lunes, 20 de junio de 2011

Sendantonio

 De nuevo, y como si de un rito ancestral se tratase, el Cenefo acude presto a la llamada de nuestro buenos amigos de Nigüella, ahora para celebrar con ellos una fiesta que han salvado del implacable baúl del olvido.
Será porque algún Cenefo es hijo adoptivo de la villa o porque siempre que coincidimos con las gentes de este lugar, nos quedamos prendados de hospitalidad y cariño, lo cual nos hace repetir una y otra vez y otra vez más.
Tocaba hoy celebrar la festividad de San Antonio, el otrora venerado santo quedó sin fiesta pues las prisas y otras exigencias de la modernidad, dieron al traste con el festejo popular, dejando al pobre santo soltero, sin compromiso y triste en su altar.
En ese afán de recuperar raices y tradiciones, este año un grupo de vecinos preparó una marcha popular por los montes y cabezos de los alrededores, culminando la marcha con una comida popular en el parque que hay junto al rio Isuela.
Esta marcha no es como otras, en cuanto a lo multitudinario, es más bien una reunión de amigos que paseando por los alrededores del pueblo, quieren disfrutar de una mañana de naturaleza, conversación, compañía y amistad.
Todo comenzaba a las 9 de la mañana, con el obligado desayuno popular. Chocolate caliente, bizcochos y moscatel. Miguel llegó puntual, la proximidad le ayudó, y Juanjo se hizo algo de rogar. La logística infantil le desbarató su planificación horaria.
De cualquier manera, en torno a las 9:15h partía la marcha desde el parque de Nigüella y se habían fijado dos recorridos: uno un poco más exigente de unos 10km con mucho monte a través y otro mucho más suave, de unos 4km por camino.
Unos veinte senderistas tomaron el recorrido exigente, mientras que media docena de niños de todas las edades y otra media docena de adultos hicieron el recorrido más corto.
Los Cenefos nos apuntamos al recorrido largo, por lo que a partir de ahora será en el que centremos la narración.
El primer tramo es un camino bastante bueno por el cual el grupo se mantenía compacto. Justo cuando acaba el camino, en una zona llamada Panchán, nuestro lider, Carlos, nos reune a todos para explicarnos que vamos a subir "a cuchillo" por una loma llena de aliagas, romeros, retamas, ...; así que mucho cuidado.
Terminada la arenga, el grupo comienza a ascender por lo que los Cenefos ya denominamos "loma Naik". Si se observan los dos picos de dicha loma desde el pueblo, la imagen divisada se asemeja al logotipo de una conocida marca deportiva, la cual no voy siquiera a mentar.
En realidad, estamos subiendo al cabezo de Matavacas. La subida es dura por lo agreste del terreno. El grupo se estira ligeramente, pero se vuelve a reorganizar en la cumbre. 
Superada la cumbre, con menos pendiente, vamos avanzando hacía la zona de Matavacas, y nos hemos de llevar un buen susto cuando JaviJ pisa una aliga XXXL y una punza, de la misma talla o superior, atraviesa la suela de la bota y parte del pie de nuestro compañero. Raudos, los Cenefos somos los primeros en prestar asistencia y lo que a primera vista parecía algo serio, queda solucionado con una simple tirita, de Bob Esponja o similar.
Descendemos para cruzar el camino que va hacía Arándiga, y Morata, y tenemos la primera baja. Alberto nos deja y decide no seguir haciendo el cabra, prefiere volver a Nigüella por el camino. Ya se sabe que los excesos de la noche se pagan por la mañana.
Todos menos uno, continuamos de nuevo hacia las crestas que flanquean la margen derecha del rio. Un ascenso algo menos duro que el anterior y de nuevo alcanzamos un punto con unas vistas privilegiadas. Al alcance de nuestra mano: el Pico del Rayo, la Sierra de Morata, la Sierra de la Virgen, todo el valle del Isuela, Monegre, la Buitrera y la Lezna, ...; explendido lugar para tirar unas cuantas fotos.
Continuamos ahora por un camino excasamente mantenido, el cual nos conduce hasta el mismísimo almuerzo.
Unos y otros reponen fuerzas al calor de la bota Cenefa, que merece especial mención pues sin duda fue la gran protagonista de cada una de las paradas que hacíamos. El cuero pasaba de mano en mano y de boca en boca casi sin descanso.
Terminado el almuerzo, continuamos por camino y dejando a nuestra izquierda al cabezo Royo tomamos dirección a Valdiuina. En el punto más alto de la cresta giramos a la derecha para comenzar el ascenso a la Zumaquera, que sería la última ascensión de la marcha. En la parte más alta, fotos, risas, bromas y ambiente festivo.
El descenso desde aquí es complicado pues hay mucha piedra suelta y abundante maleza. Pero, poco a poco todos vamos llegando hasta el camino que nos conducirá de nuevo al parque.
En el parque nos esperaban los que, habiendo acabado hace rato el recorrido corto, nos habían prepado un magnífico vermú: cervezas (calientes y frías), espárragos, vino, olivas, anchoas, patatas, atún, y los caracoles de Angel, menuda delicatessen.
Un generoso vermú nos abre puertas al plato fuerte del día, una paella para sesenta personas de la cual disfrutaron chicos, chacos y todo bicho viviente que tuviese el placer de probarla.
Café, tarta y ... algún licor. Llegó el momento de que PFman demostrase sus habilidades (skills) en la preparación de combinados de tónica, cualquier día le dan un premio también por esto. 
Bonito día el que nos ofrecieron nuestros amigos de Nigüella. Gracias por la invitación y no será la última vez que los Cenefos compartamos el día con vosotros.

1 comentario:

  1. No sabéis lo que siento no haber podido responder a la amabilidad de Nigüella... pero había otras obligaciones. Para más inri el domingo tampoco salí a pesar de que me subí las botas. Un desastre.

    ResponderEliminar