Con la vista puesta en el próximo 11 de septiembre, donde los cenefos celebraremos en Nigüella nuestros primeros mil kilómetros registrados, Fernando nos preparó una salida por Morata.
En un principio pretendíamos unir la vuelta por Chodes-Las Torcas-Jabacín-Mularroya hecha el verano pasado, con la subida a la Sierra desde el camino al Frasno y acabar visitando Villanueva y Chodes de nuevo.
A las siete quedamos en nuestra recién estrenada sede social, Fernando, Luis y este que narra, para tras el pertinente saludo, encaminarnos camino a Chodes por el puente de Capurnos. La mañana pintaba bien, no hacía mucho calor y en nada y menos nos plantamos en Chodes, pasando por esa vía ferrata que ya tiempos rehuimos. Desde Chodes, tomamos la subida por la calle de la antigua panadería (¡que pena que ya no cueza esas deliciosas tortas!) camino a las paredes dejando siempre a nuestra derecha las ruinas de su Castillo.
Una vez alcanzada la Mineta, bordeamos la pared en la que los montañeros tienen perfectamente equipada para la práctica de la escalada, con nuestro Jalón a la derecha. La crecida vegetación no es obstáculo para poder seguir la senda, que junto a las Torcas, nos llevará junto al puente del Abogado.
Atravesado el puente, vemos una montañita de piedras, que en forma de hito nos indica donde empieza la senda que nos llevará hasta la zona de Jabacín.
Siguiendo la senda que pronto se hace camino, alcanzamos la autovía. En este punto intentamos divisar el vértice geodésico que según mapas hay en la cima de Jabacín, pero desde nuestra posición nos resulta imposible, retando al movimiento cenefo a alcanzarlo en una futura salida.
Cruzamos en puente bajo la autovía, y nos encaminamos hacía la zona de Mularroya, cuya majestuosa obra pantanil nos provoca sentimientos que son difíciles de traducir en palabras.
La antigua carretera acoge nuestros pasos, mientras los "dumpers" nos acompañan con su música, hasta tomar el camino que junto a la cantera nos llevará a la entrada de Morata.
Iniciamos la segunda parte del camino, por el viejo camino del Frasno (que coincide con nuestro GR-90, otro pendiente a la lista...), y cuando llevamos un par de kilómetros, decidimos que es tiempo para reponer fuerzas. El pan del día (By Pelos) y el tomate untado, hacen que sea un lujo un almuerzo a la sombra de unos olivos. Fernando como siempre nos sorprende con la cantidad y variedad de viandas que puede acoger un bocadillo. Aprovechamos también para descarrucharnos (nuevo verbo cenefo, que significa quitarse las carruchas, sobre todo para los que llevamos pantalón corto y acogemos un ciento en nuestros calcetines). Luis que nos había dicho que sólo nos acompañaría en esta primera parte, decide acompañarnos un rato más, y reconfortados por su compañía nos dirigimos hacía el alto de Morata de la antigua carretera nacional.
Con la vieja Atalaya a nuestra derecha, Luis esta vez decide poner fin a su etapa, llevamos casi 20 kilómetros y el sol comienza a atacarnos a discreción.
Ya solos, el A-Team, comenzamos la subida a la sierra de Morata a buen ritmo, coronando a las doce y diez minutos. Llevamos ya más de cinco horas de marcha, y decidimos bajar por la senda que discurre por el barranco de la sierra. Se nota que son muchos los andarines que la transitan, así lo denota el claro trazado de la misma.
A la una vemos el desvío que se dirige por Valdoña hacia Villanueva, pero entendemos que aunque las piernas aguantarían, la hora de llegada sería todo menos prudente, y recibida la llamada de unas jarras heladas con cerveza en el Albergue, decidimos no hacer caso omiso y concluir allí nuestra particular Moratada, dejando nuestro particular cuentakilómetros a apenas veintiún de los mil.
Nigüella y su parque nos esperan el sábado 11...
Suma y sigue cenefos...
Una etapa sin acabar, pero no estaban las piernas para mucho trote. Ya queda poco para ampliar el cuentakilómetros (el total solo tiene tres cifras). A ver si conseguimos un buen pleno.
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