sábado, 30 de marzo de 2024

PICO de PURROY – La CHAPARRILLA


FICHA TECNICA
 Fecha:   28/03/2024 
 Distancia:   14 km  
 Desnivel positivo:   564 m  
 Dificultad:   Algo de calcetinada 
 Tiempo Invertido:   4h3m 

 

 

Jueves de Semana Santa: se inicia marcha de penitencia a La Chaparrilla con Manuel, Minino, Pelo, Emilio, Luis I y Jorge (nuevo para la causa), advirtiendo en la salida a Manuel que nos acompañaría hasta la hoya Sanz y se volvería por el barranco Villota. La Chaparrilla no está para sus condiciones físicas y vale más evitar cualquier accidente.

El principio del recorrido es el habitual de la ruta 2 por la hoya Sanz, hasta un punto en el que nos desviamos a la derecha monte a través, si bien parece que antaño ese era el Camino Real a Sabiñán. Sea como fuere y con alguna duda, llegamos al collado del inicio de la Chaparrilla.

 

La subida es sencilla, y apurando progresivamente sus desniveles se llega a una zona rocosa en la que se tiene que poner un cuidado extra para avanzar. Pese al aire que soplaba en esa mañana santa, en unos minutos estábamos en el Pico Purroy que nos agradece la visita con unas vistas espectaculares de las Sierras de Morata, Morés, Illueca, Vicora o Moncayo.

Una vez hechas las fotos de cima, dimos cuenta del almuerzo habitual y de nuevo con la bota de rigor, gracias al nuevo porteador.

El descenso es un poco más complicado por el tipo de piedra, pero con calma fuimos bajando y a unos 500 metros decidimos atajar, pese al buen desnivel que había, hasta el camino que lleva al barranco Villota y finalmente al pueblo. Para cuando llegamos, Manuel se cansó de esperar para dar cuenta de su almuerzo.



Fotos de la salida

jueves, 28 de marzo de 2024

El Santo Gratal


FICHA TECNICA
 Fecha:  23/03/2024 
 Distancia:   14.19 km  
 Desnivel positivo:   764 m  
 Dificultad:   Pechugadilla agradable
 Tiempo Invertido:  3h 50m+almuerzo
Cabía la duda si la conjura de la comida de Navidad de recuperar las salidas de antaño, amén de los periódicos paseos veraniegos por el pueblo, iba a surtir algún efecto. Y Gratal fue entonces el primer destino previsto. No pudo ser en el primer intento, pero tras proponer dos fechas con tiempo suficiente para que quien tuviera voluntad se apuntase, al final pudimos hollar de nuevo este ahora Santo Gratal que obró el milagro de reunir un nutrido grupo de ¡¡ocho!! cenefos. 
El día planteaba alguna duda por el viento, pero una vez en el pantano de Arguís, puntuales a las 8h tanto los que venían de Morata como de Zaragoza, vimos que soplaba flojo y que se prometía una mañana más que agradable. La subida, desconocida para algunos de los que se apuntaron, tiene una parte inicial suave y agradable, que poco a poco se va empinando hasta llegar a un cortafuegos de exigente rampa. Existe la posibilidad de sortearlo por una senda que sale al pie del mismo a la derecha, pero decidimos subir directos y hacer la bajada por dicha senda según la ruta que llevábamos grabada de la última subida de hace ya demasiados años. Cada uno a su ritmo, con Víctor destacado y en plena forma, fuimos ascendiendo para llegar arriba y tener ya una preciosa vista del pico Gratal. Ya solo por eso vale la pena la excursión.Una vez superada esa primera, dura y exigente rampa se inicia un descenso hacia una llano que hay a los pies del pico. En esa zona el viento era algo más desagradable y auguraba mala mañana arriba.
Seguimos hacia arriba para vencer la segunda y última rampa exigente del día por una bonita pero también embarrada senda, que poco a poco lleva a la cumbre. Arriba el paisaje es espectacular con el Pirineo nevado de fondo al norte y la Hoya de Huesca al sur, algo brumosa, pero incluso en la distancia pudo apreciarse el Moncayo. Allí arriba, justo a los pies de la cruz no se sentía el viento e invitaba la mañana a un almuerzo reglamentario. Primero la foto de rigor, con reivindicación incluida sobre ese embalse y ese trasvase que ahí siguen, Justicia desoída mediante. Y luego arreo con bota que se acabó en primera ronda y aun pudo rellenarse con una botella de buen vino, embutidos varios, queso y algunas viandas más de las que dimos cuenta, disfrutando del paisaje y apreciando lo merecido del esfuerzo. 
El descenso, ¡ah, crudil!, fue algo más caótico. Quisimos buscar la senda, pero la maleza ya se comió la que hace años pisamos y no dimos con ese descenso, así que optamos por descender por el cortafuegos, no entero afortunadamente porque se hace más duro descender que ascender. 
Al final, en la llegada, ronda de vino dulce para celebrar el reencuentro y vuelta para casa. En Zaragoza aun hubo tiempo de reponer sales y calorías. Hasta la próxima que será otro reencuentro: Puig Moné.

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Fotos de la salida