sábado, 30 de diciembre de 2017
sábado, 2 de septiembre de 2017
Y de repente... MONCAYO
FICHA TECNICA | |
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Fecha: | 26/08/2017 |
Distancia: | 12 km |
Desnivel positivo: | unos 1000 m |
Dificultad: | pechada, pero llevable |
Tiempo Invertido: | 3.30h |
Parecía muerta esta ventana al mundo senderista, pero no.... volvemos. Ha sido un año extraño, complicado y lleno de tareas, que nos ha dejado menos polvo en las zapatillas del que nos hubiera gustado a muchos. Bueno... que nos hubiera gustado a casi todos. Que los irreductibles han seguido machacando suela como acostumbran. Los boinas negras.
Ha sido un año de Cosuenda como siempre. Pero eso está ya olvidado (alguno lo olvidó incluso antes de salir de Cosuenda). O de Santabarbarada, que la volvimos a recuperar para celebrar la llegada de un ansiado verano. Una entrañable Santabarbarada, quizás la última tutelada por la entrañable Furgoboni. Esperemos que no. Y por supuesto, ha sido un año de Moncayo.
Es este monte arisco el que marca el recogimiento postvacacional de este colectivo. Adorna la andada esa cierta melancolía que deja el poso de una muesca más, en un tiempo de verano que languidece para desconsuelo de casi todos. La conjura cenefa de este año estaba incentivada por Chema, que prometió coser el desconsuelo, así como reparar agujetas, a base de migas. Había, eso sí, que hacer chufa en el San Miguel. Y allá nos fuimos, unos cuantos. Paco A, Chema, Antonio, Rafa, Víctor, Jesús y Luis. O sea: siete magníficos. Más Matu, que no se pierde una. Aunque nos hubiera gustado contar con varios más de los clásicos que este año nos han fallado.
Llegamos sobre las 7.40 a la Cueva, con algo de neblina, pero en una mañana fresca. La salida está bien marcada, y enseguida cogimos un ritmo vivo, con Rafa tirando y sin esperar a nadie. Disfrutamos y sufrimos lo justito de la primera zona boscosa. Ni preciosos robles, ni el riachuelo que nos acompaña, ni la charla animada detiene el ritmo impuesta. Eso sí, poco antes de llegar a la zona donde brota espontáneo el Trasmoncayo, Chema se desmarca para seguirle pronto Antonio, Paco A. y más tarde Víctor. Los fuertes. Quedamos algo más rezados el resto, aunque Jesús enseguida tira también para arriba con ritmo vivo. Otro fuerte. El resto se queda a un ritmo más suave y tranquilo, pensando en lo que queda por delante. Luis lo agradece que todavía recuerda el pajarón que le dio el año pasado a mitad de barranco. La subida... pues ya se sabe, cada uno a su ritmo y con tranquilidad que, salvo las migas, no nos espera nadie.
Arriba el viento se hace notar, y también el frío, por lo que el almuerzo se hace rápido. La viandas de rigor, que disfrutamos los ocho (Matu, incluido), alguna foto para dejar constancia de la chufa, y para abajo. La bajada se hizo a un ritmo rápido y vivo, trotando en algún caso. Si se tiene cuidado de torceduras indeseadas, no es mal consejo dejarte llevar para evitar sobrecargas. Antonio, que afrontaba el Moncayo por primera vez, como Jesús, es el que más sufre... pero cumple, aunque le tiemblen las piernas. Así que antes de las 12 h estábamos ya en la Cueva de nuevo, listos para afrontar la última etapa del día. Las migas.
Llegados al pueblo toco duchita, reposición de sales en El Casino, y nos fuimos a preparar unas raciones de piparritas, pimientos y otras verduritas a la plancha, para acompañar una migas con huevos fritos y frutas variadas. Todo sano y natural que aderezamos adecuadamente. Chema se portó y preparó unas estupendas migas. Postre, copitas y un campeonato de guiñote que ganaron los más expertos. Los boinas negras del tapete. Serían ya más de las 6 de la tarde cuando salimos de una estupenda comida. Aún tuvimos tiempo de un campeonato de futbolín, que permitió a Rafa desquitarse de la derrota que sufrió en el guiñote, deporte que se le encasquilla casi tanto como el barranco del Colludillo.
Y con estas, comenzamos un nuevo curso andarín, que esperemos esté lleno de almuerzos, charlas animadas y estupendos paisajes.
Ha sido un año de Cosuenda como siempre. Pero eso está ya olvidado (alguno lo olvidó incluso antes de salir de Cosuenda). O de Santabarbarada, que la volvimos a recuperar para celebrar la llegada de un ansiado verano. Una entrañable Santabarbarada, quizás la última tutelada por la entrañable Furgoboni. Esperemos que no. Y por supuesto, ha sido un año de Moncayo.
Es este monte arisco el que marca el recogimiento postvacacional de este colectivo. Adorna la andada esa cierta melancolía que deja el poso de una muesca más, en un tiempo de verano que languidece para desconsuelo de casi todos. La conjura cenefa de este año estaba incentivada por Chema, que prometió coser el desconsuelo, así como reparar agujetas, a base de migas. Había, eso sí, que hacer chufa en el San Miguel. Y allá nos fuimos, unos cuantos. Paco A, Chema, Antonio, Rafa, Víctor, Jesús y Luis. O sea: siete magníficos. Más Matu, que no se pierde una. Aunque nos hubiera gustado contar con varios más de los clásicos que este año nos han fallado.
Llegamos sobre las 7.40 a la Cueva, con algo de neblina, pero en una mañana fresca. La salida está bien marcada, y enseguida cogimos un ritmo vivo, con Rafa tirando y sin esperar a nadie. Disfrutamos y sufrimos lo justito de la primera zona boscosa. Ni preciosos robles, ni el riachuelo que nos acompaña, ni la charla animada detiene el ritmo impuesta. Eso sí, poco antes de llegar a la zona donde brota espontáneo el Trasmoncayo, Chema se desmarca para seguirle pronto Antonio, Paco A. y más tarde Víctor. Los fuertes. Quedamos algo más rezados el resto, aunque Jesús enseguida tira también para arriba con ritmo vivo. Otro fuerte. El resto se queda a un ritmo más suave y tranquilo, pensando en lo que queda por delante. Luis lo agradece que todavía recuerda el pajarón que le dio el año pasado a mitad de barranco. La subida... pues ya se sabe, cada uno a su ritmo y con tranquilidad que, salvo las migas, no nos espera nadie.
Arriba el viento se hace notar, y también el frío, por lo que el almuerzo se hace rápido. La viandas de rigor, que disfrutamos los ocho (Matu, incluido), alguna foto para dejar constancia de la chufa, y para abajo. La bajada se hizo a un ritmo rápido y vivo, trotando en algún caso. Si se tiene cuidado de torceduras indeseadas, no es mal consejo dejarte llevar para evitar sobrecargas. Antonio, que afrontaba el Moncayo por primera vez, como Jesús, es el que más sufre... pero cumple, aunque le tiemblen las piernas. Así que antes de las 12 h estábamos ya en la Cueva de nuevo, listos para afrontar la última etapa del día. Las migas.
Llegados al pueblo toco duchita, reposición de sales en El Casino, y nos fuimos a preparar unas raciones de piparritas, pimientos y otras verduritas a la plancha, para acompañar una migas con huevos fritos y frutas variadas. Todo sano y natural que aderezamos adecuadamente. Chema se portó y preparó unas estupendas migas. Postre, copitas y un campeonato de guiñote que ganaron los más expertos. Los boinas negras del tapete. Serían ya más de las 6 de la tarde cuando salimos de una estupenda comida. Aún tuvimos tiempo de un campeonato de futbolín, que permitió a Rafa desquitarse de la derrota que sufrió en el guiñote, deporte que se le encasquilla casi tanto como el barranco del Colludillo.
Y con estas, comenzamos un nuevo curso andarín, que esperemos esté lleno de almuerzos, charlas animadas y estupendos paisajes.
jueves, 29 de diciembre de 2016
Adios 2016, Bienvenido 2017
FICHA TECNICA | |
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Fecha: | dd/mm/aaaa |
Distancia: | X km |
Desnivel positivo: | X m |
Dificultad: | Fácil |
Tiempo Invertido: | XhYm |
Tenemos por delante un nuevo año, 2017. Esta vez, ni tan siquiera hicimos el conjuro habitual, al abrigo de algún orujo o similar, para señalar objetivos y celebrar muescas. Llega eso sí, tiempos de algún proyecto nuevo: marcar las rutas de nuestro pueblo, proyecto en el que tanto empeño han puesto algunos de los nuestros y que por fin parece tener visos de realidad.
Por esos caminos nos encontraremos este nuevo año. No más viejos, ni más curtidos, ni más enredados de lo que ya estamos. O somos. Solo más rodados, lo suficiente para apreciar y apurar ese frío de primera hora de una soleada mañana de invierno, el aire nuevo de una primavera explosiva de fragancias, el calor aletargado de una madrugada sin estrenar en un nuevo verano o los mutantes colores de un otoño turbador. Todos ellos a las orillas de caminos que nos están esperando. En Algairén, en Vicor, en La Virgen, en Guara... A todos. Feliz 2017.
Y recordad "si quieres ir rápido camina solo, si quieres llegar lejos camina en compañia".
PD. Las dos últimas etapas en Algairén y la Sierra el día de Nochebuena han sumado 20 km más a los escasos de este año.
Fotos de la salida
domingo, 13 de noviembre de 2016
A PURUJOSA
FICHA TECNICA | |
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Fecha: | 12/11/2016 |
Distancia: | 38,7 km |
Desnivel positivo: | 1200 m |
Dificultad: | calcetinada gorda |
Tiempo Invertido: | más de 10 horas |
Sucede que en esta languidez en la que estamos sumidos los
cenefos desde hace muchos meses, resurge algún brote. Así fue este sábado
pasado, 12 de noviembre, San Margarito Flores. Movidos en este caso por la
costumbre ciclista de arribar a Calcena a darse un homenaje, y por su cortesía de
invitar a los que vamos quedando con tiempo o ganas de andar, se preparó una
andada desde Illueca hasta Purujosa. Hermana de la del 2013, donde hubo algún
amago de pérdida. Como siempre hubo cruces de mensajes para al final quedar en
Zaragoza dispuesto a ir, Rafa, Paco y los luises.
Salimos para allá a eso de las 5.50 para encontrarnos en
Illueca con el resto de la tropa: Juan Carlos, Javi, el temible Miguel y Paco.
Esta vez, debemos confesar que la salida fue más fácil porque Marisa nos llevó
a cota 860 y allí, tras la fotografía de rigor y sin que hubiera amanecido del
todo, partimos a eso de las 7h. Es la primera parte una zona suave que nos
lleva a la senda del refugio. Esa senda, sí que ya se nota, y hace que empiece
a sobrar algo de la ropa que llevamos. En todo caso, nada que con calma no se
pueda hacer fácilmente. Alojados ya un poco por encima de los 1000, comenzamos
la andada por una pista que recorre la sierra de la virgen por la cara que da a
Illueca, Jarque, Gotor y demás pueblos del Aranda. Zona de pino no densamente
poblada y con una buenas vistas en una mañana soleada aunque algo fría.
Así, vamos avanzando entre risas y conversaciones varias,
algunas de ellas sobre la picantona política que nos envuelve. Son estos
debates encendidos, y sin que falte algún pique. Afortunadamente, por encima de
todo está la amistad y el respeto mutuo, porque todo cabe, si es argumentado. Que
así debería ser siempre. Con esta cháchara, llegamos poco más allá de la Peña
del Hombre, zona en la que la niebla comenzaba a echarse e hizo que el frío nos
atenazase. Hubo que abrigarse y apretar el paso para buscar un recodo donde
poder almorzar.
Ya comenzaba a verse el santuario de la Virgen de la Sierra,
cuando se despejó la neblina y volvió el sol, para calentar algo la marcha.
Así, en la primera zona sin aire, dimos por interrumpida la marcha y nos
sentamos en medio del camino para dar cuenta del almuerzo, allá por el collado
de la cruz de piedra. Como siempre, en esta parte se igualan las fuerzas, ya no
destaca tanto Miguel, y a todos el vino, el embutido, queso, etc. nos
reconforta. Y eso que nos moderamos. Con todo, la salida hacia la ermita se
hace dura. Se deja constancia que Miguel, hizo la serie de subida a la ermita con
prestancia y premura, por supuesto liderando el grupo.
Desde arriba, en una mañana despejada, hay una excelente
vista, que aprovechamos a disfrutar, mientras vamos emprendiendo el descenso hacia
una senda preciosa entre carrascas, por la zona del barranco de Valdehinoceja.
Es un descenso prolongado y exigente, que sin duda es de lo más bonito del día
en cuanto a paisaje. Llegados a la venta de Aranda, ahora cerrada, hay que
cruzar el puente y buscar una subida a la derecha de la carretera, para
atravesando unos campos yermos, cruzar una acequia y parar finalmente en la
carretera que conduce al pantano. En un círculo ad hoc, Paco A. Javi y Rafa debaten
y deciden tomar unas jarritas reponedoras de sales en el chiringuito cercano al
pantano. Se aprueba por mayoría, o casi, la propuesta.
Tras la agradecida parada, retomamos la ruta, variando
nuestros planes iniciales que pasaban por aprovechar el merendero para comer a
cubierto. Sin embargo, no hacía ni dos horas que habíamos comido, era pronto y
decidimos continuar hasta coronar el monte que nos separa del valle donde se
localiza Purujosa. Mejor, porque el merendero estaba vallado. La subida eso sí
se hace larga para algunos. Son varios kilómetros de subida continua, aunque
sin escesivo desnivel. Ni que decir tiene que Miguel y Paco hacen la serie
correspondiente y de nuevo dejamos constancia de que Miguel coronó el primero y
nos esperó a todos gentímente para darnos la bienvenida a la cima, cerca del alto
del Marojal, a eso de las 14 h. En esa zona, se improvisa mesa y se da cuenta
de la una excelente comida.
De allí, todo es descenso, de nuevo con unas preciosas
vistas, y ya distinguiendo la antena en lo alto del monte en cuya falda, y en
la parte contraria, se sitúa Purujosa. Lejos todavía. Sin sol, pero entrenidos
en conversación animada, vamos bajando con Juan Carlos y Luis I en cabeza,
maquinando cuál será la ruta más sencilla para llegar a Purujosa antes de
anochecer. Cuando llegamos al cruce de caminos del barranco del Palancar,
observamos una señal de batida de caza mayor. Señal, como mínimo confusa,
porque está puesta de forma tal que parece avisar a los que suben hacia la
sierra, no hacia quienes deciden tomar el camino hacia abajo como es nuestro
caso. En todo caso, es lo que supone compartir el monte. Precaución y cautela.
Llegados al siguiente cruce de caminos, decidimos seguir
descendiendo, tomando el camino de la derecha y dejando el mando de operaciones
a Luis I. Enseguida tomamos una pista a la izquierda que nos debe llevar a
Purujosa. Es por allí cuando Rafa avisa de que sus neumáticos van justos, a la
par que la gasolina. Pero seguimos hasta cruzarnos con unos cazadores al que
consultamos el camino. Hay que cruzar un barranco para empalmar con el GR
siguiendo los postes de electricidad. Esta ruta ya nos lleva a la que hicimos
el año pasado, y en efecto, hay que reconocer que se ahorra algún kilómetro. Eso
sí, no hay rebollones.
Y poco más. Cumplimos con la llegada a eso de las 17.20,
antes de anochecer y después de pasar un buen día de monte. Dimos cuenta,
algunos, de unas pocas cervezas. Pocas, porque entre los que tenían que
conducir y los que no podían, la cosa se abrevió enseguida. Taxi, recoger coche
y para Zaragoza. No todos, que algunos zarandearían Purujosa. Hasta la
siguiente.
Fotos de la salida
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