FICHA TECNICA | |
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Fecha: | 16/07/2016 |
Distancia: | 60.97 km |
Desnivel positivo: | X m |
Dificultad: | Calcetinada-Inflón |
Tiempo Invertido: | 11h37m (en movimiento) |
Los años pares alumbran mundiales u olimpiadas. Para la
tribu cenefa conlleva el compromiso de unir la basílica del Pilar con la no
menos monumental ermita, residuo de lo que fue castillo del pasado islámico de
Morata. La del Jalón, río orgulloso, todavía no demasiado herido en el paso al
trote con el que bendice el pueblo. Por la dedicación de la ermita a Santa Bárbara, apodamos
santabarbarada a una andada nocturna en noche de verano, con luna más bien
próxima a llena, que une la macrovilla con nuestro noble pueblo. En esta
ocasión éramos nueve los que nos animamos a pasar la noche, más Roberto que se
ofreció a llevar nuestra salvadora furgoneta “Los Bonis”, resucitada para la
causa y más bienvenida que nunca.
Por una vez salimos todos desde Morata, previa reunión en El
Togi, la mitad en la furgo y la otra mitad en tren para acudir a al punto de
encuentro en la plaza del Pilar. Como es costumbre tiramos alguna que otra
foto conmemorativa, compramos la tradicional cinta milagrosa y arreamos para
Valdefierro donde este año comenzaba la andada para evitar al máximo el asfalto
zaragozano. Eran las 21.40h cuando, tras aprovisionarnos de las últimas
necesidades, comenzamos a andar. Curro inmortalizó el momento. La noche no
estaba excesivamente cálida, más bien agradable para una larga andada como la
que se avecinaba. El ritmo inicial, más bien duro, venía marcado por las dos
liebres del grupo, Ángel y Miguel. El resto, a nuestro ritmo seguíamos su
estela. Se estrenaba en grupo grande Paco G., nuestro nuevo cenefo perfectamente
acoplado al ritmo y cháchara que la noche marcaba.
El ritmo era importante, y a 22.45h, después de 6.15km
llegamos a Plaza y su McDonalds, donde nos esperaba nuestra rumbosa furgo.
Todavía estábamos más que frescos, con lo que tras 10 minutos de reparación de
agua y algún que otro fruto seco, nos dirigimos al polígono de La Muela, ya tomando la parte
izquierda de la carretera. Suele ser ya esta una parte en la que comienza a
pesar la noche. Con todo, pasamos el desierto que dedicamos a la burbuja
inmobiliaria en esta parte de Aragón, con algo menos de ritmo y notando un poco
el ligero frescor de la noche. Llegamos en breve a una rotonda, que será para
siempre conocida por el affaire que unió a algún cenefo con la furgo Los Bonis.
Todavía resonaban las risas cuando llegamos. Primeros los andarines, luego la
furgoneta y finalmente la Guardia Civil, que tras revisar lo absurdo, y
pacífico, del panorama, siguió su camino. Eran las 0.25h del ya domingo 17 y
llevábamos 14.7 km por entonces.
El siguiente tramo era el primero con cuesta para llegar a
La Muela. Camino de polvo, bastante erosionado y empinado en su parte final. Enseguida se llega al pinar, zona de urbanización y perros (muchos)
y finalmente a la gasolinera de la parte izquierda donde estaba prevista la
cena. Eran las 1.20 de la madrugada, cuando llegamos (después de 18.4 km). Una
vez asentados, dimos cuenta de una cena a base de carne y pescado, como suele
ser habitual, adornado del vino que las botas de Luis y Paco A. nos
proporcionaba. Es esta la parada más larga y esperada, quizás por eso hace más
dura la vuelta al camino a eso de las 2.15h y por la parte izquierda de la
carretera de nuevo. Esto último llevó su polémica, con Luis en su cruzada por
saber qué ruta es más corta en el trayecto hasta El Sabinar. A la vista de lo
andado parece que la razón le acompañaba. Es este trayecto lo más duro de la
noche. No por el terreno, sino porque el sueño algo aprieta, y después de la
reparadora cena se hace difícil andar sin más consuelo que el zigzageo de la
luna que nos va contando Luis. Como además la furgo nos esperaba más allá de El
Sabinar, tenemos que recorrer del tirón más de 14 km, con Miguel, Ángel y Paco
G. tirando del grupo. Atrás, hasta Paco A. empieza a sentir la noche. Las
conversaciones son cada vez menores o inexistentes y solo la silueta salvadora
de Los Bonis nos saca de la pequeña depresión en la que entramos. Con ella, en
el kilómetro 32.1 km topamos a eso de las 4.50h de la madrugada. Y a punto
estuvimos de asistir a un momento histórico sino llega a ser por el orgullo y
un gel milagroso.
Repuestos todos, sin ninguna baja, volvemos a las andadas a
las 5.10, incluso con Javi que se había tomado un descanso para no forzar el
tobillo. Y a partir de entonces, la furgoneta ya nos acompaña todo el rato con
lo que los descansos son más frecuentes; cada 4 km aproximadamente. Entramos en
la zona interminable de llanos que nos tiene que llevar a La Almunia, y ya,
como el sol, nos vamos animando poco a poco. Iniciamos además conversaciones y
polémicas: política y toros incluidos. Son los momentos gloriosos en los que
Rafa se viene arriba y permiten que los kilómetros caigan casi sin enterarnos
hasta llegar al Parque de Bomberos de La Almunia a las 8.40 de la mañana.
Registramos allí una baja, la de Paco G. con unas ampollas que le impiden
seguir. Los demás salimos a las 8.50 para llegar a la carretera vieja, al pie
del puerto de La Perdiz a eso de las 9.50 h. Era el momento cumbre, porque nos
faltaba lo más duro. Las fuerzas ya van más justas y gracias a Paco G.
conseguimos recuperar y estirar algo los músculos. Reponemos y a las 10.05
salimos hacia arriba. Bueno… salimos todos, menos Miguel y Ángel que volaron.
Vamos a homenajear a Miguel que coronó con suficiencia. Los demás vamos
llegando en goteo para completar en unos 30 minutos una dura subida.
Nos queda la bajada donde Rafa empieza a sentir bastantes
molestias en los pies. Despacio vamos bajando por la senda Jabacín hasta llegar
al pozo del agua. Nos queda ya una pequeña subida y Morata. No vamos a relatar
el sprint que pone la guinda al último puerto del día, pero solo diremos que
Miguel pecó de confianza. Con esa última anécdota y después de casi 14 horas de
viaje llegamos al albergue, para tomar el último trago antes de tirar para
Santa Bárbara y brindar porque una vez más la salud nos ha permitido desandar
el camino que tantos hemos tenido que emprender. Con una foto, jugándonos el
móvil, concluimos la marcha.
Después ducha, cervecitas, paella, buen vino y mucho sueño.
Tanto que este año, después de comer nos rendimos, prometiendo que la próxima
será en viernes para poder darnos el homenaje un sábado noche, después de la
correspondiente siesta. Hasta entonces compañeros.
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