Podría ser una crónica de sentimientos encontrados. Esos que nos arrollaron en el camino de San Cristobal. Podría ser distinta porque todo es distinto cuando andar no importa. Pero va a ser una crónica más. Reivindicativa de monte, de primavera, de aire, de ganas de salir a compartir una mañana con amigos, conocidos o simplemente desconocidos con una misma afición. Con compañeros. Y allá nos fuimos los cenefos, esta vez con casi pleno. Rafa, Miguel, Juancho, Yuri y Luis desde Zaragoza a eso de las 6 a.m. que la cosa empezaba a las 7. Nos estaba esperando Fernando que se adelantó a Morata el día de antes. Lo típico: recogida de dorsales, algo de picar, unos consejos y en nada sonaron las sirenas de la ambulancia que se habían marcado como pistoletazo de salida.
Camino de Mularroya, un buen número de andarines de toda edad y pelaje. La zona inicial de Cantalobos es suave, mantenida, con un ligero pique hacia arriba que no nos exige demasiado. Ya en estas, se escapan Yuri y Fernando dejando al resto detrás, con esas charlas de buena mañana insustanciales, como debe ser para aligerar desayuno.
Enseguida llegamos a la zona de atrás de los Palacios, ya pinar alegrado de arbustos, romeros y mañana fresca. El camino se hace pedregosa, transmuta en senda que sube descaradamente hacia arriba, para llegar a la Cuz de Alberto, donde está el primer avituallamiento. Esta zona es muy bonita, y tiene el encanto de Mularroya... sí, esa Mularroya que estáis pensando. Retenedla bien que todo pasa.
De allá, tomamos de nuevo pista hacia el viejo convento de San Cristobal que otras veces hemos comentado en este blog. La zona es suave, con un prolongado descenso en la zona de Fontellas para girar en esa senda ya marcada hacia San Cristobal. Con el ánimo alicaído, llegamos al viejo convento, donde la organización había previsto el almuerzo. Hubo reunión general, miradas esquivas de resignación y poco a poco, fuimos abandonando la zona por la senda de la acequia, camino ya de Alpartir y de esa hermosa zona del valle del río Alpartir, que otras veces hemos recorrido sea camino de la Buitrera o del Valle del Amor. El monte ya es monte y la primavera gozada. El sol, además, acompañaba. La hermosa senda de Ortigas Viejas nos reencuentra con lo mejor del senderismo, con un aire tan limpio y aromático que hasta cuesta echarlo.
En esas, Rafa comienza a tirar hacia el camino de subida a la Plaza del Pino. Por delante Yuri y Fernando a lo suyo que hoy ha sido probarse. En el camino conocemos a Eloy que nos sigue desde Huesca y al que mandamos un abrazo.
La subida, por conocida, la hacemos a ritmo sostenido. Lejos quedan aquellos días que con Luis I nos costaba subir. Algo hemos mejorado. Ya la bajada se nos da un poco peor, pero vamos tranquilos, concentrados en la charrada hasta llegar a Alpartir. Coincidimos todos que allí nos hubiéramos quedado porque quedaban los kilometros de la basura (simil de baloncesto, nada más), de menor interés. Incluso, hermoso sería una Valdejalonada exclusiva en esa preciosa zona, en los alrededores de Alpartir, que tanto tiene que ofrecer.
Pasado Alpartir tomamos un camino llano que nos lleva cerca de la zona del convento por donde han descendido los de la caminata corta. Algo se anima la zona con un breve pinar, y se hace divertido buscar ese último avituallamiento de los Algueceros donde tomaban el dorsal (control de paso) y que muchos se han saltado para atajar un buen tramo. Picaros la organización que no contaba con las ganas de acabar de la gente. Esta vez los cenefos hemos cumplido, sellado dorsal, conversado un rato y rato... Rato en el que no vino nadie al control.
Tomado de nuevo el camino, se sale a una zona de campos, llana, donde se empiezan a sentir ciertas flojeras. Luis ha mentado su botas desvanecidas ni se sabe las veces (salvo Rafa que sí lo sabe). A Miguel algún músculo le crujía, y en general se mascaban las ganas de llegar. Y así lo hicimos antes de la 13h. O sobre las 12h que fue cuando llegaron los primeros cenefos: Yuri y Fernando.
Cambio de camisetas y consenso para renovar vestuario y que todos podamos disfrutar de similares prendas una vez pasado el tiempo de dudas iniciales. Varias cervezas y comida rápida porque había que subir a Morata.
No nos olvidamos de nuestros colegas de la gasolina a los que por fin conocimos. Majísimos chavales con los que tenemos que compartir camino, almuerzo y comida. José Carlos, Diego: queda prometido y citados estamos allá por junio cuando despunte el verano.
Así acabó esta triste edición de la andada de Valdejalón. Han sido 30 kilómetros que los cenefos más retrasados han hecho en 5 h 24 min efectivos más 20 min de paradas (5.5 km /h). Los primeros cenefos 45 minutos menos totales.
Alteramos nuestra costumbre para incorporar al blog el principio de un hermoso poema del gran Leon Felipe.
Ser en la vida romero,
romero solo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero..., solo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez solo y ligero,
ligero, siempre ligero.
No te conocimos, pero fuiste compañero. Cenefos.
Pues si, una jornada agridulce que quedará grabada en nuestra memoria in secula seculorum.
ResponderEliminarExcelente la crónica y excelente el homenaje.
Por la situación y por conocer al Viti no puedo meterme con vosotros. Os mando el recorrido de lo que hicieron los PC.
ResponderEliminarSaludos
Lo que mas me gusta después de una buena andada es la lectura de la crónica, como siempre perfecta, felicidades Luis.
ResponderEliminarDar mi pésame a la familia del compañero que sin serlo, era compañero de caminos y sendas, descansa en paz compañero.