domingo, 16 de octubre de 2022

Ruta de los 3 refugios


FICHA TECNICA
 Fecha:   09/10/2022  
 Distancia:   45,82 km  
 Desnivel positivo:   2.696 m  
 Dificultad:   Difícil  
 Tiempo Invertido:   4 días  
En ocasiones los Cenefos nos desmelenamos, dicho con todos los respetos, y nos planteamos aventuras un poco diferentes a lo que solemos hacer. Este es el caso.

Aunque para estas fechas de octubre, alrededor de la festividad de la Virgen del Pilar, solemos avanzar en nuestro particular Camino de Santiago, este año no hubo quorum al respecto y por no dejar colgado el Camino unos en un sitio y otros en otro, decidimos cambiar el suave paseo del Camino por la dura travesía pirenaica.

Llevábamos tiempo queriendo hacer esta travesía que recorriendo la GR11 (transpirenaica) pasa por los refugios de Estós, Viadós y Angel Orús, dando la vuelta al macizo del Posets-Maladeta.

Partimos el domingo día 9 de octubre hacía Benasque donde tras un ligero almuerzo y aparcado el coche en el parking de Estós, remontamos el valle de dicho río.

El otoño pirenaico nos deleita con su paleta completa de colores, probablemente uno de los mejores momentos para visitar dichos montes es justo esta época.

El camino siempre positivo nos conduce hasta la mítica Cabaña del Tormo, sitio que hizo popular el grupo Celtas Cortos en su 20 de abril.



Minuto 1:34

Aquí hicimos nuestra personal perfomance del popular tema.



Llegamos al refugio de Estós y nos recibe un curioso guarda, Joaquín, con su perro. 

Vemos que además de estar solos en el refugio, de momento, las comodidades son pocas, pero la montaña es así. Eso si, el paisaje compensa todo, el cansancio y la falta de comodidades.

Poco más tarde aparecen por el refugio un par de aventureros de Villafranca del Penedés que a la postre serían nuestros únicos compañeros de refugio, tanto aquí como en Viadós.

Cena reparadora, algunas risas y pronto a dormir. 

Salimos temprano el lunes en busca de nuestro siguiente objetivo, el refugio de Viadós. Este día engañaba, por lo menos a mí, parecía sencillo y esa infravaloración me hizo sufrir más de la cuenta.

La subida al puerto de Chistau es tendida, para ser una ruta pirenáica, pero es larga y exigente. Requiere dosificar fuerzas y no abandonar la cantimplora del agua.

Un par de manadas de sarrios observan nuestro lento ascender pensando quizás qué harán estos humanos por estos lares.

Sufrimiento a parte, alcanzamos los casi 2.600m del collado y tras reponer fuerzas, iniciamos una bajada tan larga como empinada. 

Se nos atascan las piernas con esto de ir todo el tiempo frenando el cuerpo y pendientes de no resbalar y caer, cosa que no evitamos aunque afortunádamente sin consecuencias.

De nuevo el paisaje cura todo: los marrones, amarillos, naranjas, rojos, verdes, junto con el azul del cielo, completan una espectacular paleta que asombra nuestros ojos a cada paso que damos.

Un par de horas de sendero sube y baja pero sin complicación nos dejan suavemente en el refugio de Viadós.

Los mismos inquilinos que en Estós, nuestro amigos catalanes (uno de ello en realidad holandés) y nosotros mismos.

Con Tony (el holandés) y Enrich, pasamos una tarde entretenida entre botella y botella de 3404. 

Cena reparadora y a prepararnos que mañana tenemos la etapa reina, hemos de ascender hasta más de 2800m salvando un desnivel de unos 1200, un inflón.

Comenzamos la etapa con calma y sabedores de lo que nos esperaba. Por cierto, Raúl y yo hemos sido los dos últimos huéspedes del refugio de Viadós de esta temporada, justo cerró con nuestro check-out.

Ascendemos primero suave pero en un momento la senda se hace casi impracticable. La pendiente y los barrancos rocosos dificultan nuestro avance, pero poco a poco vamos ganando altura.

Llegamos al primer punto que nos permite descansar un poco, un paisaje casi marciano sin apenas vegetación y que nos hace ir saltando de bloque en bloque de piedra.


Salvado este penoso sendero, accedemos a una zona más agradable, comparada con lo que habíamos hecho hasta entonces. Pero nos esperaba la guinda del pastel, un corta pero exigentísima pedrera que nos debía conducir hasta los casi 2.900m del collado de La Forqueta. 

Un último esfuerzo y alcanzamos el collado exhaustos.  Momento de relax y descanso. 

Desde aquí están al alcance de nuestras manos un par de tresmiles que valoramos hacer y de hecho hasta uno de ellos me encaramo para ver el acceso. 

Viendo que entre unas cosas y otras se nos iba a ir una hora si ascendíamos a los tresmiles, decidimos dejarlos ahí tranquilos y comenzar el descenso por una senda que de no estar señalizada ni nos imaginamos que era por dónde teníamos que ir.

Una pendiente brutal que nos obliga a poner la máxima atención en cada paso que damos. Unos momentos de concentración y tensión y alcanzamos la parte baja del collado donde nos saluda el ibón de Llardaneta.

Nos hacemos unas fotos y saludamos a las truchas que habitan este ibón sin ningún temor.

Pasado el ibón descendemos hacía el refugio de Angel Orús a través de unos corredores de bloques de piedra que nos obligan de nuevo a estar atento a nuestros pasos.

La bajada aunque no es ni muy larga ni muy pendiente se hace pesada por los saltos que hemos de ir dando de bloque en bloque de piedra.

En cualquier caso, poco a poco alcanzamos el refugio de Angel Orús, a más de 2.100m de altitud.

En este refugio, aparte de nuestro amigos del este, nos encontramos con otro grupo de 4 personas que llevan la intención de ascender al Posets al día siguiente, no en vano dicho refugio es muy popular para justamente usarlo como puente en el ascenso al Posets.

De nuevo el vino compartido y las anécdotas del día nos hacen relajarnos y disfrutar de la tranquila y serena montaña.

Para el día siguiente teníamos dos opciones, rematar la ruta circular por la GR11, como suele ser habitual, o bajar directos del refugio a Eriste y de allí llegar a Benasque a recoger el coche.

La opción tradicional es más larga y con mucho más desnivel, lo cual ponía en peligro llegar a una hora prudente a Benasque, contando que luego debíamos partir de vuelta a Zaragoza. Así que decidimos no seguir la ruta tradicional y descartando el pedregoso sendero que deberíamos de recorrer optamos por usar el sendero que desciende desde el refugio entre un bosque cerrado y precioso en esta época del año.

Nos deleitamos con cascadas, torrentes, barrancos, cañones, ...; un espectáculo para la vista, y así poco a poco va cambiando el paisaje típico de alta montaña a uno menos salvaje que nos anuncia que el fin de nuestra marcha está cerca.

Llegamos a Eriste y de ahí por camino a Benasque, recogemos el coche, comemos algo en Benasque y aventura concluida.

Cuatro espectaculares días inmersos en el Pirineo observados por tresmiles, sarrios, truchas, marmotas, ...; y vigilados por el siempre presente Posets. 

Saludos a nuestros amigos Enrich (Quique el de Reús) y Tony (Going dutch), ¡¡Salud y montaña amigos!!







Fotos de la salida

No hay comentarios:

Publicar un comentario