martes, 28 de septiembre de 2021

MORATA 2021



FICHA TECNICA
 Fecha:   26/08/2021 
 Distancia:   39,6 km  
 Desnivel positivo:  1780 m  
 Dificultad:   Pechugazo 
 Tiempo Invertido:   Unas 13h con paradas 

 

Podría titularse de muchas maneras esta crónica: luchando contra el cáncer, ruta con amo o simplemente Moratada 2021. Es lo de menos, porque de lo que se trataba esta vez era solo de andar, de sentir en cada paso el polvo, las piedras, la hierba… todo aquello que nos conecta a lo que somos: parte de ese polvo, de esas piedras, de ese paisaje. Y confirmar que solo somos eso: camino… y quizás huella.

La cita fue a las 6 a.m. en la Plaza de la Constitución o de España, según letreros, y allí nos congregamos los Luises y Ernesto para un reto que tenía en mente Luis I: unir el máximo de las rutas senderistas que ha parido, para andar por el perímetro del pueblo. Para abrir boca se subió hacia la sierra todavía de noche, acompañados de una luna luminosa y algo de brisa. El ritmo, bueno hasta la Hoya de Sanz, se quebró un poco al pasar de la pista a una senda menos segura pese a los frontales, y ya marcada por el viento que a partir de ese punto empezó a soplar con fuerza. La subida a la sierra era el primer obstáculo del día, pero con paciencia se llegó arriba, a la zona de las carrascas, sin demasiadas novedades salvo la de un sol que comenzó a asomar en el horizonte. Cresteando, con esas primeras luces alcanzamos el pico Tordello para tocar la cruz, echar algunas fotos a la mochila y el espectáculo del amanecer a la retina.  De allí descendimos la sierra camino de la Atalaya con un paso más animado y disfrutando de algunas de esas conversaciones que arreglan el mundo. Para celebrarlo, en la Atalaya echamos el primer tentempié breve de la mañana: lo justo para afrontar la nueva subida al Monte Blanco que divide los términos de Morata y El Frasno. De nuevo en esa cresta expuestos al viento la mañana seguía fresca pero enseguida se llegó a la zona protegida por las carrascas. Siempre siguiendo la ruta 3 descendimos para ir a la zona alta de Los Cerrillos. Hay que remarcar que en la última parte de la subida habría que reforzar la placa de un poste antes de que el viento la termine rompiendo, pero hasta entonces el marcaje de la ruta es bueno (siempre hay que ir reponiendo mojones conforme se pasa, pero eso es simple solidaridad andarina).

Siguiendo la pista alta de Los Cerrillos llegamos a la zona de enebros justo frente a la paridera de Valdargar. Era ese punto el que teníamos marcado para llamar a quien debía procurar la reposición de fuerzas: Roberto. Con la llamada y el ánimo del almuerzo ya cercano, la bajada hasta el río Grio se nos hizo más llevadera: todo ello por la pista que conecta la ruta 3 con la 8. Ahora un muñón es lo único que exhibe el poste estúpidamente vandalizado que marca la vuelta a Morata y la conexión de las rutas 3 y 8. Es lo que hay: no todo en el monte es orégano por desgracia. Cruzada la carretera, enseguida llegamos al río y al ansiado "almuerzo-comida" a eso de las 11h y con 17 km ya en las piernas: ensalada de tomate con ventresca y algo de embutido y queso. Y agua, que uno de los peajes que Luis I paga es renunciar a esa bota, que si hablara… Aun con lo suave del almuerzo, volver a andar se hizo algo más duro. Por el estómago más lleno, por el calor que se nos vino encima y sobre todo por tener que ver más muñones, más vandalismo inútil en la ruta 8. Como no es bueno escupir al cielo optamos por apretar los dientes y acelerar algo la marcha que además los mosquitos en esa zona eran clara mayoría.

La subida hasta la boca de la mina se hizo algo dura, pero lo peor del día, como se preveía, estaba en alcanzar la pista del enebro que conecta con Alpartir. Es una senda espectacular que nace en la misma mina pero cuyo desnivel nos exigió toda la prudencia. Paso a paso llegamos a ese enebro que ha sido testigo de tantos almuerzos camino de Cosuenda. ¡Cuántos recuerdos en una simple curva! De allí, tomamos la pista camino de Alpartir hasta bajar a la senda Hontanal para ir progresivamente cruzando montes hasta alcanzar un punto desde donde se divisa el antiguo convento de San Cristobal. Desde esa cresta un descenso pronunciado y vuelta a subir a al mirador Nonchu para coger la senda que lleva hacia Valluengo. Esta zona es un continuo subir y bajar pistas, ya con Valluengo y La Sardilla a la vista, y un poco más adelante la avanzadilla de lo que será, poderes mediante, la parada y fonda del trasvase del Jalón. Con la Ronda de Boltaña y su mermelada de moras en la cabeza, robamos una foto en la peña Robapozales y de allí a la antigua carretera donde Roberto nos esperaba con fruta fresca. En esta zona, un problema técnico impidió que Luis II siguiera. Pero el que importaba y Ernesto siguieron, subiendo primero por la senda Moncho para ir progresivamente ascendiendo hasta alcanzar el puente de la autovía y descender luego hacia el pueblo por Baldío. En el pozo del agua esperaba Luis II para unirse a la parte final de la Moratada y disfrutar todos juntos de esa curva en el paso de los vizcaínos que nos ofrece como regalo, el pueblo y su sierra, esa misma que subimos hacía ya más de 12 horas. Y ya, recién pasadas las siete de la tarde, se puso el punto y aparte a esta pequeña aventura. Por supuesto en la plaza, con foto y reposición de sales. Como el día obligaba, aquarius y cerveza sin alcohol.

Y así, con la fuerza y la energía de una idea se llegó al final. Que las piernas temblaran a veces, que hubiera que dominar las cuestas con algo más de sosiego, no importaba. Ni tan siquiera llegar era lo importante por más emocionante que fuera, porque solo había una cosa que demostrar y ya se sabía de antemano. La huella… tu huella. El polvo, las piedras y el paisaje lo saben bien.

Y como ha quedado dicho en Wikiloc, en esta crónica cenefa no nos olvidamos del Servicio de Oncología del Miguel Servet y las maravillosas personas que allí trabajan. Ni de todas aquellas que han estado animando.

Queda mucho camino, así que… ¡hasta la próxima!






Fotos de la salida