lunes, 5 de julio de 2010

A vueltas por Monegré

De nuevo los Cenefos nos disponemos a realizar una etapa previsiblemente dura, que a la sazón lo sería.
El punto de partida escogido fue la plaza de Nigüella; Miguel había preparado una marcha que sobrepasando los 20km tenía como hito más importante el acceso a la cumbre del cabezo de Monegré. Entre tanto habría que ascender barrancos, sortear todo tipo de vegetación, algún que otro campo sembrado y hasta algún animal contrariado por nuestra presencia.
Comenzamos a las 7:15 de un domingo que se presumía caluroso y a la postre lo fue. Juanjo, Fernando y Miguel, que no traía buena cara; la noche del sábado le pasaba factura ahora y más adelante también lo haría.
Raudos, tomamos la carretera que en apenas unos cientos de metros nos enseña el camino por donde deberíamos comenzar la aventura.
El camino pronto desaparecería de nuestros pies y deberíamos comenzar a subir por el barranco de la Iglesia por un sendero levemente marcado, casi indistinguible.
Dicho barranco recuerda a los desfiladeros de las películas del oeste donde unos astutos indios tienden una emboscada a unos repeinados cowboys. Este día no apareció ningún indio, tampoco nos sorprendió.
El ascenso del barranco nos condujo hasta un lugar donde ya no había ni camino ni sendero, lo cual nos obligó a cortar monte a través entre romeros, aliagas y otras delicadezas. Miguel había prevenido al resto de tales compañeros de viaje, y tanto Fernando como Juanjo habían venido preparados evitando el pantalón corto. Curiosamente el único que apareció con pantalón corto fue el organizador, así que tenía todos los votos para acabar hecho un "ecce homo".
Salvado este primer monte a través, se accede a Pizaiza. Desde aquí ya se vislumbraba nuestro objetivo, el cabezo de Monegré. La vista también alcanzaba un poco más a la izquierda la Buitrera y justo a nuestra derecha Peña Blanca.
Entre campos de trigos y algún agricultor madrugador, que no guarda fiesta ni los domingos a estas horas, llegamos a la falda de Monegré.
Primera ascensión por el baranco de Valmoreno hasta llegar al punto divisorio donde un camino parte hacia el santuario de Rodanas y otro circunvala el macizo de Monegré. A apenas 100 metros a nuestra derecha, peña Blanca resplandece bajo el sol con su lechosa tonalidad en fuerte contraste con el oscuro color de Monegre, no en vano el nombre del viene de "Monte Negro".
De nuevo monte a través y afrontando una dura ascensión emprendemos camino hacía la cima. Primero un pequeño tozal y finalmente el vértice geodésico nos confirma que habíamos hecho cumbre. Unos 930 metros de altitud y a pesar del día poco claro, un casi infinito horizonte otorgaba merecido premio a la dura ascensión.
Rápidamente descendiendo entre pinos y carrascas vamos a alcanzar de nuevo al camino que nos llevará finalmente hasta nuestro punto de partida.
En el descenso un gran jabalí contrariado por la visita de tan inesperados visitantes huye presto como alma que lleva el diablo sin mediar saludo con los caminantes. En esta zona llena de cazadores cuando es temporada, el animal no podía imaginarse que fuésemos en son de paz.
Descendido el cabezo, quedaban unos 10km por un camino de buen andar, para suavizar en la medida de lo posible la marcha.
Pasaban de largo las 10 y tocaba almorzar. El calor que ya empezaba a ser agobiante y la escasa cantidad de agua preparada para esta marcha, hizo que el almuerzo fuese frugal.
Tras el almuerzo continuamos por el camino que une el Santuario de Rodanas con Nigüella y justo antes del alto de la sierra de Nigüella las piernas de Miguel dicen stop y se requiere apoyo logístico desde Nigüella. Fue un rescate en toda regla, bueno lo que fue en toda regla fue el cachondeo luego el pueblo.
Diezmado el grupo, ahora Juanjo y Fernando continúan descendiendo la sierra de Nigüella con el castillo de Mesones que luce majestuoso de fondo.
Desde esta zona, La Nava, y con más de 20km en las piernas el camino se empieza a hacer pesado, menos mal que la "cultura popular" nos deja por el camino entretenidos letreros puestos en idiomas inclasificables.
Finalmente llegamos a Nigüella a la hora del vermú, en torno a las 12:45 aprox, donde damos buena cuenta de bebidas y viandas, saludando a unos y otros, que éste es lugar de buenos amigos.

PD: No conviene mezclar actividades tan disjuntas como las que se ejercen el sábado por la noche y las del domingo por la mañana, sobre todo como la narrada en esta crónica. Si no, que le pregunten algún Cenefo incauto.

4 comentarios:

  1. curiosa ruta y grandes vistas, como todas que haceis me la reservo para hacerla, pero cuando lorenzo de tregua, porque os tuvo que calentar la mollera cosa mala.

    nos vemos pronto por calcena...

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  2. Buena crónica compañero!
    Al ausente le va a costar quitarnos la pluma ahora que le hemos cogido el gusto!
    Salud

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  3. Publico bajo el seudónimo cenefo. Pero para daros pistas, os digo que ya podéis ir devolviendo los bolígrafos. Regreso.

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  4. Ah! no digo nada de la crónica (estupenda por otra parte) porque me corroe la envidia.

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