domingo, 30 de agosto de 2015

El día que se nos acabó el verano


FICHA TECNICA
 Fecha:  29/08/2015 
 Distancia:   13.5 km  
 Desnivel positivo:  más de 600 m  
 Dificultad:  inflóncito 
 Tiempo Invertido:  bastante 


Tiene un verano en el pueblo el sabor placentero de un buen gin-tonic. Suficientemente refrescante, agradablemente saludable en una buena sobremesa y con el deje justo de amargura. La que te da saber que también has zurcido peñas, amagado siestas y esquivado frescas a las tantas de la noche como hoy lo hacen durante unos días aquellos que esperemos deshagan ese camino al que cantaron la Ronda de Boltaña en su memorable Mermelada de Moras. O al menos que nunca olviden que por aquí también está su lugar en el mundo. El nuestro. Para muchos de nosotros toca cerrar la casa y seguir girando (véase Mermelada de Moras), pero antes lo celebramos con esa ya tradicional andada final de verano, la que otras veces nos llevaba al Moncayo o más allá de los 3000, pero que este año nos ha dejado más cerca.
Entre las huestes cenefas circulaba la leyenda de la pájara Oñate allá por la senda de Aluenda. Sus últimas escapadas a la sierra auguraban el fin de la maldición y nos conjuramos los máximos cenefos posibles (léase como plural genérico) para hacerlo realidad un 29 de agosto de 2015 d.c. En la plaza a las 7 de la mañana estábamos una legión esperando que Luis I tuviera a bien llegar. Era un momento histórico: el primer retraso del más aguerrido de los cenefos. Aquel que sancionaba la ausencia en el toque de campanas con una severa corrección llegaba el último. Una vez escarnecido, tocaba ir a los Pelos y aprovisionarnos de pan, recoger a Chispa y tirar para Aluenda desde donde estaba previsto salir hacia el pico El Rayo. Y allí, puestas las botas y hecha la foto de rigor tiramos senda arriba. Al ser doce (Chispa incluida) era lógico procesionar a nuestros respectivos ritmos. Hay que reseñar que esta senda (bien indicada) es de las más bonitas de la sierra de Vicor, si bien los miles de mosquitos que nos tocaron este día, hicieron el camino algo menos agradable que de costumbre. Todos aguantaron perfectamente por lo que la maldición quedó por fin superada.
Subidos a la pista, tiramos para arriba hasta llegar a la pista (continuación de la anterior) que nos lleva por la falda de la sierra que da a Inogés, El Frasno y Pietas. Por allí el camino es más sencillo, sin pendiente hasta llegar a la caseta blanca donde tenemos el cartel explicativo del acebal de Vicor, junto a un bello ejemplar de acebo. Es en este cartel donde se coge una senda (algo parecido a una senda) que viene marcada por brochazos verdes de camuflaje, que una vez adivinados más que vistos, nos conduce en diagonal hacia el pico. La zona es algo salvaje, plagada de musgo, un poco exigente, pero bonita. Y en no demasiado tiempo nos permite llegar al camino de la cumbre. Hoyada, hechas las fotos conmemorativas, nos tocaba la parte gastronómica, que como viene siendo costumbre se nos alargó algo más allá de la hora.
La bajada se hizo por la senda que va a parar a la curva de la pista. Bajada dura que nos hace descender trescientos metros en nada. De allí, vuelta para la caseta blanca y descenso por la senda que lleva a Inogés. Una bonita bajada entre pinares, que luego debemos dejar para tomar el camino hacia Pietas. Hubo en esta zona algún escarceo entre los que unos hicieron, otros afirmaban y lo que Luis I primero conocía. También exceso de cansancio a esas horas, que nos hacía ver todo más duro de lo que realmente era el camino. Llegados de nuevo a la pista justo en el cruce con la senda de Aluenda, nos tiramos para abajo. Ahora la senda estaba plagada con millones de mosquitos. Desagradable. Menos mal que no son escasamente 1.4 km y en breve llegamos al coche.
De allí a Morata, Togi, cervecitas, Casino, algunas risas y para casa.
Despedida a un verano más en el pueblo. Y no seguimos, que el recuerdo vuelve tierno hasta el pan duro de ayer (Mermelada de Moras).
Solo recordar que en Alemania hay un trocito nuevo de este pueblo al que deseamos la mayor de las felicidades. Y al cenefo, y familia, que seguro leerá esto, nuestra enhorabuena. Para ellos una de esas frases míticas sobre la descendencia: “Solo dos legados podemos dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas.”


Fotos de la salida

miércoles, 26 de agosto de 2015

AÑO DISPERSO, VERANO INTENSO


FICHA TECNICA
 Fecha:   AGOSTO 
 Distancia:   82,3 km  
 Desnivel positivo:   ni idea 
 Dificultad:   De todo ha habido
 Tiempo Invertido:   casi tanto como almorzando 

2015, hasta ahora, ha sido un año complejo. Demasiado disperso. Bastantes cambios y algunas complicaciones que han hecho mella en nuestra conciencia senderista. Difícil poner de acuerdo voluntades dispersas, muchas de ellas atenazadas por trabajo o familia. Menos mal que siempre nos queda el verano, el pueblo y las ganas de almorzar. Seguro que nos dejamos en el tintero otras andadas, pero baste consignar las hechas en este mes de agosto.
Comenzamos agosto, ya el mismo sábado 1, marchando a Jaraba para dar cuenta de una ruta circular bastante interesante que transcurre por la hoz seca hasta el camino al Campillo y girar de nuevo por la otra ruta de la sierra para llegar a Calmarza. Es una ruta francamente interesante, por lo menos hasta salir de la hoz. Encajonado, por una senda muy bien marcada y con alguna subida del barranco facilitada por pequeñas escalas. Nada complicada. Recomendable la visita a las pinturas rupestres que quedan a mano derecha del camino y que están muy bien indicadas. Son pocas, pero bien definidas. La bajada de Calmarza a Jaraba se hace por el río Mesa y es muy agradable. Una ruta muy recomendable y poco compleja de 17.7 km.
Para la siguiente salida tuvimos que esperar hasta el día 7. Nos fuimos esta vez a Pomer, donde Aragón casi pierde el nombre y territorio Lezcano. La carretera tiene lo suyo pero el pueblo merece la pena. Como dijo Ibarzo, "ideal para echar siestas". Allí teníamos intención de ir a Borobia, pero el día estaba para pocas bromas. Demasiado calor. Así que hicimos la típica circular al pinar, con una subida inicial que realmente merece la pena por una senda en una umbría de carrasca colonizada por líquenes y que nos lleva a la pista que recorre el pinar. De allí hasta Pomer lo más reseñable fue el almuerzo soberano que duro bastante más que lo que habiamos andado hasta entonces. Solo 12.6 km placenteros y de poca exigencia.
El 12, para hacer gana de cara a las fiestas, nos propusimos almorzar huevos fritos con carabineros, si bien antes hicimos una memorable subida a la sierra por un camino poco habitual. Cogiendo el camino hacia la mina de Don Tomás y pasada la hoya Sanz, casi en el barranco Billota giramos a la izquierda para ascender a la sierra. La mañana estaba curiosa con un mar de nubes a nuestros pies, a pesar de la poca altura. De uno de los picos gemelos al Tordello es la foto de la entrada. Por supuesto llegamos al punto geodésico y bajada por la umbría del Aguilla (oficial, Laila de siempre) para correr hacia nuestro verdadero destino: el almuerzo. Tampoco nos matamos con los 12 km que hicimos ese día, aunque la subida a la sierra es exigente.
Dejamos pasar las fiestas, y el 19 hicimos la tradicional peregrinación al Moncayo, aunque esta vez no para hoyar sino para ir desde Beraton hasta el Santuario por el Collado Bellido. De nuevo una excursión recomendable, con una senda preciosa desde poco más allá del collado hasta el Santuario. De nuevo nos perdió el almuerzo, que nos hizo retrasar mucho el día y decidimos volver por el mismo camino en lugar de hacerlo por la Lobera como era nuestra primera intención. Se quedará para la próxima. Fueron 26.7 km de los que remarcamos la polémica Garmin-Runtastic (iPhone) que se estableció en la vuelta. El lema de Rafa ya sabemos que es que para atrás ni para coger carrerilla. Parecido al de Luis I con lo que se quedó en tablas la cosa.
El día 22 volvimos a la Sierra con la intención de marcar la subida desde el Barranco Billota, en el límite de Morata. Mucho marcaje la verdad es que no hubo, pero si una nueva y divertida subida a la sierra que se vio truncada por un chaparrazo que nos cayó poco antes del pico Tordello. Nuestra intención era volver por la atalaya, pero visto lo visto, nos tiramos para el Casino lo más rectos posible. 10.2 km coronados con huevos fritos con callos, bacalao o calamares, a elegir. Reseñamos la incorporación de Raúl después de sus desventuras víricas ya olvidadas afortunadamente.
Y el día 26, tambíen tranquilos, decidimos ir a El Frasno por nuestra umbría favorita, regresando por la atalaya que no pudimos tocar el día anterior. 15.1 km interesantes.
Y nos queda el fin de semana, que si nada lo tuerce, nos hallará en el pico El Rayo saliendo desde Aluenda.
Salud.

Fotos de la salida