Aunque el primitivo objetivo de la jornada era el Tozal de Guara, la nieve caída los últimos días hizo que cambiáramos el recorrido por una ruta dentro del paraje natural de los Mallos de Riglos.
Comenzaba la mañana despertándonos con el hurto de una hora de sueño, que nos regaló el cambio horario con la llegada de la primavera. Así a las 7:15 de la mañana desde Valdespartera y en la furgoneta de Raúl, saliamos camino de Sarsamarcuello, además del conductor Miguel, Fernando y el que les narra esta aventura.
A las 9 habíamos quedado con Violeta, Ester, Alberto y Santi, amigos de Raul, que nos harían de cicerones en la andada. Como íbamos bien de tiempo decidimos hacer un cafecito en Ayerbe, llegando sobre las 9 a Sarsamarcuello.
Sobre las 9:30, salíamos en dirección a la Peña del Sol. En la parte alta de la población de Sarsamarcuello (760 m.) existe una fuente y merendero, en este lugar está instalado un panel con el itinerario y otras indicaciones. El sendero está balizado en todo su trazado con las marcas de PR. La dura ascensión, con 525 metros de desnivel, que nos iba regalando bellas panoramicas, entre bosquetes de pino de repoblación, y más tarde con quejigos, encinas, aliaga y erizón. En la cima (1.286 m.), espectaculares vistas de la Bal d'Ayerbe, el Gállego medio y la Hoya de Huesca hacia el Sur, y de las Sierras de Santo Domingo y San Juan de la Peña, así como parte de Pirineo hacia el norte.
Allí decidimos dar buena cuenta del almuerzo a base de pan del día, embutidos varios y laterío, regado con vino de dos botas y culminado con té de roca al anís y miel, bizcochos y whisky en petaca.... vamos, ¡¡Para ya no seguir andando!!
Con el deber Cenefo cumplido de dar buena cuenta de un copioso almuerzo compartido, usamos un cortafuegos como improvisado camino y descendenos a una velocidad vertiginosa, solamente atenuada por algún momento de desorientación Cenefa. Suerte que Santi enseguida nos conduce de nuevo a la buena senda, no sin antes obsequiarnos con un bonito corte a cuchillo que nos hizo temer lo peor; hasta el pobre Filemón, el más pequeñín de los cánidos que nos acompañaba, tuvo que pasar en volandas.
Ya por el sendero marcado, alcanzamos con nuestra vista el castillo de
Marcuello, y descendiendo un poco más, al alcance de nuestra mano queda
la ermita de San Miguel. Breve parada para contemplar de cerca la ermita
y el castillo antes de tirar hacia la derecha, camino de los diversos
miradores que nos deleitarían con sus panorámicas.
La pista forestal nos dirige a la entrada del sendero que corre paralelo
a los precipios causados por la incansable y añeja erosión. Pasamos
por varios miradores, a cual más espectacular: Mirador del sendero dels Fils, Mirador de tornillo, Mirador de los
buitres y finalmente, La mesa.
Importantes vistas de los majestuosos mallos desde el mirador de los buitres e importante el valor que hay que tener para saltar al mirador de la mesa. Algún Cenefo tuvo que gozar en ojos ajenos de las espectaculares vistas que brindaba el último mirador, fruto del justito nivel de valentía para estos menesteres del ínclito.
Importantes vistas de los majestuosos mallos desde el mirador de los buitres e importante el valor que hay que tener para saltar al mirador de la mesa. Algún Cenefo tuvo que gozar en ojos ajenos de las espectaculares vistas que brindaba el último mirador, fruto del justito nivel de valentía para estos menesteres del ínclito.
Retomando el camino principal, y con la hora del vermú pisandonos los talones, decidimos no dar más rodeos y tirar para Sarsa, que así llaman al pueblo nuestros compañeros, lo más recto y rápido posible.
Con la prisa que un buen vermú suscita, alcanzamos el pueblo sobre las dos y sin muchos titubeos, ¡ZAS!, ya estamos en el bar. ¡Qué olfato tenemos para esto los Cenefos! Con nuestros recién adquirido amigos, refrescamos abundantemente el gaznate, eso si con cierta moderación, para que luego no se diga.
Viendo la situación, alguno penso en llamar a la crónica: "El pozal de Guara" Por la ruta escogida inicialmente y, como adivinará el lector, por la cantidad de líquido consumida en el vermú.
Bromas aparte, magnífico el ambiente de Sarsa y una gente excepcional la que generosamente nos dedicó unas horas en esta mañana del sábado para mostrarnos las lindezas de su pueblo. En conclusión, una grata excursión que, opinión de un servidor, dejará huella en los anales Cenefos. Gracias en particular a: Alberto (y su inmenso gallo alemán), Ester, Santi y Violeta; estupenda mañana la que nos hicisteis pasar.
P.D.: Como ahora están de moda las PP.DD., yo también quiero añadir la mia. Esta salida se realizó el domingo 25 de marzo y debía haber realizado la crónica nuestro lider espiritual (C.U.). Sus deberes le han impedido terminar la crónica a su tiempo y aunque tarde, un servidor la ha retomado y rematado, pues no era de justicia dejar una de las mejores salidas que hemos hecho los Cenefos sin su correspondiente crónica.
Espero que la crónica sea del agrado del lector y haber estado a la altura literaria del susodicho C.U (PFman en alguna otra ocasión)..
Siento habérmela perdido... A ver si podemos completar el Tozal que todavía tenemos pendiente.
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