domingo, 21 de marzo de 2010

Sabiñán: Maldonado la ha clavado


Hoy tocaba andada organizada por los Comuneros en la comarca de Calatayud. En Sabiñán para más señas. De vez en cuando retomamos esto, para no romper la predicción Alonso: andar andan muchos... Allá fuimos Fernando, Juancho y Luis a eso de las 6.45 con nuestras mochilas, botas, móviles de chichinabo (sic), chubasqueros y capas que la cosa, decían, pintaba a lluvia. Salvo Maldonado que anunciaba agua cuando ya no se podia aguar la fiesta.
En la salida, encontramos esta vez una esplendida representación de ese Morata de nuestros amores. Bien. Un cielo algo encapotado, una temperatura esplendida y una traca; todo lo necesario para salir pitando a las 8.30 cuesta arriba hacia el símbolo de Sabiñán/Saviñan: su monumental y singular enebro. Ni decir que el amigo de Fernando rompió cinta y salió pitando: estrategia AL11EZ. Algo nos debió pasar porque salimos detrás como desesperados, rompiendo promedios y pechos cenefos. La cuestecita se las trae. Hay que dosificarse, al menos hasta alcanzar la senda marcada para ir al enebro, una vez abandonado el camino principal. Juancho, que al parecer está con una marcha más, nos va dejando. Debe dar fe del cartel del enebro a los justitos que van llegando. En el enebro (llegamos a las 9.15), unas fotos, recogemos algo de paisaje y cuesta abajo a Morés.
En esta zona coincidimos con Miguel de Maluenda con él vamos ya a hacer toda la marcha. Tras un escueto avituallamiento iniciamos un largo descenso para alcanzar sobre las 10 Morés. En el pabellón un bocadillo interruptus y a andar de nuevo.
Hay que coger la carretera hacia Purroy, para inmediatamente desviarse a la derecha hacia el monte. Subida, para coger una zona más llana en la que superamos por primera vez la vía del AVE.
En el siguiente avituallamiento, algo de longaniza y fruta, e iniciamos el camino hacia Paracuellos. Una subida que a Luis se le atraganta completamente. Sea la longaniza, sea lo que sea, algo no iba y nos fuimos quedando. Solidaridad que es de agradecer. No es en sí dura porque es bastante extendida, pero sumadas a las molestias causa estragos. Una vez alcanzado el puntalico, iniciamos un largo descenso para llegar a Paracuellos donde está el último avituallamiento. Ya queda poco: cuatro escasos kilómetros con Sabiñán al fondo. Pero siguien siendo una tortura.
A escasos 10 minutos antes de las 13h llegamos a Sabiñán y vamos buscando cervecitas que encontramos primero en el pabellón. Ha estado bien, salvo molestias de estómago y ampolla (y va la tercera seguida en el mismo sitio: alarma), los demás perfecto.
Con Miguel tomamos una cervecitas y vamos recomponiendo el ánimo, antes de comer. Esto ya se hace de rogar, pero al final damos cuentas de la caldereta de cordero y ensalada con más voluntad que entusiasmo. Y Juancho contento. Mirada al frente y objetivo en mente.
Ah!, la mañana perfecta: no llovió como pronosticó Maldonado (www.eltiempo.es). Lo clavó.
De los arrabales de la sierra de Vicort nos llega la frase del día: UNO NO VENDE LA TIERRA POR LA QUE CAMINA SU PUEBLO. Crazy Horse dixit. Pues eso. Que lo sepáis.
Calificación: calcetinada suave con via crucis (singular como el enebro).

PD. Como os habréis dado cuenta no aparece el track de la andada, para aprovechar mejor el juego que nos da el dominio cenefos.es, hemos creado una página donde estarán agrupados todos los tracks de las anadadas cenefas. Pulsa en la siguiente imagen:


domingo, 7 de marzo de 2010

Vía ferrata... hacia Ricla

Para nuestros amigos de la gasolina a medias...
fotos...
7 de marzo. Era un día de dudas. No cuajó lo de Pietas porque nos pidió el compañero Rafa dejarlo para una ocasión en la que pudiera mojarlo con nosotros. Teníamos alguno con arrastre de catarro que no estaba para mucho trote, lo que pronosticaba una etapa corta. Además la asamblea de la noche anterior acabó sin decisión sobre qué hacer al día siguiente. Salvo la hora (8.30) y el sitio (el albergue) todo lo demás eran dudas. Esta vez el destino decidió por nosotros.
Habíamos hablado de completar ese camino Morata-Ricla que ya habíamos previsto alguna vez y que recientemente nos recordaron los de la gasolina en una entrada. Y justo a la hora de encuentro, amanecieron Javi (con Chispa, su perra) y Ángel que habían decidido salir de la mineta dejando el coche en las paredes de escalada, para llegar hasta Ricla o casi. Así que tocamos reagrupamiento y allá nos fuimos. Por ahorrar un poco (en realidad poco) de camino llegamos en coche hasta la zona de escalada, y comenzamos a andar bajo la lluvia. Escasa e intermitente, aunque acabó siendo protagonista del día.
En la mineta cogemos el camino que sale hacia la izquierda para rodear el monte y descender hasta el Aranda (o Isuela, volvimos al viejo debate, que ya quedó zanjado anteriormente). Esta vez, el Aranda llevaba agua, no era el riachuelo que cruzamos este último otoño. El puente, improvisado, unos árboles caídos que pasamos sin mayor dificultada salvo Chispa que cayó al agua.
Superado este primer obstáculo, llegamos a la desembocadura en el Jalón. Una bonita zona que merece la pena visitar. Allí en la margen izquierda del Jalón comienza un camino que nos ha de llevar hasta Ricla, siguiendo nuestro río.
La cosa, no obstante, se complica cuando vemos como se encajona en el monte y llegamos a una pared que desciende abrupta hasta el cauce. Todo controlado nos dicen nuestros guías porque ahí está la silga. Vía ferrata hacia Ricla. El río baja con más agua que de costumbre y ya algunos pasos son complicados con zarzas en un lado y el río en el otro. Ayudándonos de los bastones y tirando como se puede las mochilas conseguimos sortear los primeros problemas hasta llegar a la vía ferrata. Paso complicado que provoca no pocas dudas en aquellos que gustamos de ver el río de lejos y con respeto. Pero visto que Javi y Chispa pasan, allá fuimos. Ojo, precaución toda, si se ha de ir allí. Es un paso con silga en el que vas desplazandote por la pared agarrada a ella (a fe que con toda el alma). Serán unos veinte metros, que ciertamente se hacen más fácil de lo que al principio parece. Eso sí, para aquellos que lo quieran intentar al revés, mejor abstenerse (o sea desde Ricla hacia Morata). Al menos como estaba el río hoy, imposible.
Superada la prueba multiaventura, se sigue por un camino complicado por las zarzas, que finalmente se abre, para llegar a un camino ya señalizado que nos ha de llevar hasta Ricla, ahora sí exento de riesgo. Hay varias alternativas, pero decidimos cruzar de nuevo el río por un viejo puente y seguir por la zona de la acequia de la margen derecha.
Descansamos brevemente al llegar a la vía del tren. Chicken-in frugal, en exceso. Algo de fruta y comida de pájaros, salvo los afortunados del bocadillo. Ni bota con la que celebrar el subidón de adrenalina. Pero no estaba en los planes... si los hubiera habido.
Continuamos y llegamos finalmente al camino de las conchas, donde nos desviamos para ir hacia la vieja carretera nacional. Allí vamos hacia el pantano to be. Encontramos un riachuelo cuarto y mitad del Aranda que ya habrá quien se encargue de engordar. Ruina.
Llegados al cruce con el camino de Jabacin, subimos ya metidos en una lluvia intensa. No está el ánimo para fotos, así que de esta zona poco recuerdo queda, salvo que nos mojamos. El descenso no obstante desde la paridera Jabacín al río, cueva de las grullas incluída, es precioso con las paredes, que antes rodeamos, al fondo. En este caso, el cruce del río lo hacemos por el puente el abogao (sic) y el tunel del tren.
Y fin. Conectamos así Morata-Ricla con el Jalón como compañero.
Hubo cervezas varias en tandas varias para celebrarlo. Muchas gracias a nuestros colegas por enseñarnos este maravilloso paisaje.
Hasta la próxima, que parece ser será por Sabiñán y celebrando la entrada de la primavera.
Nota: estamos teniendo mucha suerte con las salidas este año. Promete.
Calificación: paseo multiaventura.