FICHA TECNICA | |
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Fecha: | 27/10/2013 |
Distancia: | 19.3 km |
Dificultad: | Fácil |
Tiempo Invertido: | 4h10m (andando) |
Nota previa: Esta crónica la escribió y
remitió Rafa el día después de la andada como prometió. Este uploader pide
disculpas por su dejadez y atocinamiento.
Después de muchos whatsapps y de
conseguir cerrar día y hora de salida, por fin los Cenefos se juntan para
celebrar los 2.000 km andados, tal como acordamos en aquella comida de las
Navidades de 2.012. Han pasado ya más de 10 meses y creo que ya tenemos en las
piernas algunos km de más, pero la mañana del pasado domingo 27 de octubre fue
ideal para la celebración. La temperatura, fresca durante casi toda la jornada;
el viento leve, ya que sólo nos pegó cuando cresteamos hacia la cima, y el sol,
moderado para no agobiarnos, hizo que la caminata fuera más agradable de lo
habitual. Tras quedar todos a las 07:30 en el consultorio médico ( por cierto,
a ver si nos hacemos europeos y adoptamos el horario que nos toca, o sea el de
Londres, ya que esa noche más de uno se despertó una hora antes para no hacer
tarde), y tras los saludos pertinentes y revisión de la logística, partimos
hacia Jabacín. Fernando, aún convaleciente de su rodilla, se quedó un rato más
en el pueblo mientras el resto dábamos la vuelta por el futuro pantano, con el compromiso de
juntarnos en la subida por la “umbría de laila” (suena a canción de Tom Jones…)
hacia el pico de la Sierra. Así que nada más empezar, “pechadica” y sudada
hasta coronar Jabacín. Ya en esta primera subida se van haciendo grupos de
cháchara según niveles de fondo. Así Luis I, Wancho y Boni se van para arriba
rápido y Miguel Ángel, Luis O. y yo les vamos cubriendo la retaguardia. Pasamos
por debajo de la autovía y nos encaminamos, no sin miedo ya que a lo lejos se
oían más disparos que en Sarajevo, hacia la zona del pantano. Nos cruzamos con
varios cazadores con sus respectivos perros y procuramos ir juntos para que a
nadie le dé por dispararnos (desde lejos, todos abultamos como un elefante y no
creo que a nadie le de por disparar al bulto ). Luis I nos guía (esta vez bien,
aunque cómo siempre refleja en acta que hemos vuelto a cambiar de itinerario
varias veces ). Pasamos por el camino al lado de lo que antiguamente fue el
pinar de Mularroya. ¡Qué pena! Un sumidero, o sobradero, más grande que “pa qué”
se alza en medio de la nada (ya que actualmente está todo parado ) dando una
sensación de prisión futurista abandonada. La terrible herida que han hecho en
el parque nos muestra con crudeza cuan egoístas, salvajes y especuladores nos
volvemos a veces los humanos. Bueno, en fin, que es un día de celebraciones.
Continuamos ya por el valle, cruzamos de nuevo la carretera por debajo y, de
nuevo, “pechada gorda”. La umbría de laila se empina por momentos, pero todos a
nuestro ritmo conseguimos coronarla para encontrarnos con Paco Aznar y su
perrico en el cruce de caminos. Más cháchara y ya afrontamos los últimos 250
metros de desnivel cresteando. Por momentos la sierra nos engaña (a mi dos
veces: creía que ya había llegado y aparecía a lo lejos una loma más alta ).
¡ Cima!. El Pico la Sierra. Qué sensación
más agradable. Un día magnífico. Una cuadrilla de compañeros entrañable. Y una
sorpresa: el destino quiso que encontráramos allí una cruz para celebrar
nuestros primeros 2.000 km por esos senderos de Dios. Así que aprovechamos para
atar una medida de la virgen del Pilar con los colores de la tierra en una
especie de letra (“C”) que estaba en mitad del palo más largo. Luego, el
almuerzo de los campeones. Vino, queso -magnífico el que nos ofrece siempre
Luis I-, anchoas, longaniceta ( jó-dó, que buena estaba ), pan del “pelos”
recién hecho, chorizo y más vino. Tras tener de nuevo el debate de cómo tratar
mejor las botas de vino – en este viaje hemos subido dos – y del calibre óptimo
del pitorro, tiramos para abajo, más rápido que deprisa ahora que Wancho ha
aprendido a descender, y llegamos al pueblo a eso de la una.
Casino. Vermú torero. Albergue. No vemos
a las 80 escaladoras que iban a compartir con nosotros la comida. Cervezas.
Alegría (no sé si os he dicho que ese día estaba tremendamente feliz ).
Torreznos. Patatas. Vídeo del Garmo Negro (de nuevo, emocionado). Ensaladas.
Croquetas. Sepia….. Más vino. Chupitos. Compromiso de comprar nuevas camisetas
con dos estrellas bordadas para recordar el acontecimiento. Debate de colores (gris
y amarillo o naranja ). Debate de empadronamientos (disculpa, Luis I, si se me
fue la mano, ya me conoces). Más felicidad. Abrazos y compromiso de volver a
juntarnos a comer en Navidad para preparar los nuevos retos del año 2.014. En
lo que se refiere a éste, hemos cumplido casi con creces. Nos quedan las
andadas de Noviembre y Diciembre. Y la Alberca en Movera.
Ha sido un placer compartir estos
kilómetros con vosotros. Y espero que haya muchos más.
Por último: ¿os he dicho que estoy
tremendamente feliz?. Pues eso.
Aupa
Cenefos. Nos vemos en los caminos.
Empadronamiento o residencia fiscal? Me has convencido, me acabo de empadronar en Villanueva de Jalón...
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