domingo, 8 de agosto de 2010

NEVER SAY NEVER AGAIN: Calcenada 2010

El año pasado hicimos en una noche dos calcenadas y prometimos (en caliente) que aquello era suficiente. Que el cenefo no es animal de larga distancia. Que para hacer ganica para el almuerzo nos bastan 20 o 30 km. Que lo poco gusta y lo mucho cansa. Pero, también es cierto que el cenefo no es animal que deje cosas a medias (aquí hay sus más y sus menos) y como lo de 104 km sigue siendo utopía (y ni ganas de probarlo), decidimos que la oferta de cuarenta y algo de este año desde Litago a Calcena permitía completar la primera parte que hicimos de Calcena a Litago. Así que allá fuimos... a rematar.
Pero empecemos por donde solemos acabar: los agradecimientos. Javi y Miguel tienen buena parte de culpa de que la calcenada de este año fuera más sencilla. Fue un alivio que Javi se prestase a llevarnos a Litago a última hora. Lástima que no practique durante el año para que alguna vez pueda tirar kilómetros y sudar esa camiseta. Con Miguel ya habíamos quedado que nos llevaba ropa de alivio para la meta y si era menester nos bajaba de Calcena. Él juega en otra división y este año estaba decidido a acabar los 104.
Con esto, acudimos al albergue a las 6 el equipo A más Ángel (excelente incorporación) y Luis. Y por supuesto Javi. Carretera hacia Litago y llegada sobre las 7.10. Al llegar ya vimos el penar del rosario de cientocuatristas que una vez superada la noche, y aliviados con el desayuno, emprendían el último tercio de la prueba. Nos registramos, una foto y para adelante. La mañana estaba fresca y agradable para andar. La salida de Litago, abierta al Moncayo, anima a la andada. Vamos adelantando a muchos que van ya cargados de kilómetros y que sorprende puedan llegar. La primera parte de Litago a Añón, alguna cuesta tiene pero es llevadera, con el monte pelado de compañero en el horizonte.
Añón vive en equilibrio, viendo pasar el Huecha y refrescado de bosque. Llegamos a él, por el valle y la zona de la cueva, para salir por el camino del bosque donde todavía se admira alguna carbonera y que nos enfrenta al pueblo. Alguno replica y compara con Nigüella, quizás no tan cantada, pero que tampoco desmerece. En estas seguimos para adelante, camino de Talamantes. El paisaje se hace algo menos agradable porque le perdemos la cara al que rodeamos y porque además comienzan ya los primeros repechos. La subida a los cerros de la Silla se hace pesada y cada uno va a su ritmo como debe de ser (para subir el ego de los A, dejar constancia de que sí, que llegaron antes), que esto es cuestión binaria: solo se admite se llega o no se llega, pero no el cuándo. En este tramo ya hemos visto más de uno con auténticos estragos y empachos de camino, pero ahí van aguantando.
Tras la subida y un acusado descenso, llegamos a Talamantes y la zona del almuerzo. Chicken-in suavecito, algo de reposición, y repaso de neumáticos que nunca viene mal. En el reposo coincidimos con algún viejo conocido como Eloy que nos sigue emplazando para este otoño en la vecina Huesca. Coincidimos también con las primeras bicicletas que nos alcanzan (han salido de Calcena a las 8 am). Teñidos de rojo y negro, salimos de Talamantes en busca del último esfuerzo que nos queda para llegar a Calcena: la subida a la Tunda, Tonda, Fonda, que de todo hubo.
Comienza lo peor del día, y ahora sí que vemos auténticos zombies por el camino. Lorenzo no tiene piedad y aprieta de lo lindo. La subida a la Tonda es un camino de 3 km que permite cambiar de valle y llegar de nuevo al Isuela. Pero se hacen duros. Ni el refrigerio, ni los paisajes, ni las alegrías que camino o caminantes ofrecen. Baste citar a uno de los zombies (indescriptible), cuando llega roto al punto de avituallamiento. Con escaso resuello, resume lo que siente: “si me caigo al suelo, enterradme aquí mismo”. Y a fe que alguno buscaba la pala solo por piedad. Nosotros no tenemos tanta justificación, que solo llevamos escasos 30 km. Así que seguimos. Nos desgranamos, y vamos llegando arriba como podemos. En la cima, una foto y reposamos algo. La bajada es más animada con un bonito paisaje ondulante y una conversación sobre alta cocina que nos va llevando a Valdeplata. En este último avituallamiento, la organización ha tenido el bonito detalle de poner un grifo de cerveza. Quizás no contaba con la llegada de Juancho que a poco les acaba el suministro, la cebolla y hasta el pimiento picante que tenían para acompañar las cañitas.
Ya solo quedaban unos seis kilómetros, pero fueron los peores. Son ya más de las 14 h, Lorenzo está con la lupa tocando las narices, el asfalto quema, y a alguno le empiezan las primeras rozaduras. Se hace interminable, a pesar de que cada coche que pasaba decía lo mismo: que no queda nada. Incluso alguno empezó a temer que aquellos que dudan de San Garmin y su fiabilidad contando kilómetros, tienen razones para ello. Nos cruzamos con los de la gasolina que iban de vuelta, suponemos que después de completar los 104. Al menos nos alegraron algo este trayecto infernal. Veremos esa crónica.
Pero como no hay mal que cien años dure, llegamos. Han sido 8 horas. Con una media ligeramente superior a 5 km/h. Que es la oficial, la que recogen los estatutos cenefos bien clarito. En la meta, como es pertinente jarras de cerveza y búsqueda de Miguel. Lo encontramos y nos da cuenta de que esta vez sí: ha rematado la Calcenada con éxito y en un excelente tiempo (poco más de dieciséis horas, un tiempazo). Enhorabuena. También encontramos a “la niña de la silga” (supimos de ella por un amigo) e inmortalizamos el reencuentro.
Nos cambiamos, comimos, tomamos unos heladitos y para Morata (de Jalón, que hay que reivindicar ese río que se nos desgañita de gritar por qué). Así fue el final de la segunda parte de la Calcenada. Una prueba dura, en la que acabar tiene su mérito. Como mérito tiene un pueblo que se vuelca en estos actos. En dos años solo hemos visto camaradería, sonrisas y solidaridad tanto en los puntos de avituallamiento como al final. No sabemos cómo serán los intramuros, ni falta que nos hace, pero de puertas para fuera solo nos despierta envidia. Sana envidia.
En cuanto a los cenefos… como el año pasado solo nos queda coronar el protagonista de todo esto. Será después de fiestas y una vez que regrese el rastafari. Que ya queda menos para mil. Y esta vez no decimos nunca jamás… que el equipo A está con ganas.

2 comentarios:

  1. isabel" la niña de la silga"8 de agosto de 2010, 21:10

    Bueno,doy fe de que estos Cenefos son unos grandes caminantes, que llegaron hechos unos chavales. Yo ando algo magullada de esa carretera final que fue verdaderamente un tormento.Un placer encontraros de nuevo, "salvadores mios",(fui a despedirme pero ya os habias ido), espero que me envieis esa foto con vosotros, que me hace ilusion tenerla.

    Besicos
    Isabel "la niña de la silga"

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  2. hola compañeros¡
    siento no haber coincidido en calcena y no tener cobertura (culpa de orange), pero queriamos encontrar pronto nuestro sofá.
    pronto colgaré la crónica, pero esperaré unos días porque el recuerdo por ahora es doloroso de cintura para abajo, nos costo 18:36. una paliza.
    buena crónica como siempre.
    SALUD

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