nos encontramos con la familia Cuartero que se había apuntado, como estaba previsto, al festín de la comarca. Chupinazo y salida que lleva en estampida a Fernando. Como alma que lleva el diablo se va en camino de la cabeza y ese fue todo el contacto que con él tuvo el resto del grupo.
El inicio es duro, con una cuesta que hace a más de uno maldecir la idea de dejar los palos en el coche. Trabajo de riñones y para arriba. En la zona, ya de monte, hay una hermosa paronámica de Ibérico ávido de senderista. Anima y relaja en una hersoma mañana. Vamos, ya, Nigüella-Morata debatiendo de lo que toca: política y los malditos roedores. Desazón por aquí y por allá. Y un burro, solo, con orejas tiesas, pesada carga y mirada de incredulidad, que nos saluda a poco de Mesones. ¡Un poema!. O una metáfora. Quién sabe, maestro. Pero háztelo mirar.
La llegada a Mesones, como siempre, espectacular. Castillo al frente, río, huerta y un bonito pueblo. El refrigerio en el castillo que nos obliga a subir hasta arriba. Refrigerio abundante, con fruta, frutos secos y agua a discreción que no nos ha faltado en todo el camino. En busca de Nigüella nos volvemos a fraccionar con Luis en la cola, que se quedó a saludar a colegas PC. Este trayecto es por carretera, quizás la parte más fea de toda la andada. Cuando llegamos a Nigüella tenemos un extra con la parada y fonda en el bar del pueblo. El marketing no cuaja demasiado entre la parroquia que va concentrada en su marcha, o quizás olfateando el almuerzo que nos espera a la orilla del río. Tras cervecillas varias, bajamos a ver lo que se cuece, y nos encontramos excelente bocadillo de jamón con tomate, vino de combate y mucha simpatía. La verdad es que nos vamos olvidando de que estamos en una andada y la murria nos invade. Para entonces, ya nos habían informado que la avanzadilla camuflada de Fernando había pasado demasiado tiempo antes.
Hacemos, no obstante, un pensamiento y continuamos ahora al encuentro del Aranda para seguir aguas arriba y con el río de complice, hacia Brea. Es la parte dura de la andada, más que nada por el sol de justicia que nos abrasa. Antes de llegar al Gollizno, ya llama Fernando para avisarnos que está de cervezas más harto que Tarragona de pescado... y que cuánto nos queda. Es lo que tienen las escapadas. Camino del refrigerio en la fuente, Manolo, colega de Nigüella, para a reponer neumáticos y se avista una ampolla que le va a complicar la andada. Menos mal que en breve llegamos a la zona de esparcimiento de la fuente del Gallizno, con grifo de cerveza reglamentario. De aquí, ya casi no salimos. Entre la operación de urgencia, en la misma plaza, de Manolo y el frescor del grifo, la cosa pintaba mal. Cuando ya comprobamos que el herido no tiene arreglo, abandonamos con pesar el pic-nic para retomar el camino de Brea. Río y plantas. El camino fue muy divulgativo y entretenido gracias a colegas de Brea que nos enseñaron diversos remedios con plantas. Empezamos con la genista (o retama) y terminamos hablando de remedios de garganta y hemorroides que hemos de probar. Si somos capaces de retener tanta información. Calleja guarda testimonio gráfico del paseo. Por cierto, para disfrutar. Lástima de asfalto.
Y ya, cuando Fernando había perdido la fe, llegamos a Brea. Esta vez con el coche escoba. Pero nos lo pasamos estupéndamente. Del resto: cervezas, una buena comida, visita al museo del calzado, un café, algún orujo y para casa. Saludamos a Eloy, con el que hemos vuelto a coincidir y a los compañeros del pueblo que esta vez masivamente disfrutaron de una excepcional mañana de primavera, ya casi verano.
Y aunque parece que fue poco, fue mucho. Porque es una andada excelentemente organizada. Muchas gracias. Para no perdérsela.
En cuanto al maestro.... ahí sigue, oyendo a Supertramp.