sábado, 6 de agosto de 2016

SANTABARBARADA 2016


FICHA TECNICA
 Fecha:   16/07/2016 
 Distancia:   60.97 km  
 Desnivel positivo:   X m  
 Dificultad:   Calcetinada-Inflón 
 Tiempo Invertido:   11h37m (en movimiento)


Los años pares alumbran mundiales u olimpiadas. Para la tribu cenefa conlleva el compromiso de unir la basílica del Pilar con la no menos monumental ermita, residuo de lo que fue castillo del pasado islámico de Morata. La del Jalón, río orgulloso, todavía no demasiado herido en el paso al trote con el que bendice el pueblo. Por la dedicación de la ermita a Santa Bárbara, apodamos santabarbarada a una andada nocturna en noche de verano, con luna más bien próxima a llena, que une la macrovilla con nuestro noble pueblo. En esta ocasión éramos nueve los que nos animamos a pasar la noche, más Roberto que se ofreció a llevar nuestra salvadora furgoneta “Los Bonis”, resucitada para la causa y más bienvenida que nunca.
Por una vez salimos todos desde Morata, previa reunión en El Togi, la mitad en la furgo y la otra mitad en tren para acudir a al punto de encuentro en la plaza del Pilar. Como es costumbre tiramos alguna que otra foto conmemorativa, compramos la tradicional cinta milagrosa y arreamos para Valdefierro donde este año comenzaba la andada para evitar al máximo el asfalto zaragozano. Eran las 21.40h cuando, tras aprovisionarnos de las últimas necesidades, comenzamos a andar. Curro inmortalizó el momento. La noche no estaba excesivamente cálida, más bien agradable para una larga andada como la que se avecinaba. El ritmo inicial, más bien duro, venía marcado por las dos liebres del grupo, Ángel y Miguel. El resto, a nuestro ritmo seguíamos su estela. Se estrenaba en grupo grande Paco G., nuestro nuevo cenefo perfectamente acoplado al ritmo y cháchara que la noche marcaba.
El ritmo era importante, y a 22.45h, después de 6.15km llegamos a Plaza y su McDonalds, donde nos esperaba nuestra rumbosa furgo. Todavía estábamos más que frescos, con lo que tras 10 minutos de reparación de agua y algún que otro fruto seco, nos dirigimos al polígono de La Muela, ya tomando la parte izquierda de la carretera. Suele ser ya esta una parte en la que comienza a pesar la noche. Con todo, pasamos el desierto que dedicamos a la burbuja inmobiliaria en esta parte de Aragón, con algo menos de ritmo y notando un poco el ligero frescor de la noche. Llegamos en breve a una rotonda, que será para siempre conocida por el affaire que unió a algún cenefo con la furgo Los Bonis. Todavía resonaban las risas cuando llegamos. Primeros los andarines, luego la furgoneta y finalmente la Guardia Civil, que tras revisar lo absurdo, y pacífico, del panorama, siguió su camino. Eran las 0.25h del ya domingo 17 y llevábamos 14.7 km por entonces.
El siguiente tramo era el primero con cuesta para llegar a La Muela. Camino de polvo, bastante erosionado y empinado en su parte final. Enseguida se llega al pinar, zona de urbanización y perros (muchos) y finalmente a la gasolinera de la parte izquierda donde estaba prevista la cena. Eran las 1.20 de la madrugada, cuando llegamos (después de 18.4 km). Una vez asentados, dimos cuenta de una cena a base de carne y pescado, como suele ser habitual, adornado del vino que las botas de Luis y Paco A. nos proporcionaba. Es esta la parada más larga y esperada, quizás por eso hace más dura la vuelta al camino a eso de las 2.15h y por la parte izquierda de la carretera de nuevo. Esto último llevó su polémica, con Luis en su cruzada por saber qué ruta es más corta en el trayecto hasta El Sabinar. A la vista de lo andado parece que la razón le acompañaba. Es este trayecto lo más duro de la noche. No por el terreno, sino porque el sueño algo aprieta, y después de la reparadora cena se hace difícil andar sin más consuelo que el zigzageo de la luna que nos va contando Luis. Como además la furgo nos esperaba más allá de El Sabinar, tenemos que recorrer del tirón más de 14 km, con Miguel, Ángel y Paco G. tirando del grupo. Atrás, hasta Paco A. empieza a sentir la noche. Las conversaciones son cada vez menores o inexistentes y solo la silueta salvadora de Los Bonis nos saca de la pequeña depresión en la que entramos. Con ella, en el kilómetro 32.1 km topamos a eso de las 4.50h de la madrugada. Y a punto estuvimos de asistir a un momento histórico sino llega a ser por el orgullo y un gel milagroso.
Repuestos todos, sin ninguna baja, volvemos a las andadas a las 5.10, incluso con Javi que se había tomado un descanso para no forzar el tobillo. Y a partir de entonces, la furgoneta ya nos acompaña todo el rato con lo que los descansos son más frecuentes; cada 4 km aproximadamente. Entramos en la zona interminable de llanos que nos tiene que llevar a La Almunia, y ya, como el sol, nos vamos animando poco a poco. Iniciamos además conversaciones y polémicas: política y toros incluidos. Son los momentos gloriosos en los que Rafa se viene arriba y permiten que los kilómetros caigan casi sin enterarnos hasta llegar al Parque de Bomberos de La Almunia a las 8.40 de la mañana. Registramos allí una baja, la de Paco G. con unas ampollas que le impiden seguir. Los demás salimos a las 8.50 para llegar a la carretera vieja, al pie del puerto de La Perdiz a eso de las 9.50 h. Era el momento cumbre, porque nos faltaba lo más duro. Las fuerzas ya van más justas y gracias a Paco G. conseguimos recuperar y estirar algo los músculos. Reponemos y a las 10.05 salimos hacia arriba. Bueno… salimos todos, menos Miguel y Ángel que volaron. Vamos a homenajear a Miguel que coronó con suficiencia. Los demás vamos llegando en goteo para completar en unos 30 minutos una dura subida.
Nos queda la bajada donde Rafa empieza a sentir bastantes molestias en los pies. Despacio vamos bajando por la senda Jabacín hasta llegar al pozo del agua. Nos queda ya una pequeña subida y Morata. No vamos a relatar el sprint que pone la guinda al último puerto del día, pero solo diremos que Miguel pecó de confianza. Con esa última anécdota y después de casi 14 horas de viaje llegamos al albergue, para tomar el último trago antes de tirar para Santa Bárbara y brindar porque una vez más la salud nos ha permitido desandar el camino que tantos hemos tenido que emprender. Con una foto, jugándonos el móvil, concluimos la marcha.
Después ducha, cervecitas, paella, buen vino y mucho sueño. Tanto que este año, después de comer nos rendimos, prometiendo que la próxima será en viernes para poder darnos el homenaje un sábado noche, después de la correspondiente siesta. Hasta entonces compañeros.




Fotos de la salida

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