domingo, 15 de abril de 2012

COSUENDA 2012... Maldonado, el turismo y la belleza de lo sencillo


Fecha: 14 de abril de 2012
Asistentes a la andada: Miguel, Paco A., Paco B., Antonio, Chema, Luis

Es sabido que nuestros hermanos ciclistas tienen la sana costumbre de celebrar una reunión en Cosuenda desde hace algunos años. Un pequeño homenaje a la camaradería y al trazo grueso de la felicidad. Nos cursaron de nuevo invitación para este año y no podíamos faltar… merece la pena el camino, los compañeros y la fiesta final. Allá que fuimos.

La llegada a Morata la noche anterior no invitaba a mucho optimismo. Llovía. Y la predicción de Maldonado (recordemos su web: www.eltiempo.es) no era muy prometedora: lluvia desde las 7h hasta las 12h en la zona de Morata y chubascos ocasionales más intensos desde las 11h hasta las 14h en la zona de Cosuenda. O sea, agua todo el camino. Había que confiar en el margen de error. Con esta confianza llegamos a la plaza a las 7h, hora de encuentro. No llovía pero el panorama era algo aterrador: Miguel haciendo estiramientos. Parece que la cosa iba en serio. Poco a poco fueron llegando todos y se consensua salir, bien pertrechados contra la lluvia (capas, polainas, etc.) pero adelante.

En dos grupos llegamos sobre las 7.40 a la cantera (compra de pan, revisión de ropa seca que se deja en los coches que luego irán a Cosuenda, etc. nos retrasan algo) y para entonces Maldonado ya se había apuntado el tanto: había comenzado a llover. Además había amanecido y el panorama era negro: neumáticos de lluvia y para adelante. Poco a poco, el nivel de barro sube, y para evitar zona de obras con mucho barro, tiramos campo a través que nos lleva finalmente a la antigua carretera de Mularroya. Cruzamos (Chema dice que se lesionó, pero no se le notó nada) y atravesamos uno de los puentes que han construido, poza incluida. Para entonces ya había nervios e incluso se plantea la posibilidad de hacer la ruta de la Moratada, ducharnos e ir a comer a Cosuenda. En todo caso, ¡sin descanso!, como atestigua Paco A. cuando recrimina la curiosidad que en el grupo despierta la cirugía salvaje aplicada al curso del Grío: “eso hace falta, que encima hagáis turismo”. Cogida la indirecta, seguimos.

Tirando hacia arriba para ir hacia Fontellas, se mantienen las dudas sobre qué hacer; y eso que a Paco A. le parecía que escampaba. Ya se sabe que en estas huestes, retroceder es de cobardes, así que se decide seguir hasta Alpartir por el convento de San Cristobal. Llegados al altozano que preside, tomamos algo de aire. Poco, lo justo para una foto, antes de seguir la línea recta que se toma como ruta cuando se pronunció la palabra atajo. No hubo barranco que se resistiera.

El descenso hacia Alpartir se hace a un ritmo vivo y ya partidos en varios grupos. La lluvia era intermitente, tenue, inexistente por momentos. Por entonces ya estaba claro que se iba a seguir hasta Cosuenda subiendo por el valle del Tiermas. Lo que también estaba clara era la estrategia: íbamos a una sola parada. La incertidumbre era cuándo, y más llevando a Miguel y Paco A. por delante. Ya eran muchas las casetas que se dejaban atrás y comenzaba a pesar la andada, superadas las tres horas sin dejar de caminar. Adentrados en el Valle del Amor, queda claro que la única parada sería en la caseta que allí se encuentra, veinte kilómetros después de iniciada la marcha. Ni que decir tiene que para entonces hay hambre. Así que se da cuenta de quesos, tortillas, jamones, nueces, naranjas, manzanas… y el vino. Sin compasión.

Retomado el camino sigue la lluvia intermitente. Buena compañera, para un paisaje que hay que disfrutar. Verde primavera y húmedo vital, con sendas marcadas por árboles liquenados. Un lujo que vamos disfrutando en grupos dispersos a un ritmo vivo pero no asfixiante. Y para rematar, la senda del collado del tío Francisco, exigente y dura, pero que nos ofrece una de las mejores vistas del valle. Ni que decir tiene que hubo minutada y que algunos, como el que suscribe, subió con más pena que gloria. Arriba, nos pilla uno de los chubascos más intensos previstos por Maldonado. Sin embargo a poco de comenzar el descenso para coger la pista que nos lleva al Raso de la Cruz, sale el sol y por primera vez en toda la marcha está despejado. Tanto, que nos quitamos capas, nos ponemos gafas de sol y bajamos todos juntos con charla animada. Poco más allá del Raso de la Cruz, nos dividimos en dos grupos, con Paco A, Miguel y Chema de avanzadilla. Queda, la recta a Cosuenda. Sin embargo, la amenaza Maldonado vuelve. El cielo se encapota de golpe y en nada empieza a llover con ganas, muchas ganas. Afortunadamente, nos pilla a menos de 15 minutos del final, en el que nos espera ropa limpia y seca. Se acabó.

En la bodega de Silverio nos esperaban Javi, José Andrés, Nati y los anfitriones. Silverio y su familia, y también Mariano, nos acogieron estupendamente. Mesa dispuesta, unas cervecitas previas y comenzamos la preparación de los carabineros a la sal. Deliciosos. El ambiente se caldea, y poco a poco van cayendo botellicas de vino antes de la ración de chuletas de Toñín que estaban deliciosas. Ya casi antes del postre, llegamos a la temida fase de cantos regionales. Así, por inercia. Algunos lo intentamos, otros como Antonio, lo bordaron, y en general, lo disfrutamos. Tenemos pendiente componer una canción a esta ruta a Cosuenda (algún rap hubo… pero mejorable). Dejamos para la intimidad, la fase de los cafés con Cardhu y los gin-tonics. Eso sí, por poner algún pero al Cardhu, habrá que proponer que le pongan dosificador a la botella (¡cómo caía!). Realmente fue una comida muy, muy agradable…

Y en el Casino de Cosuenda, seguimos la fiesta. Como hay cosas de las que no me acuerdo demasiado bien… pues las dejo para los posibles comentarios.

Ha sido un placer, compañeros. 

PD. Espero alguna foto más.

1 comentario:

  1. No me lo puedo creer: 2-0 en crónicas ... vaya palo.
    Luis, como puedes decir: "carabineros a la sal", hoy no podré conciliar el sueño pensando en lo que nos perdimos los Cenefos que no pudimos asistir a esta espectacular gastro-andada.

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