FICHA TECNICA | |
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Fecha: | 17/04/2016 22/5/2016 26/6/2016 |
Distancia: | 13,4 km 6,7 km 15,1 km |
Desnivel positivo: | 1.000 m |
Dificultad: | Fácil |
Tiempo Invertido: | 3h8m 1h49m 2h41m |
Aprovechando la coincidencia, Raúl y un servidor preparamos varias excursiones por los alrededores de Nigüella.
La primera, a mitad de abril, nos llevo a recorrer la zona denominada Valdivinas. Dicha zona situada al oeste de la localidad flanquea la margen derecha del rio Isuela y conduce a través del barranco de Valdepozos al rio Aranda.
Descendemos el bonito barranco regado por un pequeño manantial y que nos deja a la vista alguna imagen pecular como la de aquel magnífico árbol cruzado en medio del barranco y que hace de improvisado tunel.
Para cruzar el rio hemos de descalzarnos y aunque la primavera está ya avanzada, nuestros pies reclaman salir pronto de ese gélido líquido. Así que al cruzar de nuevo el río decidimos probar la eficacia del Gore-Tex y efectivamente no pasa ni una gota, y eso que el agua cubría casi toda la bota.
Desde aquí por camino enseguida alcanzamos la parte más alta entre los ríos Isuela y Aranda y de aquí llegamos a Nigüella en un tris. Allí, degustamos un magnífico almuerzo para recuperar algunas de las fuerzas y líquidos perdidos en este paseo matutino.
Continuamos el día 22 de mayo intentado dar una vuelta por la sierra de Nigüella y ascendiendo por el barranco de La Iglesia queríamos llegar hasta la sierra y luego descender por el camino que va a Rodanas, pero una tromba de agua nos pilla por sorpresa y nos hacer tener que echar mano de chubasqueros y capas. Aún así la mojadura es tremenda, por lo que decidimos volver al pueblo lo más rápido que pudiésemos.
Tomamos el camino que va hacia Las Navas y descendiendo hacia el pueblo enseguida estamos a salvo, aunque hace rato que ha parado de llover.
Nos quitamos la ropa mojada y decidimos mojarnos ahora por dentro, almuerzo de rigor.
Finalmente el día 26 de junio, y con esto termianmos esta trilogía, decidimos de buena mañana tomar el camino de rodanas para allí dar cuenta de un reglamentario almuerzo de huevos fritos con el aderezo que más le gustase a cada uno.
De nuevo Raul y un servidor a un ritmo casi frenético quemamos kilómetro tras kilómetro y en poco más de dos horas y media alcanzamos Rodanas.
Allí nos esperan unos amigos que nos devolverán al pueblo en coche, pues después de almorzar fuerte la gana de andar es mínima.
La primera, a mitad de abril, nos llevo a recorrer la zona denominada Valdivinas. Dicha zona situada al oeste de la localidad flanquea la margen derecha del rio Isuela y conduce a través del barranco de Valdepozos al rio Aranda.
Descendemos el bonito barranco regado por un pequeño manantial y que nos deja a la vista alguna imagen pecular como la de aquel magnífico árbol cruzado en medio del barranco y que hace de improvisado tunel.
Para cruzar el rio hemos de descalzarnos y aunque la primavera está ya avanzada, nuestros pies reclaman salir pronto de ese gélido líquido. Así que al cruzar de nuevo el río decidimos probar la eficacia del Gore-Tex y efectivamente no pasa ni una gota, y eso que el agua cubría casi toda la bota.
Desde aquí por camino enseguida alcanzamos la parte más alta entre los ríos Isuela y Aranda y de aquí llegamos a Nigüella en un tris. Allí, degustamos un magnífico almuerzo para recuperar algunas de las fuerzas y líquidos perdidos en este paseo matutino.
Continuamos el día 22 de mayo intentado dar una vuelta por la sierra de Nigüella y ascendiendo por el barranco de La Iglesia queríamos llegar hasta la sierra y luego descender por el camino que va a Rodanas, pero una tromba de agua nos pilla por sorpresa y nos hacer tener que echar mano de chubasqueros y capas. Aún así la mojadura es tremenda, por lo que decidimos volver al pueblo lo más rápido que pudiésemos.
Tomamos el camino que va hacia Las Navas y descendiendo hacia el pueblo enseguida estamos a salvo, aunque hace rato que ha parado de llover.
Nos quitamos la ropa mojada y decidimos mojarnos ahora por dentro, almuerzo de rigor.
Finalmente el día 26 de junio, y con esto termianmos esta trilogía, decidimos de buena mañana tomar el camino de rodanas para allí dar cuenta de un reglamentario almuerzo de huevos fritos con el aderezo que más le gustase a cada uno.
De nuevo Raul y un servidor a un ritmo casi frenético quemamos kilómetro tras kilómetro y en poco más de dos horas y media alcanzamos Rodanas.
Allí nos esperan unos amigos que nos devolverán al pueblo en coche, pues después de almorzar fuerte la gana de andar es mínima.
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