28 de mayo (ya hace unos días). No. No nos hemos olvidado del Maestro Zapatero. Una de nuestras andadas favoritas por su buena organización y la hospitalidad de la buena gente de Brea. Este año regresamos un buen puñado de cenefos a compartir la fiesta de esta hermosa zona cercana a nuestro Morata.
El día, además, acompañó. Una preciosa mañana de primavera, con su calorcito justo para andar, nos reunió a mucha gente de la zona. La andada, ya sabíamos, es suave, salvo esa subida inicial al monte al que da la espalda Brea. Una vez vencido, y con el Monegré al fondo, ya se adivina el valle que nos llevará a Mesones. El camino se dulcifica, se hace llano e invita a la charla. El ritmito que llevamos, esta vez todos incluido Fernando, es suave, trote de disfrute. Hasta alguna cerveza en el camino llegamos a catar.
Llegados a Mesones, subimos de nuevo al castillo. Ese que no deja de sorprender, incluso a los que estamos acostumbrados a él. Preciosa joyita, quizás no suficientemente explotada. Allí, algo de fruta y charla con nuestro buen amigo Juan Carlos. Superado Mesones, el camino nos lleva a Nigüella, de la que descubrimos una vista diferentes gracias a Miguel. Aquí la dejamos, con su monte Nike al fondo. Además de la preciosa vista, Nigüella nos ofrece un precioso bar, cervecita fresca y un bocata de jamón con tomate en su parque, que invita a rematar allí mismo la caminata. Con todo, somos cumplidores y tomamos de nuevo el camino para ir al Gollizno. Este año vamos por una ruta distinta, aunque el final es el mismo: el grifo de cerveza. De nuevo reagrupación de pelotón de cola. Este año abusamos un poco menos de la reposición salina y tiramos para Brea con Serrat y echando de menos a los chamanes. Aun con todo, el camino hasta Brea sigue siendo muy agradable, sobre todo cuando tenemos el río de compañero.
Y después de casi seis horitas de andada, charla, cervecitas... llegamos a Brea. Lo justo para una jarra con pescado y aceitunas, una buena comida y un café. En el remate coincidimos con los hermanos ciclistas y Juan Carlos, amén de impugnar la hazaña de PFman, nos prometió que nos organizaría una subidita a la Cabrera. A ver si estas obligaciones de final de curso nos permiten elegir un fin de semana que nos case a todos, y allá iremos.
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