lunes, 21 de julio de 2014

SANTA BARBARADA 2014


FICHA TECNICA
 Fecha:   19/07/2014 
 Distancia:   62.7 km  
 Desnivel positivo:  poco
 Dificultad:   Calcetinada-Inflón
 Tiempo Invertido:   Mucho



Los años de olimpiadas o mundial (el del pelotón y los chanchullos, que parece que no haya otro), son años de santabarbarada: peregrinación que lleva a quienes deseen, a desandar ese camino que tantos han hecho desde el pueblo a ese charco que todo fagocita. Peregrinación que une la basílica del Pilar con nuestra ermita de Santa Bárbara. Peregrinación nocturna, para evitar el castigo de un paisaje duro, poco complaciente con el andarín, pero llena del placer que supone compartir muchos kilómetros con sana conversación, humor y ganas de pasarlo bien; con la certeza de que la felicidad no está en la aparente grandeza del objetivo sino en conseguirlo, o al menos en intentarlo. Sin más.
Con eso nos conjuramos el sábado 19 de julio los que en la foto aparecen (salvo Miguel que este año tenía que trabajar, pero nos hizo el favor de bajarnos y de alegrarnos la noche), a las 21 h para hacer la foto de rigor basílica al fondo, repartir medidas de la Virgen del Pilar conmemorativas de la ocasión y partir a Rosales del Canal desde donde esta vez iniciamos la marcha, para evitar el asfalto de la ciudad. Ya para entonces habíamos probado que la furgo “los bonis” sigue en plena forma. Nos quedaban 63 km por delante y una larga noche que pensábamos fraccionar en muchas paradas para facilitar que el conductor de la furgoneta de apoyo no se aburriera en exceso. El primer relevo para Ángel, que algún día nos dará un seminario de cómo se conduce adecuadamente el vehículo oficial cenefo.
Salida a 21.30h. La primera parte sigue el canal para desviarse luego hacia Plaza, donde nos esperaba Ángel. Ya para entonces se veía que el ritmo era vivo y que la noche no iba a ser demasiado calurosa: algo de viento y el calorcito justo. Cuando llegamos a Plaza, más de una cara de asombro, algo de bebida, cambio de guardia y para Centrovía, ya por la parte izquierda de la carretera que no íbamos a dejar en todo el camino. Fue esta parte algo dura por lo intenso del ritmo y el viento que soplaba. Por esta zona ya iba Moncho trackeando el camino.
Al alcanzar Centrovía, nuevo cambio y demostración de solidaridad senderista con el conductor de la nave cenefa, que tuvo más que alguna dificultad con su gobierno. Al parecer hubo muchas risas, salvo en dos. Queda también para el imaginario cenefo una de las varias frases que generó la noche: “Cabrones ¡qué huele a quemado desde aquí!”. Debe decir el cronista que la subida a La Muela por la parte izquierda se hizo rápida, con poco esfuerzo y sin ceda el paso que valga. Eso sí, aterrizamos con suavidad en la gasolinera que hay en la parte izquierda donde íbamos a dar cuenta de la cena en unas mesitas que amablemente nos cedieron en la gasolinera. Lo típico, carne y pescado, algo de fruta y bota cenefa que corrió lo justito. Hubo tiempo hasta para un cafecito caliente que la noche lo merecía; no sobraba nada de calor.
Repuestos, le tocó a Carlos el relevo y ahí se vino arriba. Parecía increíble que a la primera arrancara y saliera derrapando camino de la siguiente parada. Esta zona de molinos se hizo larga y con Ángel siempre en cabeza, algo que ya no abandonaría en toda la marcha. Se le nota en forma. Conversaciones, silencios, algún que otro animal y guasaps varios de Miguel fueron animando esta parte de la andada en noche cerrada. Una santa compaña de frontales, siempre dividida en dos partes. En la zona de El Sabinar nos esperaba una sorpresa: Miguel había salido pronto de trabajar y se pasó a saludarnos camino del pueblo.
Seguíamos con los relevos reglamentarios, aderezados con la campaña iniciada por Juancho para convencer a alguno de los presentes de que la condujese. y que dejo alguna otra frase para el imaginario como ese intercambio “Olveguita”, “Lorito” que aguantó hasta la comida. Por entonces, el cronista descubrió que la nave en segunda arranca sin problemas, y que se cambia fácilmente a tercera. También aparecieron las primeras gotas, poco preocupantes y que nos había anticipado Miguel. En la gasolinera siguiente a Los Navarros aparecieron las primeras luces del día y un panorama de nubes amenazantes, que iban avanzando perpendicular a nuestra marcha y que terminó por descargar algo de lluvia que obligó a echar mano de los chubasqueros y a Moncho y Pelo a refugiarse a dormir en la furgoneta.
Llegados a La Almunia, salió definitivamente el sol y la marcha se animó de nuevo. Como la última vez, los últimos kilómetros antes de llegar giraron sobre cómo llegar a Morata. Esta vez desistimos de las antenas de la Perdiz para tirar por la cicatriz de Mularroya. Ya para entonces, Rafa, que había hecho una ascensión el viernes a un pico de más de 2800, estaba casi grogui y solo le aguantaba el pundonor que tiene. Aun se le pudo convencer para que cogiese la nave y se fuera para la vieja gasolinera de Mularroya, hoy territorio devastado. En esta zona Moncho nos guio y empezamos a dudar de si tanto subir a pesar de que había que bajar, tenía sentido, pero llegamos a la zona de la carretera donde nos esperaba otro de los momentos del imaginario: “A Rafa ya lo han pescado; vamos por los pinos”. A pesar de que el cansancio causaba mella, aun nos llegó el riego para convencernos de que había que ir al encuentro de la furgoneta, junto a la que estaba el guarda de la zona, aunque terminó por venir a nuestro encuentro avisarnos de la presencia de nuestro compañero y marcharse a seguir vigilando.
Hubo aquí un momento de confusión, ¡qué por aquí!, ¡qué por la carretera!... En fin, que terminó Juancho con la nave y el resto salieron en estampida… y pasó. Rafa pisó mal y esguince. Y mira que nos habíamos librado a lo largo de todos estos años. Aun tuvo arrestos para seguir hasta la cantera ya casi en Morata, aunque a un paso lento y sufrido… eso sí, algunos creemos que delirando. Montado en la furgo, ya solo quedaba arribar, ir al encuentro del cenefo Miguel y llegar por fin a la ermita. Eran cerca de las 11.30h. Fotos, abrazos, ducha y salida para celebrar con una paellita una bonita jornada de andada. Con los típicos vítores a la cocinera, puyaditas a diestro y siniestro para ir haciendo boca, brindis varios y buen humor fue transcurriendo la comida. Y de allí a dar cuenta de un gin-tonic al Zepellin… y a descansar.
Un vez más hemos desandado el camino. Salud para la próxima, compañeros.

Fotos de la salida

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