sábado, 15 de marzo de 2014

EL GALLITO


FICHA TECNICA
 Fecha:   08/03/2014 
 Distancia:   31.02 km  
 Dificultad:  Calcetinada 
 Tiempo Invertido:  5h50m (andando, los últimos)


Se cumplió la tradición de sacudir el invierno hermanando Morata y Cosuenda, en una caminata que Paco nos organiza con un suculento final que motiva al más pintado: esa comidita en la bodega de Silverio bien merece el esfuerzo y la espera de todo un año. En este hubo, además, una buena concurrencia y eso que faltaba algún ilustre como Luis I, al que recordamos en la caminata… y en la faena de los carabineros. Nos juntamos doce. Allá había de todo, desde boinas negras hasta recién llegados a estas etapas. Como Rafa que por fin se apuntó después de tanto amagar. Todos con ganas de pasarlo bien y disfrutar de un día que se presumía excelente, y eso que a primera hora la rosadica era buena… escasos tres grados.
Una vez llegados (algunos más tarde que otros), hecha la foto de rigor, metido el pan de los Pelos en mochilas varias, arreamos para Mularroya, con la previsión de hacer una caminata menos exigente que el año pasado y que hiciera alto cerca de Alpartir. La primera zona es como siempre llevadera. De quitar murria, medir fuerzas y entablar conversaciones después de un tiempo sin vernos. Enseguida llegamos a la zona de la cicatriz que nos ha cambiado el paisaje para siempre. Este año, tiramos hacia Fontellas. Ya en la subida, como era de esperar Miguel se nos va, y se vislumbra la selección natural esperable. Dejada a la espalda la cicatriz, esa parte es digna de ser recorrida, y más en este tiempo de campos floridos con que regalar la vista.
La parte más dura nos llega cuando subimos la senda de El Viti, para alcanzar el convento de San Cristobal. Allí sí que ya nos toca sufrir a más de uno. En el final de la senda, eso sí, un buen trago de vino y al convento, donde hay consenso en lo bien que se lo montaban los franciscanos a la hora de elegir sitio… ¡y como nos hemos encargado de machacarlo! No es mucho el descanso que allí hacemos y enseguida tiramos hacia el barranco de la Tejera, por la ruta que ya nos marcó Paco hace dos años. En ese descenso, Rafa, que se había tomado una trampa y presa de la excitación de la cafeína se nos vino arriba y tentaba a las fieras que llevábamos al lado, sin ser consciente de que todavía no llevábamos ni la mitad del recorrido. Para entonces la mañana ya era esplendorosa y
comenzaba a entrar ganica de almorzar. Como además en Alpartir teníamos la baja de Pelotieso, échamos ancla poco antes de llegar al pueblo y extendimos viandas a diestro y siniestro. Ojo que almorzando se igualan más las fuerzas, y todos apuramos vino y comida más parejos que subiendo cuestas. Quizás lo de la bota, siendo que teníamos a Luis I en el hospital, estuvo más comedido, y alguna bronca hubiéramos llevado si hubiera visto como tanto pelotón dejaba escapar viva un par de botas.
Rematada la faena, toca recoger y enganchar el camino del río que nos lleva al valle de Tiernas. Es una zona bonita, que se empieza a hacer algo dura porque, sin ser excesiva, hay una pendiente continua. Aquí sí que hay selección natural a lo bestia y poco a poco se fracciona el grupo. Alcanzamos el valle de Tiernas y entramos en una zona digna de ser recorrida. Realmente preciosa en esta época del año en la que todavía el agua nos regala su sonido y no hay un excesivo calor, ni marañas de mosquitos que enturbien una caminata esplendida, exultante de primavera, de sus olores y sonidos y salpicada de sendas, muchas de ellas marcadas, que invitan a futuras visitas. Realmente un lujo. En la fuente de la Jordana, reagrupamos y echamos un largo trago reponedor. Ya solo nos queda la cuesta del Tío Francisco, zona habitual de hostilidades entre boinas negras. Allá nos fuimos divididos en dos grupos, con la promesa de reagrupar en la cima. Esta vez, toca subir cada uno a su ritmo, por una senda exigente y dura, pero que merece la pena. Como se prometió dejar dicho quien coronó primero, se hace. Parece que fue Miguel, aunque Javi reclama el primer puesto, ya que se cuenta que Miguel la hizo corriendo. Por detrás, los demás en el orden que muchos imaginarán.
El descenso se lo dedicamos a Newton, ¡que buena cosa es llevar el peso de aliado! Mucho más ligero, en breve nos plantamos en Cosuenda, aunque también por turnos como es previsible. Cuando alcanzamos meta, o sea bodega, nos cuentan que fue Javi el que primero llegó, aprovechando eso sí, algún despiste. Y tuvo que ser disputada porque Chema va con heridas de guerra. A partir de aquí, fue todo memorable, al menos lo que la memoria permite recordar: gambas, carabineros, chuleticas, Marqués de Riscal, Torre Muga, champán (champagne de la champagne), gin tonics (parece que en plural), jotas, canciones múltiples (hay vídeos), risas varias… y el gallito. Que costó.
A nuestros anfitriones de Cosuenda, ¡qué les vamos a decir! Sois encantadores y os agradecemos que nos hagáis un hueco todos los años en vuestra bodega para celebrar esta andada y poder recargar pilas. Y gracias a los organizadores que saben lo que significa compartir kilómetros y celebrarlo entre buena gente. Hasta el año que viene (con gaseosa).
(Ah, y perdón por la tardanza, pero se ha complicado la cosa esta semana)
 


Fotos de la salida

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