Reunidos en la plaza del
Pilar a
eso de las 9.00 h para recoger las mochilas estábamos los cenefos
intrépidos y aventureros (Fernando, Boni y un compañero, Luis), para
participar
en una nueva edición de la Jorgeada. Todo listo y dispuesto, a las 22:00 h
sonó el cohete anunciando la esperada salida y allá partimos como alma
que
lleva el diablo. En pocos minutos la cabeza del pelotón estaba a una
distancia
bastante respetable, poco a poco se iba quedando el personal atrás. Eran
las
11:02 cuando estábamos en San Juan de Mozarrifar dando cuenta de un buen
plato
de macarrones, lleno el deposito
seguimos para Villanueva, un poco de chocolate rápido y a Zuera. La
conversación
era más bien escasa, donde estábamos sobre las 2:15; cambio de
neumáticos,
reposición de azúcares, frutos secos y
adelante. Hacía una noche estupenda una temperatura más que agradable
para
andar de lo cual estábamos encantados los tres compañeros que íbamos
juntos.
Entre alguna charlada que otra, lo que no era muy frecuente para no desconcentrarse en el paso, llegamos a
Almudévar
a eso de las 6:15 h donde dimos cuenta de un estupendo bocadillo de
panceta
y un par de trocicos de trenza de… Almudévar. Revisión de pies, cambio
de
calcetines, un poquito de crema para las
posibles y temidas ampollas y para adelante a por el tramo final a
Huesca,
aproximadamente 18 km (dos horas y media según los compañeros a las 9:00
terminada la marcha) nos separaban de nuestro destino.
A la salida del
pueblo se
nos junto un corredor, dándose un descanso después de toda una noche
corriendo
y andando según nos dijo. Llevábamos ya bastantes kilómetros recorridos
cuando nos dimos cuenta
que no se veía ninguna marca para nuestra sorpresa, pero fue mayor la
sorpresa
cuando vimos que nos habíamos perdido. Gracias al compañero corredor que
llevaba la ruta marcada en GPS así que, ¿qué hacer?, nos habíamos desviado
mucho
de la ruta original, pues nada a cuchillo (algo se pega de los
compañeros de la
PC) a buscar la ruta original, sube monte, baja monte, cruza campos
buscando algún
camino que fuera el correcto, al final cogimos un camino que iba al
original de nuestra ruta, respiramos aliviados y proseguimos nuestra
marcha a buen ritmo. En Walqa empezamos a ver la iglesia de san
Jorge y nos animaba a seguir. Eran
aproximadamente las 9:45 cuando llegamos,
no con 75 km sino con 85 km. 10km extras por alguna marca ausente o
dudosa, se perdió mucha
gente.
PD. Animo a mi compañero Boni,
por una Jorgeada estupenda aunque por separado.
viernes, 27 de abril de 2012
JORGEADA 2012: un par de cenefos con un par
Como había prometido hacer este año la jorgeada, a las 8 de la tarde ya estaba en la Plaza del Pilar.
Un poco nervioso, bastante para ser sincero, espere la llegada de Luis (Banana)
y Fernando. Una vez registrado, lo típico, foticos y a esperar la salida que, como si partiéramos para guerra, nos
despidieron en olor de multitudes. A estas alturas los nervios ya han desaparecido.
En el primer avituallamiento macarrones, rapiditos y a seguir. Las luces de las
poblaciones cercanas eran la única compañía .Por la noche no se anda muy bien
así que llevamos buen ritmo para llegar a Villanueva de Gallego: chocolate para
tomar. Seguimos camino de nuestra primera meta, Zuera. Allí cambio de calcetines,
cremita para los pies y otro paseo esta vez hasta Almudevar. En este punto Luis
ya lleva ampollas, mal pinta, pero aguanta como un campeón. Pasado Ontinar Luis
pincha y ya no puede seguir. De aquí en adelante camino solo porque Fernando
juega en otra liga y va por su cuenta, está fuerte el jodido. La noche es buena
pero caminar solo te hace mella y en alguna ocasión me pregunto si terminaré. En
el descanso de la cárcel de Zuera me junto con un grupo de 3 y con ellos
prosigo , un poco más animado , el camino hacia Almudevar .No llevan mucho ritmo
así que decido tirar un poco y se viene conmigo uno de nombre José María , por
cierto buen compañero . Ver amanecer caminando es precioso. A mí me coge por
San Jorge, y la verdad que es espectacular. Por fin Almudévar, ya solo quedan
19 km. Bocadillo de panceta, trenza de Almudevar, riquísima, y otro cambio de
calcetines y adelante. Nada mas salir nos confundimos y siguiendo a un grupo de
delante hacemos un poco más de camino que luego tenemos que desandar. Aquí mi
nuevo compañero, lo de nuevo porque no lo conocía (que tantas horas juntos dan
para hablar y ya somos como de la familia) pincha también y de nuevo me quedo solo.
Todo lo que me queda es en soledad, eso sí como ya es de día se hace más ameno.
Y por fin: Huesca. Casi no me lo creo,¡ he llegado de una pieza!. A la llegada
la foto de rigor bajo el cartelón de la ermita a fichar una duchita y no me
quedo ni a comer que estoy “reventao” pero con la satisfacción de haber
terminado esta aventura que sin lugar a dudas ha merecido la pena. P.D: dije
que haría la Calcenada gorda, pero tendrá que esperar.
PD del uploader: La vergüenza cae sobre mí. Juré (en vano,
lo reconozco) que este año hacía la jorgeada… pero no me encontré con fuerzas.
Es lo que tiene el etanol. Bravo por nuestros cenefos cumplidores.
Asistentes a la andada: Miguel, Paco A., Paco B., Antonio, Chema, Luis
Es sabido que nuestros hermanos ciclistas tienen la sana costumbre de celebrar una reunión en Cosuenda desde hace algunos años. Un pequeño homenaje a la camaradería y al trazo grueso de la felicidad. Nos cursaron de nuevo invitación para este año y no podíamos faltar… merece la pena el camino, los compañeros y la fiesta final. Allá que fuimos.
La llegada a Morata la noche anterior no invitaba a mucho optimismo. Llovía. Y la predicción de Maldonado (recordemos su web: www.eltiempo.es) no era muy prometedora: lluvia desde las 7h hasta las 12h en la zona de Morata y chubascos ocasionales más intensos desde las 11h hasta las 14h en la zona de Cosuenda. O sea, agua todo el camino. Había que confiar en el margen de error. Con esta confianza llegamos a la plaza a las 7h, hora de encuentro. No llovía pero el panorama era algo aterrador: Miguel haciendo estiramientos. Parece que la cosa iba en serio. Poco a poco fueron llegando todos y se consensua salir, bien pertrechados contra la lluvia (capas, polainas, etc.) pero adelante.
En dos grupos llegamos sobre las 7.40 a la cantera (compra de pan, revisión de ropa seca que se deja en los coches que luego irán a Cosuenda, etc. nos retrasan algo) y para entonces Maldonado ya se había apuntado el tanto: había comenzado a llover. Además había amanecido y el panorama era negro: neumáticos de lluvia y para adelante. Poco a poco, el nivel de barro sube, y para evitar zona de obras con mucho barro, tiramos campo a través que nos lleva finalmente a la antigua carretera de Mularroya. Cruzamos (Chema dice que se lesionó, pero no se le notó nada) y atravesamos uno de los puentes que han construido, poza incluida. Para entonces ya había nervios e incluso se plantea la posibilidad de hacer la ruta de la Moratada, ducharnos e ir a comer a Cosuenda. En todo caso, ¡sin descanso!, como atestigua Paco A. cuando recrimina la curiosidad que en el grupo despierta la cirugía salvaje aplicada al curso del Grío: “eso hace falta, que encima hagáis turismo”. Cogida la indirecta, seguimos.
Tirando hacia arriba para ir hacia Fontellas, se mantienen las dudas sobre qué hacer; y eso que a Paco A. le parecía que escampaba. Ya se sabe que en estas huestes, retroceder es de cobardes, así que se decide seguir hasta Alpartir por el convento de San Cristobal. Llegados al altozano que preside, tomamos algo de aire. Poco, lo justo para una foto, antes de seguir la línea recta que se toma como ruta cuando se pronunció la palabra atajo. No hubo barranco que se resistiera.
El descenso hacia Alpartir se hace a un ritmo vivo y ya partidos en varios grupos. La lluvia era intermitente, tenue, inexistente por momentos. Por entonces ya estaba claro que se iba a seguir hasta Cosuenda subiendo por el valle del Tiermas. Lo que también estaba clara era la estrategia: íbamos a una sola parada. La incertidumbre era cuándo, y más llevando a Miguel y Paco A. por delante. Ya eran muchas las casetas que se dejaban atrás y comenzaba a pesar la andada, superadas las tres horas sin dejar de caminar. Adentrados en el Valle del Amor, queda claro que la única parada sería en la caseta que allí se encuentra, veinte kilómetros después de iniciada la marcha. Ni que decir tiene que para entonces hay hambre. Así que se da cuenta de quesos, tortillas, jamones, nueces, naranjas, manzanas… y el vino. Sin compasión.
Retomado el camino sigue la lluvia intermitente. Buena compañera, para un paisaje que hay que disfrutar. Verde primavera y húmedo vital, con sendas marcadas por árboles liquenados. Un lujo que vamos disfrutando en grupos dispersos a un ritmo vivo pero no asfixiante. Y para rematar, la senda del collado del tío Francisco, exigente y dura, pero que nos ofrece una de las mejores vistas del valle. Ni que decir tiene que hubo minutada y que algunos, como el que suscribe, subió con más pena que gloria. Arriba, nos pilla uno de los chubascos más intensos previstos por Maldonado. Sin embargo a poco de comenzar el descenso para coger la pista que nos lleva al Raso de la Cruz, sale el sol y por primera vez en toda la marcha está despejado. Tanto, que nos quitamos capas, nos ponemos gafas de sol y bajamos todos juntos con charla animada. Poco más allá del Raso de la Cruz, nos dividimos en dos grupos, con Paco A, Miguel y Chema de avanzadilla. Queda, la recta a Cosuenda. Sin embargo, la amenaza Maldonado vuelve. El cielo se encapota de golpe y en nada empieza a llover con ganas, muchas ganas. Afortunadamente, nos pilla a menos de 15 minutos del final, en el que nos espera ropa limpia y seca. Se acabó.
En la bodega de Silverio nos esperaban Javi, José Andrés, Nati y los anfitriones. Silverio y su familia, y también Mariano, nos acogieron estupendamente. Mesa dispuesta, unas cervecitas previas y comenzamos la preparación de los carabineros a la sal. Deliciosos. El ambiente se caldea, y poco a poco van cayendo botellicas de vino antes de la ración de chuletas de Toñín que estaban deliciosas. Ya casi antes del postre, llegamos a la temida fase de cantos regionales. Así, por inercia. Algunos lo intentamos, otros como Antonio, lo bordaron, y en general, lo disfrutamos. Tenemos pendiente componer una canción a esta ruta a Cosuenda (algún rap hubo… pero mejorable). Dejamos para la intimidad, la fase de los cafés con Cardhu y los gin-tonics. Eso sí, por poner algún pero al Cardhu, habrá que proponer que le pongan dosificador a la botella (¡cómo caía!). Realmente fue una comida muy, muy agradable…
Y en el Casino de Cosuenda, seguimos la fiesta. Como hay cosas de las que no me acuerdo demasiado bien… pues las dejo para los posibles comentarios.
Asistentes: Juan Carlos, Fernando, Fernando Alonso, Ángel, Rafa, Luis I, Luis
Cocimos en Semana Santa una salidica que algunos de los cenefos teníamos pendiente: la subida a la Cabrera que preside a nuestra exportadora de papas y Martínez de Lunas. Allá fuimos desde el consabido Albergue, con la compañía del añorado Fernando Alonso que se nos quedó olvidado allá en el Pico del Buitre, algún tiempo ha. En Illueca nos esperaba Juan Carlos. La salida, un poco antes del cementerio, transcurre por una pista a los pies de la sierra de la Virgen. Todo para arriba y bien marcado por postes. En estas primeras cuestas, Juan Carlos marcha para adelante con Boni. No es que sea una ascensión especialmente dura, pero es continuada y se nota, tanto que poco a poco los más perjudicados, Rafa y Luis, van quedándose descolgados.
Tras un reagrupamiento, cogemos la primera senda del día, la del Refugio, que como el resto está bien indicada por tablillas. Bonita senda, no excesivamente larga que nos lleva a una caseta con chimenea, madera abundante y excelentes vistas, ya en la sierra. El día no acompaña mucho, porque hace frío y está algo nublado, aunque no había predicción de lluvia. Ya hemos remontado unos 400 m.Reponemos algo de líquidos y miramos el trecho que nos queda todavía: una subida similar pero en menos trecho.
Seguimos de sendas, en fila india, para poco a poco ir llegando a la cima. Ya antes, tenemos alguna zona con nieve. El viento arrecia y la sensación es de frío intenso. Tanto que al llegar arriba nos detenemos el tiempo justo en el vértice geodésico (1433 m) para las dos fotos de rigor y tiramos inmediatamente para abajo. Tomamos ahora una buena senda que nos cuentan los ciclitas allí presentes, hicieron de noche. Visto el caminocabras por el que bajamos, algo se duda, pero será. Antes de llegar a la fuente, al abrigo de unas piedras hacemos el campamento para el almuerzo. Sublime. Viene sucediendo que los almuerzos se convierten en festines. Sumamos embutidos varios, quesos de pelaje diversos, anchoas (queso curado con anchoa, made in JC), sardinitas, algo de fruta y los cocos de Juan Carlos. Detallazo que agradecemos como corresponde. Y por supuesto, el duelo de vinos (llamamos desde aquí al reclutamiento de una nueva bota cenefa que soporte las arengas ciclistas).
Una vez repuestos, todo para abajo de una tirada que la cosa ya es fácil… y nada más. Dejamos constancia de alguna sentencia sobre esta crisis que nos atosiga: no hay flus.